Ken Yeang ‘La arquitectura debe imitar la naturaleza’
El ser humano debe aspirar a que sus edificios se reconecten con el ecosistema, así sus habitantes (nosotros) podremos reconectarnos con la vida. Lo dice el arquitecto Ken Yeang, quien llegó a Guayaquil para dictar charlas como líder global del diseño sostenible.
El malasio Ken Yeang no habla. Susurra. Pero su voz tímida cobra un sentido poderoso porque defiende el simple y complejo propósito de salvar el planeta.
¿Cómo es esto? Este arquitecto –nacido en Penang en 1948 y estudiado en el Reino Unido– señala que las ciudades destruyen la naturaleza. Así de sencillo. Así de terrible. “Debemos repensarlas, rediseñarlas, hacerlas verdes”, indica con su susurro brillante que a momentos acompaña con la sonrisa franca del cartero que sabe que entrega un mensaje importante.
Y con esa misma pasividad sigue disparando verdades no debatibles, de esas que provocan que quienes las escuchan asientan en silencio, afinando los tímpanos, pendientes de no perderse ni una palabra.
“Un arquitecto es un ser humano. Y los seres humanos somos una especie más del mundo (la más poderosa). Todas las especies construyen. Las aves construyen nidos. Los castores construyen represas. Los arquitectos construimos edificios. Pero lo hemos hecho de manera equivocada, provocando cosas terribles en el planeta, restándole diversidad, debilitándolo”.
Nadie puede inventar mejor que la naturaleza, creo que la naturaleza es mi mayor fuente de inspiración”.
Ken Yeang
La solución a este problema merece un enfoque holístico, es decir, integral, de todas las actividades que emprende el humano. La arquitectura es solo uno de ellos. Y Ken Yeang quiere hacer su parte en este propósito, por ello se ha convertido en una eminencia global en la arquitectura sostenible.
Con ese cartel llegó a Guayaquil como el disertador principal del Primer Simposio Latinoamericano de Arquitectura y Construcción Sostenible (Eco Construcción), celebrado el 12, 13 y 14 de septiembre bajo la organización de la Fundación Holcim y la Universidad Católica de Guayaquil.
Integración amigable
Su carrera comenzó al poco tiempo de haberse graduado del colegio, inspirado por su gusto por el diseño y por dos tíos que seguían esa actividad, rechazando así la posibilidad de asumir la profesión de su padre, quien era doctor.
En cierta manera, Ken Yeang es un médico de sociedades que sufren la fiebre causada por su desarrollo. Lleva 41 años a la cabeza de proyectos orientados a un enfoque conservacionista, los cuales al principio le brindaban una imagen de arquitecto estilo hippie, pero que con los años lo convirtieron en un personaje que el diario británico The Guardian incluyó en su lista del 2008 de las 50 personas que pueden salvar el planeta.
“El mayor reto es lograr que las construcciones del ser humano se integren al medio ambiente natural.
Debe haber una conexión adecuada entre ellos, deben fusionarse”, señala para definir el “ecodiseño”, el cual emplea para levantar sus famosos “rascacielos verdes”.
Los edificios sostenibles de Yeang, que se levantan en países como Malasia, China, Singapur y Jamaica, buscan el uso apropiado de los recursos, como la energía, el agua y el aire.
Creo que Guayaquil es relativamente una ciudad verde. Todo depende de mantener siempre aire limpio, tierra limpia y agua limpia”.
Ken Yeang
“Debemos ser autosustentables, no depender de fuentes externas, y evitando el desperdicio”, indica con su voz quedita, como si compartiera un secreto íntimo, subrayando que para ello debemos imitar a la naturaleza.
Por ello sus obras lucen externamente con grandes espacios de zonas naturales para suavizar la rigidez del concreto y el metal, pero por dentro son sistemas complejos que sacan provecho a cada corriente de aire que roza la estructura (para ventilar el interior y reducir la climatización artificial), a cada rayo de sol (para iluminar de manera natural los espacios) y cada chorro de agua (para proteger tan preciado recurso).
Como un guayaco curioso
Ken Yeang emite sus opiniones durante una visita a la facultad de Comunicación y Televisión de la Universidad Católica, adonde llegó para cumplir entrevistas en la radio y televisión de esa entidad educativa.
La Revista de EL UNIVERSO tuvo la oportunidad de conversar con él en plena cabina de radio, sentadito frente al micrófono, durante 17 minutos y 27 segundos que dedicó también a comentar sobre su reciente recorrido pedestre por las calles de Guayaquil, como cualquier turista curioso.
