Las caras de ‘Philomena’

30 de Marzo de 2014
  • La verdadera Philomena Lee (i) junto con la actriz inglesa Judi Dench.
  • Portada del libro de Martin Sixsmith sobre la historia de Philomena.
  • El guionista y actor Steve Coogan (i), junto con Martin Sixsmith.

La fuerza y la devoción de una madre soltera en la búsqueda de su hijo entregado en adopción, es motivo de una investigación periodística y de una gran película.

Los premios Óscar a veces son injustos. A unos les llega, a otros no. Judi Dench corrió suerte de cara en Shakespeare in Love, cuando obtuvo uno. Su actuación en Philomena hizo pensar que se llevaría otro ‘eunuco’ dorado a casa, pero le faltó suerte. Para los entendidos en cine “tiene poco que demostrar, pero eso no le impide implicarse a fondo en sus trabajos y ofrecer interpretaciones deslumbrantes y llenas de pequeños detalles como en Philomena”.

El filme, basado en la vida real de Philomena Lee, retrata la búsqueda de una madre, quien después de 50 años, decide contar que tuvo un hijo cuando era adolescente y que su instinto de madre la obligaba a encontrarlo. “Es una historia que tenía que ser contada, pese a la reacción que tenga la Iglesia”, dijo Dench a varios medios.

Cuando se le preguntó si ella perdonaría la acción de las monjas del convento donde estuvo Philomena Lee dijo firmemente que no creía en la capacidad de perdón del personaje que interpreta. “Solo puedo decir que yo no puedo imaginarme estar en su lugar y poder perdonar. No tengo la capacidad que tiene ella”.

La actriz de 79 años demostró lo que el talento, la experiencia y las arrugas pueden ofrecer al mundo de la interpretación, en un papel que hubiera sido carne de exageradísimas recreaciones tan habituales del mundo de Hollywood. Un pequeño gesto, una mirada (...) es todo lo que necesita para expresar las emociones más intensas.

Dench tuvo su primera nominación como actriz protagonista a los premios Óscar en 1997 con Su majestad Mrs. Brown y desde entonces no ha parado de entusiasmar año tras otro a la Academia. A partir de entonces se convirtió en una constante nominada, con siete candidaturas más a lo largo de los años.

No piensa jubilarse pronto. Aunque la actriz británica haya tenido una importante cirugía en la rodilla y su degeneración macular asociada a la edad que le amenaza con la ceguera le impide leer guiones (para eso tiene una persona que se los lee). Ha asegurado en varias entrevistas que seguirá trabajando como siempre. Actualmente, Dench filma en la India la segunda parte de El exótico hotel Marigold.

La verdadera Philomena

En febrero, Philomena Lee (80 años) empezó su camino de perdón. Junto con el actor británico Steve Coogan (quien hace el papel del periodista en el filme) visitaron al papa Francisco en el Vaticano. “Como se ve claramente en la película, siempre tuve una profunda fe en la Iglesia y en su voluntad de reparar los errores cometidos en el pasado”, indicó Philomena, conmovida por conocer al pontífice.

Y es que Philomena no le dijo a nadie que su hijo había sido adoptado. En 1952, siendo una muchacha irlandesa y católica quedó embarazada. Fue la peor deshonra y vergüenza social para su familia. Sus parientes le dieron la espalda y la enviaron a un convento en Roscrea (una pequeña ciudad en el condado de Tipperay-Irlanda), al que iban a parar las “pecadoras” de 12, 14, 15 años, para a dar a luz. Guardó su doloroso secreto desde el día en que se llevaron a su pequeño hijo hasta que un periodista de la BBC, Martin Sixsmith, conoció su historia.

En el convento, Philomena tuvo que convivir con otras mujeres consideradas “indignas” por quedar embarazadas antes del matrimonio. Como parte de pago por el cuidado que las monjas le daban a Philomena en su gestación, la muchacha tenía que lavar la ropa. Solo podía ver a Anthony, su hijo, una vez al día. Un día le informaron a Lee que su hijo había sido dado en adopción a una familia americana (los esposos Doc y Marge Hess). A diferencia de la adaptación cinematográfica, el libro de Martin Sixsmith se concentra más en la vida de Michael/Anthony antes de su adopción.

“Durante toda la vida me he sentido culpable por tener un hijo fuera del matrimonio. No hablé con nadie nunca de esta situación. Solo lo sabía mi hermano. Y al encontrar al papa, me sentí finalmente liberada, sentí que ya no debía sentirme culpable”, manifestó Philomena.

Cuando se le preguntó si conocía otros casos como el suyo, dijo: “No, porque lo que sucedía en el convento era que teníamos que abandonar nuestro nombre y adquirir otro. Durante tres años me llamé Marcela. Y las demás chicas en mi condición que conocí en aquella época tenían nombres que no eran los originales. Por esto, años después, cuando me preguntaron si conocía a esta o a aquella persona, yo respondí que no lo sabía, porque nos conocíamos con otros nombres. Además, nos sentíamos culpables porque éramos madres solteras y por esto hablábamos poco entre nosotras. Solo hablé con una de ellas, nos contamos nuestras historias, pero después nos perdimos de vista”.

