Aquellos tiempos
En Guayaquil, las damas de la época antigua y sus hijas se ajustaban a la moda del momento dada por las influencias europeas.
Los puertos son umbrales de multiculturalidad gracias a sus visitantes cargados con sus estilos plurales. Esta realidad no es extraña a Guayaquil, que en antaño recibió influencias de moda del viejo continente.
Desde la etapa colonial hasta su independencia (1765-1830), las inspiraciones españolas marcaron el vestuario. Aunque era serio y austero, las mujeres de alta sociedad vestían telares finos. En Crónicas del Guayaquil Antiguo, Modesto Chávez Franco relata que las damas coloniales lucían “el manto y la saya. El cabello lo llevan atado en lo alto atrás, en graciosos rollos, o en dos bandos a los lados o en dos trenzas gruesas con lazos vistosos y anchos”.
La historiadora Jenny Estrada escribió sobre ellas que en el siglo XVIII apareció el faldellín, una falda corta que las guayaquileñas usaban cuando salían a misa, a visita o de festejo en sus casas, “al cual ellas, ingeniosamente habían transformado en una especie de chaleco largo confeccionado con dos telas diferentes (forrado), cruzado al frente y cerrado con cintas o cordones. Con esta prenda de su invención, podían convertir el sencillo atuendo cotidiano en un espléndido ropaje que variaba según la ocasión”, agrega.
Mas adelante, hasta 1870, el vestuario inglés resaltó en la urbe (era victoriana). Pero su apogeo duró poco en relación a los diseños afrancesados: pomposos coloridos y luego los de la belle epoque, hasta entrando al siglo XX. En este lapso se importaron encajes, guantes, y telas como paño tartán, casimir, lanilla inglesa y muselina. (I)
Fuente adicional: Especial Infográfico de El Universo (2004).