Esa caminata lo llevó por el malecón Simón Bolívar para sorprenderse por la inmensidad del río Guayas, a perseguir con la mirada a las revoltosas iguanas del parque Simón Bolívar, a tomarse una foto en blanco y negro con uno de los tradicionales fotógrafos del parque Centenario… en fin, a conectarse emocionalmente con esta urbe que también observó con su mirada profesional.
“Yo creo que Guayaquil es relativamente una ciudad verde. Todo depende de mantener siempre el aire limpio, la tierra limpia y el agua limpia. Claro que existen otros problemas, problemas de pobreza, de inequidad, de higiene, de suministro de agua limpia, pero eso sucede en todo el mundo. Mientras tengamos aire limpio, tierra limpia y agua limpia, los demás problemas serán más fáciles de resolver”, indica sobre esta ciudad que agrega también debe enfrentar el desafío de reconectarse con su pasado natural, tratando de rescatar algo del ambiente que la abrazaba con dulzura hace 100 o 200 años, abriendo más zonas naturales, plantando especies vegetales nativas, incrementando la biodiversidad en todo sentido posible, para lo cual propone desarrollar largos corredores de vegetación que se integren a la rutina del ciudadano que transita por calles y aceras.
El ecodiseño busca que las construcciones del ser humano se integren perfectamente con el entorno natural”.
Ken Yeang
Tal es parte del camino para crear una “interacción vibrante, una fusión vibrante entre la sociedad humana y el ambiente natural”, la cual necesita que las ciudades y los edificios busquen fuentes de energía renovables, ya que “no podemos seguir dependiendo de combustibles fósiles. Puede sonar casi imposible, pero debemos intentarlo”.
Yeang se acerca ligeramente al micrófono para subrayar el compromiso que existe con el agua. “No podemos depender del agua de los ríos, del agua de la tierra; Guayaquil recibe mucha agua de lluvia a lo largo del año. Sería conveniente recolectarla. Debemos procurar que el agua que está en la tierra se quede en la tierra, debemos recargar la tierra de agua”.
Excesos y desperdicio
La recomendación apunta ahora al uso de materiales. “Debemos reciclar lo más posible. Si yo le pregunto, adivine cuál es el país con mayor nivel de reciclaje del mundo. Quizás piense que es Alemania o Japón. Pero no es verdad. Es Bangladesh. La gente de ese país considera valiosa cada cosa que utiliza. Y si uno piensa así, entonces deja que desechar los objetos”.
El experto destaca que los hábitats naturales inalterados por el ser humano tienen la virtud de no producir desperdicios. Todo se utiliza. Es así que el desecho de un organismo se convierte en el alimento de otro.
Sin embargo, el hombre ha generado un sistema que produce todo tipo de desperdicios: somos como una vomitadora de basura. Y esos desechos no pueden desaparecer, deben ir a alguna parte, así que terminan contaminando la tierra, el aire o el agua, justo aquello que debemos proteger.
Las sociedades consumistas aún no entienden que cada objeto que se arroja pueder tardar cientos de años en biodegradarse, suponiendo una carga excesiva al planeta, situación que se vuelve más preocupante al observar que compramos el doble de los artículos que realmente necesitamos, se lamenta Yeang, agregando que tal visión se aplica también a los alimentos, que a menudo son desperdiciados sin ningún remordimiento.
El único exceso que debería existir es el de voluntades para, unidos en un solo propósito, buscar soluciones a los problemas que afectan a las sociedades desarrolladas. Un punto positivo es que el debate ha comenzado, indica, permitiendo que haya una veintena de arquitectos como Yeang por el mundo promoviendo este tipo de proyectos.
“Sin embargo, el diseño sostenible aún resulta incomprendido”, dice el experto. “Hay quienes piensan que un edificio es sostenible por usar energía solar o molinos de viento. Pero es mucho más complejo. Mi generación está aprendiendo de la práctica. Nadie nos enseñó. Y los actuales estudiantes de arquitectura están aprendiendo en las aulas”. Tal evolución, agrega con su voz tierna, provocará que en 10 o 15 años haya una mayor conciencia sobre edificios sostenibles.
“Estas obras sobre todo buscan brindar placer a las personas, hacer que sus sueños se hagan realidad, porque la arquitectura debe, sencillamente, provocar felicidad”.
Sitio web: trhamzahyeang.com