En sus marcas, listos... ¡color!
Para muchos hindúes es el inicio del nuevo año; para los occidentales, un pretexto más para llegar a la meta llenos de color. En Guayaquil y otras ciudades del mundo se realizó esta carrera.
Tres, dos uno... cyan, magenta, amarillo y turquesa explotan en el cielo de las principales capitales del mundo. Llegó Color Run a Santiago de Chile, una carrera temática contemporánea que ha seducido a más de uno, volviéndolo fiel devoto a esta nueva manera de diversión.
Su origen viene del Holi o Rangapanchami, que significa en hindú la lucha del bien sobre el mal, o también llamado Festival de los Colores o del Amor, está conquistando hasta el más sepia corazón.
Un domingo, temprano en la mañana, y sobre un escenario ya están calentando motores grupos de amigos con gafas psicodélicas, familias enteras con pelucas estrambóticas, enamorados con los más locos disfraces, para lo que serán los próximos 5K más divertidos de sus vidas. Rojos, verdes y azules, hechos a base de cúrcuma y remolacha, están esperando impacientes su momento protagónico.
Con un pitazo inicial los competidores arrancan. Sorteando obstáculos, cada participante recibirá kilómetro a kilómetro una buena dosis de color, polvos secos que se impregnarán hasta en el último centímetro cuadrado de la piel, y quien llegue limpio a la meta se considerará perdedor de esta carrera, llevándose el primer lugar quien vista más pigmento entre todos los asistentes.
Sin embargo, en esta competencia hay segundas oportunidades y en especial a quienes quedaron albinos se les otorgará esta licencia, permitiéndoles bañarse de color, siendo coautores de una explosión: una nube gigantesca de pintura que estallará sobre sus cabezas y de la que, les aseguro, nadie escapará; bailando y cantando al igual que en el festival original.
Unos quince mil eufóricos asistentes acudieron a la cita que se planteó en Santiago de Chile en días pasados, donde el color inundó redes sociales el día del evento, impregnando por semanas a Facebook, Instagram y Twitter de los más vistosos pigmentos que la paleta cromática puede ofrecer.
Comparto con ustedes lo que mi cámara captó, sin embargo –tengo que admitirlo–, mi lente y yo disfrutamos de cada grano de polvo de color que nos cubrió.
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