Martin Scorsese: ‘Soy fanático del 3D’
Hugo, la primera película 3D del director estadounidense competirá en la próxima entrega de los Óscar con once nominaciones.
Martin Scorsese, uno de los directores de cine más famosos y celebrados de todos los tiempos, autor de las laureadas Taxi Driver, Raging Bull y Goodfellas, destinadas a un público adulto, entrará a la pelea por llevarse no uno sino todos los Óscar en las once nominaciones logradas.
La historia del filme se centra en Hugo, un niño que vive dentro de las paredes de una de las grandes estaciones de tren de París e inicia una aventura a través de un invento dejado por su padre. Ha sido filmada en formato 3D lo que la convierte en la primera película en esta tecnología del afamado cineasta, un trabajo completamente distinto a todo lo que ha hecho hasta el momento.
“Hubo una conexión directa con la historia. Todos estos personajes que intentan conectarse uno con otros. Siempre soñé con hacer una película 3D. Soy fanático del 3D desde los 12 años, en 1953, y vi todas las películas en ese formato de aquella época: Llegaron de otro mundo, El monstruo de la laguna negra, ¡Bésame, Catalina!, que es muy linda en 3D. Lo que más me atraía eran las figuras, las personas del cuadro. Hay mucho de eso en La llamada fatal. En ¡Bésame, Catalina! hay una toma en la que Ann Miller se acerca a la cámara con un abanico mientras baila. Uno siente que está en el escenario muy cerca de ella. Es una experiencia completamente distinta. Distinta del teatro, distinta de una película en 2D”, comenta el Scorsese.
En el 2010, Martin Scorsese comenzó a trabajar en la versión fílmica de La invención de Hugo Cabret, novela gráfica de Brian Selznick sobre un huérfano de doce años que vive dentro de los muros de una estación de tren parisina de los años 30. Hugo (interpretado por Asa Butterfield) es quien le da mantenimiento a los relojes de la estación mientras guarda un maravilloso secreto: un robot descompuesto y un cuaderno, dejado por su padre (Jude Law), con instrucciones incompletas sobre cómo volverlo a la vida. Un encuentro con un amargado vendedor de juguetes y su ahijada (Chloe Moretz) lleva a Hugo al mundo del mago y patriarca de las películas de ciencia ficción, Georges Méliès (Ben Kingsley). Sacha Baron Cohen interpreta a un lúgubre y torpe inspector de la estación de tren. Scorsese cuenta cómo actualizó las fantasías de celuloide de Méliès un siglo después.
“En realidad, Hugo no es una película fantástica. No es una fantasía como Las crónicas de Narnia, Harry Potter o El Señor de los anillos. Diría que ese tipo de fantasía tiene visceralidad. El espectador debe percibir los acontecimientos y las personas como muy reales. Aparece un dragón en la ventana y uno puede imaginarlo entrando a la habitación con llamas azules y hermosas esmeraldas verdes por ojos. Con Hugo, la fantasía es muy real pero está en la cabeza y en el corazón del espectador. Tiene que ver con los mecanismos –ya se trate de los relojes, los interiores, las locomotoras, los trenes o el autómata-, con el funcionamiento interno de esos objetos. Experimentamos durante días para encontrar los sonidos adecuados de la maquinaria del autómata y para hacer transparentes todos sus mecanismos. Es como una pianola. Tiene esa magia. ¿Está vivo? ¿Qué piensa? Eso es fantasía”.
Scorsese filmó gran parte en los Estudios Shepperton, cerca de Londres. Y la película es en definitiva, tal como señala el director, “más seria que graciosa”. Algunos críticos hablaron de que la película no sería el mejor trabajo de Scorsese por haber utilizado el formato 3D, pero los distintos premios y nominaciones han hecho de Hugo, un referente más para el uso de del 3D. “Todo el proceso que se está dando es parte de la evolución del cine, tal y como lo fueron la llegada del sonido, el rechazo inicial al color y la implementación de pantallas más anchas con el CinemaScope. Los críticos franceses -Truffaut, Godard, todos ellos- recibieron con beneplácito cada avance de Hollywood como parte del cine: el color, el sonido y la pantalla ancha. Y estoy seguro de que hubieran hecho lo mismo con la 3D”, dijo el director.
Recordar al francés Georges Méliès fue, para Scorse, lo que más le agradó. “El momento que más disfruté fue la construcción de una aproximación del estudio de cristal de Georges Méliès. Empezamos reproduciendo lo mejor que pudimos escenas de sus películas. Recreamos el decorado submarino de El reino de las hadas . Las películas de Méliès, en especial las coloreadas a mano, son como manuscritos ilustrados que han cobrado vida. Filmamos a Méliès filmando sus películas durante cinco o seis días. Fue uno de los mejores momentos que pasé rodando una película”.
En la producción también trabajaron Graham King, Tim Headington y Johnny Depp. (A.C.J.)
DIRECTOR ARTÍSTICO
Detrás de la imaginaria París y las fantasiosas maquinarias de Hugo, de Martin Scorsese, se encuentra la mente genial del director artístico Dante Ferretti, quien ha recibido su décima candidatura al Oscar. “Es como un sueño, y con esta definición no hay nada más que se pueda decir del filme”, dice Dante, la mente que ha forjado todas las fantásticas invenciones que aparecen en la nueva película de Scorsese
Y es que en el mundo del cine a Ferretti se le conoce como “el constructor de sueños”, pues en 43 años de carrera su imaginación ha concebido los escenarios de películas como Medea (1969) de Pier Paolo Pasolini, El nombre de la rosa (1969), Las aventuras del barón Munchausen (1988), Pandillas de Nueva York (2002), El aviador (2004) o Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet (2007).
Ferretti, quien cumplirá 69 años el día de la ceremonia de entrega de los Óscar (26 de febrero), le quita importancia a su décima candidatura. “Ya estoy acostumbrado...además ya tengo dos, cuatro si sumamos los que ha ganado mi mujer Francesca LoSchiavo (también directora escénica)”.
Reconoce que Hugo es una de las películas que la ha requerido “el trabajo más arduo”, y además tiene para Ferretti algo especial, pues le ha recordado su niñez. “Durante mi infancia en Macerata (Italia) era amigo del hijo del señor que daba cuerda al reloj de la torre. Era un sitio mágico, había que subir hasta 25 metros por unas escaleras empinadas”, cuenta Dante.