Drogas

02 de Marzo de 2014

Recuerdo que en mi época del colegio hace 30 años circulaba una volante con un chico guapo atrapado por las drogas, que cambiaba la faz poco a poco hasta quedar horrible. (‘La enfermedad de la adicción’, febrero 23). Además, en ese entonces, a los padres les daba vergüenza aceptar que uno de sus hijos consumía drogas y por eso no lo encerraban como ahora se ve. Las drogas destruyen la vida propia y la de las familias. Pocas son las personas que logran salir de ellas, aun con secuelas, lo mejor es buscar a Dios, Él es el único que cambia, restaura, limpia las vidas y nos saca de ese mundo. Es cierto que los tiempos cambian, pero el amor por los hijos nunca debería hacerlo. Si es necesario, hay que reprenderlos, estar atrás de ellos y orar mucho a Dios para que los cuide y los proteja.
Jacinto Villalba

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