La garza blanca real: La blanca amiga
En la provincia del Guayas, los viajeros por carretera suelen encontrarse con la presencia de la garza blanca real. Sin embargo, sabemos muy poco de ella.
La alargada figura de la garza ha acompañando a hombres y mujeres desde la antigüedad. El poeta romano Ovidio narra en su texto Las metamorfosis (8 d.C.) una leyenda relacionada con esta ave de plumaje impecable, vuelo grácil y actitud elegante.
Es la historia de Escila, hija de Niso, rey de Megara. La fatalidad comienza para Escila cuando se enamora de Minos, monarca de Creta que ansiaba conquistar el reino de Niso. La pasión motiva a Escila a traicionar a su padre para que su amado Minos lograra vencerlo y conquistar la ciudad.
Sin embargo, Minos, en vez de premiarla con su amor, la rechaza por haber sido capaz de semejante traición hacia su padre, y ella termina amarrada a la proa de su barco de guerra. Pero los dioses la transformaron en garza para que pudiera escapar y elevarse como un acto de salvación divino.
Por ello, para la mitología romana la garza simboliza la pasión ciega, la traición y la redención; aunque por su constante búsqueda de alimento hurgando con su largo pico, la idiosincrasia popular motiva que represente la curiosidad y la indiscreción.
Bella carnívora
La garza es un ave que pertenece a la familia Ardeidae, que abarca unas 80 especies, de las cuales diez se encuentran en el Ecuador. La más común es la garza blanca real (Egretta Alba), cuya presencia engalana las orillas de los ríos Guayas, Daule, Babahoyo, del golfo de Guayaquil y de los brazos del estero Salado, además de encontrarse revoloteando en los sembríos de arroz de la provincia, entre otras zonas.
La presencia de esta ave resulta trascendental para la identidad del Guayas, señala Olga Guerra, directora de Turismo de la Prefectura; “es muy importante para nosotros, siempre tratamos de relacionarla con la promoción de la Ruta de Arroz”, que involucra a los cantones Lomas de Sargentillo, Isidro Ayora, Pedro Carbo, Samborondón, Salitre, Balzar, Colimes, Palestina, Santa Lucía y Daule.
“Nosotros estamos trabajando justamente en una estrategia provincial de aviturismo porque estamos conscientes de que en cada una de las seis rutas turísticas del Guayas existen lugares idóneos para la observación de aves no solo locales, sino endémicas, de mucha importancia para los amantes de esta actividad”, agrega la funcionaria, quien señala al cantón Samborondón como el mejor ejemplo de rescate de la identidad cultural hacia esa ave, que de adulta puede alcanzar una altura de entre 104 y 127 centímetros.
Precisamente, en el cantón Samborondón la garza blanca real es conocida como la “reina de los arrozales”, por vérsela comúnmente revoloteando por esos sembríos sumergidos en unos 20 centímetros de agua.
Pero ¡ojo! estas aves no se encuentran en los campos buscando las semillas o alguna parte de las plantas, porque las garzas, aunque pocos lo saben, son animales carnívoros. “Buscan las aguas poco profundas porque se alimentan de renacuajos, pequeños peces y crustáceos, como caracoles”, comenta el biólogo Bruno Yánez.
El experto agrega que la presencia de estas aves en los arrozales sugiere que sufrieron un desplazamiento de sus hábitats naturales, como los manglares, por lo que tuvieron que asentarse en otros ecosistemas donde encuentran el alimento que necesitan.
Y los arrozales han sido el ecosistema amigable que las recibió. Esto ha provocado que la garza blanca real haya penetrado tanto en el paisaje natural del cantón Samborondón –abundante en sembríos de arroz–, que el Cabildo local trabaja para promover la imagen de esta ave como ícono que ha estado presente desde siempre en la mente de los pobladores de esa zona con identidad agrícola y orillas hacia los ríos Daule y Babahoyo.
Allys Luey, directora de Turismo del Municipio de Samborondón, señala: “Como muchos de los actuales habitantes de La Puntilla no nacimos aquí, el Cabildo busca promover los símbolos que están en relación con la cultura local y que forman parte de la armonía visual”.
