Los ojos de Giovanna Andrade siguen sonriendo
“Yo soy muy guayaca”, afirma. Pero la actriz Giovanna Andrade ha pisado muchos países y escenarios: teatro, televisión y cine. Ahora se viste de Manuela Sáenz.
En Giovanna Andrade se aplica la frase “una sonrisa es el mejor maquillaje para una mujer”. Esta semana me encontré en varias ocasiones con la actriz guayaquileña y, cada vez, su rostro luce completamente natural. Únicamente iluminado por el brillo de su amplia sonrisa y el entusiasmo que transmite su mirada. Esos ojos, recuerda, fueron los que la vendieron a la televisión.
La oportunidad de protagonizar la telenovela Yo vendo unos ojos negros, transmitida por Ecuavisa en el 2004, le llegó cuando tenía 19 años, recién graduadita del colegio. No hizo un casting para el protagónico, pues fue descubierta y elegida para el rol por un alto directivo del canal.
“Mira, mira, ¡esos son los ojos que estamos buscando!”, recuerda haber escuchado la actriz antes de recibir la oferta.
Hasta entonces, la experiencia como actriz de Giovanna se resumía en obras colegiales. Fue el Sombrerero Loco en Alicia en el País de las Maravillas, cuando estudiaba en el Alemán Humboldt y luego, hizo de mimo en el Balandra Cruz del Sur. Sin pensarlo, se preparó antes de lanzarse a la televisión.
“La forma cómo ocurrió todo me hizo creer que las oportunidades de la vida están en los momentos en que menos esperas. Yo no imaginaba que alguien me propondría ser la protagonista de una telenovela. Y ese proyecto fue la mejor experiencia de mi vida profesional. A esa edad, Dios me hizo saber a lo que me dedicaría el resto de mi vida, lo que sería mi profesión, mi pasión”, expresa.
Además de Giovanna, esta producción integraba otros rostros que entonces iniciaban también su camino actoral y que ahora han alcanzado reconocimiento internacional. “Frank Bonilla, Roberto Manrique, Marcela Ruete, Priscila Negrón, Juan Carlos Salazar... ¡no quiero olvidarme de nadie!”,
cuenta Giovanna usando los dedos y sonriendo al pronunciar cada nombre, seguramente debido a los buenos recuerdos. Luego se integraría el actor mexicano Khotán Fernández, quien sería el galán del personaje de Giovanna.
Ana Cecilia Alvarado, de Ecuavisa, quería capacitar a su elenco y antes de comenzar el rodaje tuvieron un taller de actuación. Entre sus maestros estuvieron Maribel Solines y Marcela Alcalá.
“Prácticamente pasé del colegio a la televisión y tuve que cambiarme de casa. Mi hogar se trasladó al estudio Alberto Borges ¡y allí tenía casi todas mis cosas! Pasaba más tiempo allí que en mi propia casa”, recuerda.
Esta época marcó también su primera portada y entrevista para La Revista, en la que apareció junto a Khotán Fernández. La nota mostraba, en páginas interiores, un zoom de una fotografía de sus ojos, eje central de la telenovela.
Decidida por la actuación
Al terminar el rodaje, Giovanna ya había resuelto apostar por la actuación y convertirla en su profesión. Llena de entusiasmo por continuar con su formación en esta rama artística, aplicó al Lee
Strassburg Institute of Theater en Nueva York. Su novio (actual esposo), Diego Asanza, también había conseguido trabajo en la Gran Manzana y planeaban viajar juntos. Pero la noticia de un mes de embarazo, cambió los planes. Rosa Valentina, su hija de ahora 10 años, venía en camino.
No viajaron a Nueva York. Los fuertes estragos que atravesó Giovanna los primeros meses la hicieron desistir de este plan.
Diego y ella prefirieron quedarse con unos familiares de él en Florida. “Allá hice un taller con Martha Zavaleta (actriz y productora mexicana), seguía con mi embarazo, pero habían pasado los malestares. Y finalmente, allá nació mi hija”.
Su regreso a Ecuador ocurrió en el 2006, luego de que su papá fuera diagnosticado con cáncer y le pidiera ayuda a su yerno para manejar sus haciendas. Se radicaron, entonces, en Quevedo, pero pocos meses después viajaron a Uruguay.
“Allá estuvimos casi un año. Mi esposo consiguió trabajo, pero fue muy difícil para mí porque allá casi no hay producciones propias, consumen de Argentina”, comenta la actriz, quien por ese tiempo trabajó en ventas por teléfono. “Lloraba casi todos los días, me decía: ¿qué hago aquí?”
¿Te acuerdas de El Cholito?
Giovanna regresaría a la televisión ecuatoriana con un nuevo personaje: ‘La niña’ María Gracia. El interés romántico del periodista (personaje ficticio) José “Pepe” Chalén, en su telenovela El Cholito, que fue transmitida por Ecuavisa (2007).
