Fue al teatro
En las semanas recientes tuve el gusto de asistir a dos obras de teatro que me dejaron muy buena sensación. Estas fueron Rabia y El Cíclope. (Columna Ojos Secos de Mercucio, mayo 20). La primera fue una adaptación venida del cine y realizada para el teatro por el mismísimo Sebastián Cordero, quien nos dio la bienvenida. Me sorprendió el protagonismo que tuvo la casa Cino Fabiani (lugar de la presentación) para el desempeño de la obra, ya que los espectadores debíamos desplazarnos por las diversas habitaciones (y hasta asomarnos por la ventana hacia la calle de Las Peñas) para observar los acontecimientos de esta interesante historia llena de drama y suspenso. ¡No me lo esperaba! El teatro guayaquileño siempre ha sido muy convencional, eminentemente cómico, y mientras caminaba hacia los diferentes espacios de Rabia me ponía a pensar en el gran desarrollo que en los últimos años estamos observando en las tablas de nuestra ciudad. Así también me ocurrió cuando veía El Cíclope en el Teatro Sánchez Aguilar. Esta obra del español Ignasi Vidal sorprendió a los espectadores con una escenografía basada en tablones que los actores levantaban a manera de muros, según avanzaba la obra, y ellos mismos escribían en tales superficies para anunciar el número de la escena (1, 2, 3...) y el tipo de lugar donde se desarrollaba el acto (Bar, Inmobiliaria, por ejemplo). ¡Qué buena estrategia para cambiar los ambientes! Además, los actores (entre ellos había nombres como Jaime Tamariz y Alejandra Paredes) parecían jugar como niños entre cada cambio de situación, reemplazando así la típica estrategia de apagar las luces para preparar la nueva escenografía. Propuestas así suman positivamente en esta ciudad, nos brindan variedad. Definitivamente, el teatro guayaco está evolucionando.
Carlos M.