La funcionaria explica que para la anterior celebración por las fiestas de cantonización (octubre) organizaron un concurso estudiantil de arte con la participación de una docena de colegios de la zona, a los cuales se les entregó una garza de fibra de vidrio, de dos metros de altura, para que los alumnos de cada institución la decoraran con pintura basándose en temas alusivos a los habitantes, y a la flora y fauna del cantón. “Fue una manera de presentarles la garza a los chicos, de hacer que la vean con mayor atención como animal emblemático de la zona”, indica Luey sobre este concurso que tuvo como ganador al colegio Nuevo Mundo.
Las plumas del arte
La relación entre las garzas y la plástica se volvió más intensa con otra iniciativa de ese Cabildo, específicamente al contratar la construcción de un monumento en honor a este animal silvestre, diseñado por el escultor imbabureño Juan Sánchez, autor también de la trilogía de la fauna de Guayaquil (el papagayo, el mono machín y la iguana).
Concluida en noviembre anterior, la obra presenta siete aves, de entre 4 y 5 metros de altura, ubicadas frente al edificio del ECU-911 (antiguo Puntilla Mall), a la entrada de la parroquia urbana La Puntilla. De ellas, cuatro se muestran levantando el vuelo sobre los arrozales (una sube hasta ocho metros de altura), mientras que las otras tres parecen buscar su alimento entre las plantas.
El artista Juan Sánchez, radicado en Jipijapa (Manabí), cuenta que para realizar tal diseño –revestido en cerámica– estuvo por dos meses visitando los arrozales del cantón Samborondón para filmarlas y tomarles fotos.
“Quería conocer en detalle cómo se mueven, cómo despegan, cómo aterrizan, cómo se alimentan. Lo que más me sorprendió es su estructura tan livianita y agraciada, que les permite levantar el vuelo con poco aleteo, como si fuera una danza cargada de elegancia”, señala este artista, que se considera un profundo admirador de la anatomía animal. “Con cada trabajo relacionado a la fauna empiezo a conocer la maravilla que cada especie representa, aquella que a veces no notamos”, indica Sánchez. “Cada vez que conocemos de cerca un animal como la garza resulta imposible no quedar sorprendido ante la perfección de la obra de Dios”.
Radiografía ‘al vuelo’ de un símbolo alado
* La garza blanca real está clasificada como un ave de la orden Ciconiiforme, de la familia Ardeidae, del género Egretta, cuyo nombre científico es Ardea Alba o Egretta Alba.
* El orden Ciconiiforme reúne a las aves de patas, cabeza y pico alargados, como el flamenco, el ibis, la cigüeña y la espátula.
* Otras garzas que habitan en la provincia del Guayas son la morena, cangrejera, real, garzón, huaque (garza nocturna), boyera y rosada, que pueden ser vistas en los ríos y manglares.
* La garza de los arrozales suele ser la blanca real.
* Durante la temporada de anidación, a la garza blanca le crecen unos plumones en la parte posterior del cuerpo, los cuales son de apariencia suave y frágil. A fines del siglo XIX se empleaba ese plumón para adornar sombreros femeninos, por lo que en esos años se desató la caza indiscriminada de esa especie. Otra amenaza fue la comercialización de cremas adelgazantes a base de sesos de garza, aunque tal tendencia no ha crecido.
* El hábitat ideal está en las orillas de los depósitos de agua dulce, salobre y salada. Suele vérsela solitaria y en grupos, esto último para alimentarse y dormir.
* Al volar tiene el cuello curvado en forma de “s”, y las patas, extendidas hacia atrás, lucen más largas que la cola.
* Construye su nido sobre árboles, manglares y hierba alta en las orillas de cuerpos de agua. La nidada consiste en uno a seis huevos color celeste o azul pálido verdoso. La incubación dura unos 25 días y es efectuada por los dos padres.
* Los pichones buscan salir del nido a los 21 días y son independientes a las seis semanas.
* Su peso llega al kilo y la envergadura de sus alas a 1,45 metros. Los machos son algo más grandes que las hembras.
* Sus patas son negras y el plumaje, blanco, con una línea negra que se extiende desde el pico hasta detrás de los ojos.
* El pico es amarillento, largo y puntiagudo. Puede emitir un gruñido como expresión de agresividad.