Heredero de los deportes náuticos en Salinas
Él, junto a su hermano Francisco, es heredero de Juanito Bazán, el pionero de las academias de deportes náuticos en Salinas.
Su vida corre sobre las olas. Sobre las del mar azul de Salinas. Jimmy Bazán Suárez –al igual que su hermano Pancho– ha heredado de su padre el amor de vivir junto al mar y los deportes náuticos. Es un líder playero curtido por el trabajo bajo el sol. Es lo que lo mantiene vivo como una ola.
Ese sábado que el sol está medio atrapado por nubes grises, Jimmy Bazán, quien hace 55 años nació en este balneario, evoca: “Yo desde muy pequeño, a mis 8 años más o menos, empecé a frecuentar la playa, a nadar. A travesear con Francisco (Pancho), mi hermano mayor que ya trabajaba con mi papá. Siempre me trepaba en los botes a pasar el combustible. Así poco a poco, también me nació esquiar”.
¿Pero quién fue Juanito Bazán? Era un hombre sencillo. Un personaje popular forjado a pulso del trabajo. Cuando uno preguntaba por él, todos en Salinas lo conocían y le indicaban dónde encontrarlo: en la playa y bajo la carpa de su academia de esquí.
Aunque su nombre verdadero era Maximiliano Bazán Lino todos lo conocían cariñosamente como Juanito Bazán. Murió hace 10 años y fue el pionero de los deportes acuáticos en ese balneario.
En los años setenta, comenzó alquilando botes a remo. Después fue el primero que instaló en la playa, una academia de deportes marinos. Luego otros siguieron su ejemplo en Salinas y Chipipe.
“Cuando él comenzó, nos contaba que Salinas era un paraíso donde no había tantos edificios y se gozaba de la playa. Llegaban pocos turistas, la gente se acostaba en la playa, se dormía y nadie tocaba sus cosas”, recuerda Jimmy que les narraba su padre.
Refiere que Juan Bazán en la academia se encargaba de impartir las clases teóricas de esquí. Las prácticas eran mar afuera y estaban a cargo de sus ayudantes y luego de su hermano y él. Las clases de su padre eran sencillas, por ejemplo: no pararse recto cuando recién se estaba aprendiendo a esquiar, cómo utilizar el chaleco y los esquíes. O indicaciones útiles como: si un alumno sentía que se iba a caer, soltara el cabo que el bote regresaría a recogerlo. La sentencia preferida de Juan Bazán era: El mar es sagrado, hay que respetarlo mucho, con el mar no se juega.
Un semillero de deportistas
Esa tarde, Jimmy Bazán está rodeado de sus alumnos, que lo escuchan contar que a los 14 años empezó a participar en competencias junto a su hermano, que ese fin de semana lamentablemente no está en Salinas. “Esquiaba a fondo, con el esquí hacíamos locuras con Pancho”. Siempre permanecía en la playa manejando los botes que alquilaba su padre o dando clases de esquí. En esa época el esquí era un boom como ahora es el wakeboard –tabla sobre la que se hace acrobacias, giros y saltos–. Señala que hasta hace dos años compitió en el lago San Pablo proclamándose campeón nacional en slalom y que por una lesión en su rodilla ya casi no practica barefoot.
Desde que falleció Juan Bazán, Jimmy y su hermano Pancho están a cargo de la academia. Es un negocio familiar, aunque cada uno da clases en su propia lancha.
Durante la temporada playera alquilan sus embarcaciones por $ 40 la hora a los que saben esquiar. También enseñan a a niños a partir de los 6 años.
Los cursos duran una semana o el tiempo que requiera el cliente. Jimmy Andrés y Jamie, hijos de Jimmy, dan clases pero en lanchas privadas. Ambos son deportistas. Aunque Jimmy Andrés está ahora más dedicado a sus estudios. En cambio Jamie desde los 13 años practica el esquí y ha representando al país en competencias internacionales como en los juegos bolivarianos, panamericanos y sudamericanos.
“En Sudamérica está en el cuarto lugar, a nivel bolivariano en el segundo. Además compitió en Italia donde a nivel mundial quedó catorce entre 48 competidores. Él es el orgullo más grande que tengo, Jamie a los 14 años empezó a competir de verdad”, confiesa como padre.
Lo suyo es vivir el deporte náutico. Ha trabajado en otros ambientes pero no se acostumbró estar lejos del mar. Bazán Suárez es un pez en el agua. Por eso en su escuela de esquí acuático entrena a jóvenes deportistas y selecciona a los mejores para que en la Federación Nacional de Esquí Acuático sean preparados por profesores extranjeros para participar en competencias nacionales e internacionales. Pero espera en breve conformar en Salinas la Federación de Esquí Acuático de la Provincia de Santa Elena.
“La idea es contar con nuestro propio presupuesto y una buena lancha –manifiesta con entusiasmo Bazán ante sus pupilos– Nosotros no nos podemos quedar atrás, hemos esperado tanto tiempo, ahora es cuando”.
Pues Bazán durante todo el año entrena a un grupo de 12 deportistas de 14 a 18 años. Muchachos salen del colegio a las dos de la tarde. A las tres y media ya están en la playa y estrenan hasta las siete y media de la noche.
“Mi escuela es un semillero. Ellos tienen el gusto de practicar este deporte. No sienten que el mar está picado, ni que en verano hace frío. Nada de eso nos interesa, la cuestión es ir al mar y entrenar”, asevera Jimmy Bazán en la playa del mar azul de Salinas. Él y esos jóvenes deportistas son felices en ese mar sagrado al que le ofrecen sus sacrificios y futuras victorias.