“Cuando estaba en Uruguay, me llamó Guillermo Ushca, quien había sido asistente de dirección en Yo vendo unos ojos negros y me preguntó: ¿Te acuerdas de El Cholito? Le dije que sí y comenzó a hablarme del personaje de ‘La niña’”.
El cambio fue extremo. El personaje tenía que ser rubio, así que Giovanna cambió el negro característico de su cabello y también lo alisó. Así marcaba su debut en la comedia televisiva.
“David Reinoso y José Toledo son unos maestros. Hacer comedia es muy difícil, pero aprendí muchísimo, todo el elenco era muy profesional y fue una constante risoterapia”, dice.
Al terminar la producción su rostro saltó a la pantalla grande con el filme Retazos de vida, dirigido por Viviana Cordero. Ella, junto a otros talentos locales como Érika Vélez y María Teresa Guerrero, compartieron las cámaras con importantes figuras internacionales: el actor cubano-estadounidense William Levy, la actriz argentina Christian Bach y la venezolana Mariela Alcalá.
Su siguiente destino sería Perú, donde protagonizó Los Barriga junto a Marcela Ruete. “En Perú hay muchísimo trabajo, hice cuatro series y varios documentales”, recuerda. Entonces, su hija Rosa también empezaba a tener sus propios contratos.
“A veces ni Diego ni yo teníamos trabajo, pero ella sí. ¡Ella era quien paraba la olla algunos días!”, recuerda sonriendo.
Tras su estadía en Perú, regresaron a Ecuador para retomar el papel de ‘La Niña’ María Gracia, en la conclusión de su romance con El Cholito, en la telenovela Mostro de amor, que pudo verse por Teleamazonas. Esta vez sí terminaron con final feliz, se casaron, y los televidentes siguieron su cuento de hadas. Giovanna también actuó en la segunda temporada de Pareja Feliz.
Más tiempo para la familia
Cuando la cigüeña llegó por segunda vez a su hogar trayendo a Lucas (quien hoy tiene 4 años), la actriz se inclinó por trabajos que le permitieran una mayor libertad y manejar su propio tiempo.
Así llego a Divinas, un programa de corte femenino, transmitido por Canal Uno. “Cuando me llamaron les dije: pero estoy embarazada, y ellas me respondieron: ¡Mejor! Así puedes comentarnos sobre tu embarazo y así lo hice. Literalmente salí del espacio una semana antes de dar a luz”.
Tras el nacimiento de Lucas, él se convirtió en su prioridad. Su siguiente oportunidad laboral fue en Telerama. “Estuve en los programa N’ Boga y De mujer a mujer”. Hace poco, también trabajó para Ecuador TV en el espacio Café TV.
¡Llega Manuela!
La actriz asegura que todas sus decisiones profesionales siempre se han guiado en base al respeto y a su familia. “Los actores tenemos una hora de llegada, pero nunca hora de salida. A veces se olvida que somos humanos, que comemos, que nos podemos enfermar, así que he aprendido a anteponer mi bienestar y mi tranquilidad emocional, para poder trabajar bien”, dice. “Siempre he sido fiel a mis principios y cuando he sentido que me han faltado el respeto (hay muchas formas de hacerlo) he decidido abrir mi camino”, añade.
Por eso siente como un trofeo su actual rol teatral: Manuelita Sáenz en la obra Guayaquil, una historia de amor (ya se estrenó en el Teatro Sánchez Aguilar y tiene funciones hasta el domingo 9 de agosto).
“Ella fue una mujer revolucionaria, que siempre estaba en búsqueda de su libertad. Mucho antes de conocer a Bolívar, su personalidad ya era comentada por luchadora y por defender los derechos de las mujeres”, dice.
Recuerda particularmente el nombre de Manuela por las historias que le contaba su abuela Rosa. “Y ahora entiendo por qué lo hacía, qué clase de mujer fue Manuela. Mi abuela también era de las que siempre nos inyectaba que las mujeres podemos”.
En esta producción teatral, dirigida por Santiago Sueiras, la actriz se reencontró con Frank Bonilla (San Martín) y Érika Vélez (Rosa Campuzano), con quienes había trabajado a inicios de su carrera. Los nervios, dice, desaparecen al salir a escena. Ya ni siquiera está ella, Manuela se adueña del espacio.
“Estoy completamente tranquila y segura de la formación de mis hijos y sabía que ahora era el momento para regresar y Dios me ha bendecido con este papel”. Para su público es la misma Giovanna, misma sonrisa, mismos ojos. (I)
Con nuestros lectores
La actriz visitó esta redacción el pasado viernes 17 de julio para interactuar con nuestros lectores y sus seguidores, quienes han estado pendientes de su trayectoria. Durante la mañana, Giovanna respondió a muchas de sus preguntas y compartió también detalles de sus nuevos proyectos y recuerdos de sus anteriores papeles. El resumen de la visita de Giovanna puede encontrarse en www.larevista.ec.
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