Ella sufrió en silencio mucho tiempo. Philomena recuerda lo mal que se sentía. “En esa época era muy joven. No sé quién fue el responsable, hasta dónde llegaba la responsabilidad. Pero fue como fue. Sucedió hace mucho tiempo. Claro, al principio, cuando salí, estaba bastante desilusionada, estaba enojada con todos, herida, triste. Me alejé un poco de la fe. Pero no habría podido vivir durante 62 años con el rencor. Además, después trabajé como enfermera en un hospital psiquiátrico, y, al estar en contacto con el sufrimiento y el dolor de tantas personas, un dolor incluso peor que el mío, dejé un poco de lado mi sufrimiento. Ya no tengo resentimientos, por lo menos ya no”.

Philomena ayuda al proyecto Philomena Project, para que el gobierno irlandés abra los archivos que contienen las historias de las madres obligadas a las adopciones forzadas en los institutos católicos en Irlanda. Se estima que unas 600.000 mujeres están involucradas. Muchas de ellas, incluso, fueron exiliadas.

¿Quién es Martin Sixsmith?

En el filme, el actor inglés Steve Coogan empieza siendo un prepotente (periodista político, de Oxford y de una clase muy superior) y acaba seducido por la forma de ver la vida de Philomena, una anciana enfermera que, pese a su origen humilde y su educación justita, le da cien mil vueltas como ser humano.

Para Coogan, la película nunca buscó polemizar a la Iglesia católica. “No se trataba de criticar el comportamiento de la institución, sino de dignificar a la gente que tiene fe de manera simple. No es un ataque polémico, hubiera sido muy fácil de hacer. Es más sobre gente que tiene esta fe tan sencilla que pueden perdonarlo todo”.

Martin Sixsmith (1954), el periodista que encontró en una humilde mujer su historia más reveladora, es un excorresponsal de la BBC y exasesor de Tony Blair. Estudió la historia de Rusia en Oxford, lo que le otorgaba un aura ideal como candidato para el servicio secreto británico conocido como MI6. Sin embargo, y pese a que lo tentaron para convertirlo en un agente secreto en plena Guerra Fría, Sixsmith se decidió por el periodismo.

Luego de dos décadas exitosas como periodista, en 1997 Sixsmith se identificó con las propuestas del primer ministro británico Tony Blair. Ahora se concentraría en armar estrategias de medios para ese gobierno, pero acabó metido en un escándalo. Fue en el 2002 cuando en una operación política digna de la serie House of Cards, alguien hizo público un correo suyo que lo dejaba muy mal parado. Una funcionaria propuso aprovechar el funeral de la princesa Margarita, la hermana de la reina, para dar a conocer una noticia negativa del gobierno, como un modo de hacerla pasar “desapercibida” como lo señaló en inglés.

“La princesa será enterrada el viernes. No voy a permitir que nada más sea enterrado”, respondió el periodista a esa propuesta, y una vez que el correo llegó a las redacciones, los tabloides se hicieron el festín con la frase, por lo que le pidieron la renuncia. Cuando estaba en ese periodo de poca producción periodística se enteró de la historia de Philomena.

 

EL HIJO DE PHILOMENA LEE

Cualquier bar, de aspecto no muy lujoso ni llamativo, atraía a numerosos empleados del mundo político, pocos de ellos totalmente fuera del clóset en su trabajo, con una pista de baile y en ocasionales drag shows.

Es allí donde podía encontrarse a Michael Hess o Anthony Lee, antes de ser adoptado, un abogado del Comité Nacional Republicano durante los gobiernos de Ronald Reagan y Bush (padre), y un cliente regular (al menos durante sus primeros días en Washington). También podría haberlo encontrado desempeñándose como DJ en clubes locales y en la estación de radio de la Universidad George Washington, donde era conocido por sus gustos eclécticos, que iban de Grace Jones a The Grateful Dead.

Hess, que creció en el medio oeste de EE.UU., se formó en una familia católica y se graduó en Notre Dame y en la escuela de leyes de la George Washington. Comenzó a lidiar con su sexualidad apenas llegó a la edad adulta, tuvo citas con diversos hombres y luego mantuvo una relación estable de más de diez años con Steve Dahllof, que trabajaba en relaciones públicas para el Food Marketing Institute, entonces National Restaurant Association. La pareja vivía durante la semana en un apartamento en el Wyoming. Pero, como muchos otros hombres gay de su época, Hess se enfermó de sida. Murió a los 43 años, en 1995.

En la película, Michael (interpretado por Sean Mahon) es visto en películas caseras y en fotografías junto al presidente Reagan, y en flashbacks como un infante en un convento de monjas en Irlanda. “Michael era un hombre de carrera”, comenta Bob Witeck, un amigo y colega del ambiente político. “Y no era imposible para él ser un respetado abogado, y ser gay, y trabajar para el Partido Republicano.

Era una cuestión de ‘no preguntes, no digas’, y muchos en el ambiente podían decir: ‘No te preocupes, de esas cosas solamente hablamos en privado’”. Por su parte, Susan Kavanagh, una colega demócrata, añade que además de sus convicciones acerca de un gobierno limitado, el entorno religioso en que Hess creció tuvo un perdurable efecto para hacer de él lo que fue.

Aunque los intentos de Hess de encontrar a su madre biológica fracasaron (viajó tres veces al convento en Irlanda), él optó por ser enterrado allí, con la esperanza de que Philomena pudiera algún día dar con él.

Fuentes: Agencias, The New York Times e internet.

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