Decadencia de una familia
Valeria Bruni en el retrato de una familia cuya vida da un giro cuando el destino comienza a derrumbar todo en lo que se sustenta. Una historia que involucra a la familia de la ex primera dama de Francia.
En el Festival de Cannes del 2013, Valeria Bruni Tedeschi fue la única cineasta femenina en la carrera por la Palma de Oro en la competición oficial con su filme Un castillo en Italia, en el que cuenta una historia de su entorno familiar.
Esta actriz y directora es hermana de Carla Bruni, exmodelo, cantautora y actriz italiana nacionalizada francesa y esposa del expresidente francés Nicolas Sarkozy. Evitando, quizá, la fama de su hermana, Valeria no introdujo el personaje de Carla en la película. “Ella no ha participado porque ha estado ocupada con su vuelta a la escena musical. Además, si mi personaje hubiera tenido una hermana se habría desequilibrado la narración. La llegada de una hermana habría convertido la familia en un elemento demasiado invasivo y no hubiera dejado espacio a la historia de amor”, dijo la cineasta.
Valeria Bruni Tedeschi, nacida (1964) en el seno de un clan industrial burgués localizado en Turín, narra en la cinta, por ejemplo, las dificultades económicas a las que se enfrentó junto con su madre para salvar el castillo de la familia o el fatal destino de su hermano, enfermo de sida y a quien dedica el filme. Con estos problemas lidia la protagonista, una mujer de cuarenta y tantos años que debe además gestionar su vida profesional y amorosa, como su relación con un joven actor (que encarna Louis Garrel, ex de Valeria), en este ejercicio de autoficción cuyo referente literario fue, según la cineasta, El jardín de los cerezos, de Anton Chéjov.
Algo de la familia
Ambas hermanas tienen una buena relación y, aunque crecieron juntas, tuvieron destinos distintos. Una triunfó con su guitarra de melodía franco italiana, pero lo que la consagró fue la coletilla a su apellido aristocrático y su relación con el político francés. Valeria es la ‘Bruni’ a secas y aunque es menos mediática, por sus venas también corre sangre de autor. Dirigió, escribió y actuó en este filme, por lo que tuvo que regresar al viejo castillo en el que ella y su familia vivieron durante su infancia para bucear en sus recuerdos. “La gente muere, pero las casas permanecen. La venta de una vivienda es el fin de una época, de la infancia, de la memoria”, dijo en Cannes cuando hablaba sobre su cinta, la tercera como directora.
Valeria emigró a los 9 años con toda la familia a París. Las hermanas compartieron castillo y riqueza. También exilio. Carla evocó su infancia en una entrevista concedida a Inrock en el 2003. “Era una época en la que no se educaba a los niños. A mí me educó Valeria. La mayor felicidad que tengo de mi infancia es ella”, dijo Carla.
Superada la niñez, las hermanas han llevado vidas muy distintas. Valeria estudió cine en Nanterre y se estrenó a las órdenes del director Patrice Chéreau. Como actriz ha ganado varios premios, entre ellos un César por La gente normal no tiene nada excepcional, y ha trabajado a las órdenes de directores cono Steven Spielberg (Múnich), Claude Charol, Ken Loach o François Ozon. Y ha formado parte de los jurados de la Berlinale y San Sebastián.
En el 2003 probó tras la cámara. Su primera película se llamó Es más fácil para un camello y logró buena crítica. Actualmente vive en Francia y aunque es un personaje mediático se ha mantenido con perfil bajo. En el 2010 habló de su familia política. Valeria acababa de estrenar una película sobre la inmigración en el mismo momento en el que Sarkozy dirigía Francia. “Hago mi trabajo, hablo de los sin papeles, aunque el marido de mi hermana no piensa como yo. Los miembros de una familia no tienen que tener necesariamente las mismas ideas. Tenemos convicciones diferentes, discutimos, cenamos juntos y nos apreciamos. ¿Dónde está el problema?”, señaló la realizadora.
