Streaming vs. app musical
Ya casi nadie de quienes escuchan música en el smartphone lo hace reproduciendo su propia colección, sino que lo hacen a través de servicios como Spotify, Google Music, Apple Music o Deezer. Los servicios de streaming parecen haber conquistado al consumidor con sus ofertas y viven un auténtico boom.
“En teoría, las aplicaciones musicales y los servicios de streaming son dos cosas totalmente distintas”, señala Gunnar Schwan, de la asociación alemana de protección al consumidor Stiftung Warentest. “Con unos uno escucha la música propia y los otros son servicios comerciales con reproductores específicos para smartphones que se desarrollaron, entre otros motivos, debido a la piratería”. ¿Pero qué servicios del streaming son los que más convencen?
“En las plataformas analizadas en 2016, tanto el repertorio como la calidad y las funciones sacaron buena nota. Algunos programas, en cambio, fueron mal puntuados solamente en la protección de datos y las condiciones generales de negocio”, explica Schwan.
Por eso, Juke fue el mejor situado, porque “había pocas objeciones a las condiciones de negocio. Deezer y Tidal fueron mejores a nivel de contenido, perdieron el primer puesto por condiciones de uso”.
De todos modos, el gusto del usuario es determinante, considera Schwan. “Uno puede probar varios y después decidir a cuál se abona”. Muchos de ellos ofrecen una prueba gratuita del servicio premium, cuyo coste varía según el país (en Europa suele ser diez euros, en EE.UU. diez dólares, con variaciones en países latinoamericanos).
Algunas empresas ofrecen packs para estudiantes y familias. Si se opta por el uso gratuito, hay que renunciar a funciones y calidad del audio, además de tener que escuchar publicidad como forma de financiación.
Con los servicios de streaming uno alquila un acceso a las bases de datos de las empresas, y como no está comprando la música, en el caso de darse de baja también pierde las canciones. No sirve de nada habérselas bajado antes, tal como pudo comprobar la revista PC-Welt , porque a más tardar un mes después el smartphone tiene que conectarse con internet para que se confirmen las licencias. Y si no es así, las canciones se dejan de escuchar.
En cambio, en las app de música uno reproduce temas cuyos derechos ha comprado, ya sea con la adquisición del CD o en mp3. Quien solamente escuche unos pocos álbumes de manera reiterada o haya digitalizado su colección de CD no necesita gastar dinero necesariamente en un servicio de streaming.
También hay que decir que no todos los artistas están presentes en estas plataformas. Por ejemplo, el grupo de rock alemán Toten Hosen boicotea desde principios de año los servicios de streaming, y Taylor Swift o Adele cooperan solo con determinadas empresas o liberan sus discos después de un cierto tiempo.
Pero en este caso existen soluciones posibles, según Schwan. “Por ejemplo, en Deezer los usuarios pueden cargar sus propias canciones. Así pueden ampliar el repertorio si algo les falta”. DPA