Valeria adoptó una niña, Céline, en el 2009, cuando era pareja de Louis Garrel (Soñadores, 2003). “El hecho de tener una familia es algo bonito. Aunque esta esté coja, sea imperfecta, aunque no estemos casados y aunque tenemos solo un hijo a pesar de haber querido tener diez”, destacó la directora, quien completa la trilogía sobre su propia familia, que empezó con Es más fácil para un camello (2003), sobre la relación con su hermana y la inminente muerte de su padre; y Actrices (2007), en la que retrata a una actriz que acaba de cumplir los cuarenta años y se enamora de un actor más joven.
El castillo
Los años setenta marcaron la huida a Francia de una familia rica italiana por el miedo a la ola de secuestros de las ominosas Brigadas Rojas. En la cinta, la realizadora muestra a una familia rica, pero disfuncional compuesta por su madre, la actriz y concertista de piano Marisa Borini (que se interpreta a sí misma), su hija Louise (interpretada por Valeria), el novio de esta (y pareja en la vida real), interpretado por Louis Garrel, y el hermano mayor, Virginio Bruni Tedeschi (1959-2006), a quien se lo presenta como una persona carismática, con quien la directora esboza una relación incestuosa y de estrecha dependencia afectiva.
Podría decirse que el verdadero protagonista de la película es el castillo del Castagneto, ya que simboliza la riqueza evaporada por la crisis, reflejada por la decadencia de una familia, la del industrial y compositor de música clásica y ópera Alberto Bruni Tedeschi, quien decide vender el castillo y uno de sus cuadros de Brueghel, El joven, para afrontar una sanción del fisco. En 1952, el papá de las Bruni compró ese castillo medieval en el Piamonte, que restauró y decoró con joyas artísticas del siglo XVIII. Allí, él solía dar fiestas con toda la pompa, en las que recibía a divas del bel canto como María Callas y Renata Tebaldi, a bailarines y coreógrafos como Rudolf Nureyev y Maurice Béjart, y a otras celebridades del mundo del arte como el cineasta Luchino Visconti y el director de orquesta Herbert von Karajan.
La directora trata de llevar al espectador la imagen de una familia que intenta reconciliarse con sus demonios internos a través de la cultura. Cuando todo lo demás se desintegra, descubrirán lo poderosos que pueden ser los lazos familiares y cómo una nueva oportunidad se abre frente a ellos. Una historia sobre la caída, la superación y los sueños. “Yo la veo como una tragicomedia. Quiero representar la vida para poner un poco de orden. Cuando uno escribe lo hace para comprender un misterio, para enfrentarse a cosas duras. El humor es como una botella de oxígeno que recibe la protagonista para poder afrontar todas esas angustias. Eso no significa que no nos la tomemos en serio. Es una mirada que también quiere ver lo ridículo y puede ser tierna y grotesca”, destaca Valeria.
En la cinta, Marisa Borini (83 años), la propia madre de las Bruni, hace uno de los papeles más interesantes y mejor construidos al tener que lidiar con su hija neurótica, la enfermedad de su hijo y la pérdida del patrimonio familiar. “Si me hubiera dejado llevar por la emoción en cada escena, habría sido imposible. Cuando se pierde a un hijo, ese drama te acompaña toda la vida. Ese duelo es mi pan de cada día”, dijo Borini a la revista Gala.
En una entrevista, Valeria comentó que se criaron cómplices (con Carla) en un castillo lleno de antigüedades y que su madre no las dejaba jugar en el salón por miedo a que dañaran los tapices barrocos. “Una película no arregla nada. Mi madre ha sido capaz de interpretar un papel que está muy próximo al de su propia vida. Y lo ha hecho con una entereza admirable”, comentó Valeria, quien ha actuado en más de 40 películas.
La gente muere, pero las casas permanecen. La venta de una vivienda es el fin de una época, de la infancia, de la memoria”.
Valeria Bruni T.
Cineasta y actriz italiana
Fuentes: blogdecine.com, elpais.com y agencias