La reina del volante
Ella es esposa, madre, abuela y conduce una motocicleta tipo auto por las calles de Samborondón.
Cuando Nora conduce a Blanquita –su moto tipo auto– por las calles de Samborondón, ella es la reina del volante. Reina porque hay unas 400 motocicletas que transportan pasajeros manejadas por hombres. Ella es la única mujer al volante, la reina del gremio.
Nora Cedeño Burgos nació hace 48 años en Babahoyo. En 1986, cuando se unió a su esposo, se estableció en Samborondón. Tiene seis hijos y siete nietos. Esposo, hijos y nietos, todos nacieron en Samborondón. Por eso asegura: “Me siento más samborondeña que el propio samborondeño”. Además, por su profesión conoce al pueblo de cabo a rabo.
Meses atrás, por casualidad, me embarqué en su vehículo todo pintado de blanco, y curioso –como todo cronista– medio me enteré de su vida. Después supe que la llamaban la Reportera del Crimen.
Hace un par de sábados, ni corto ni perezoso, fui tras su historia. Aquí les va.
Cuenta que siempre andaba con su pequeña cámara de rollos porque le gustaba fotografiar a sus hijos. Así se fue aficionando y aprendiendo fotografía. En 1999, el actual alcalde José Yúnez la nombró reportera gráfica del Municipio y se hizo conocida. Tanto que en el 2003, unos reporteros del diario Extra le propusieron que fuera corresponsal de crónica roja. Entonces entró en escena la Reportera del Crimen. Cuando ocurría una muerte violenta en Samborondón y sus alrededores, Cedeño iba a la morgue o al lugar de los hechos, tomaba fotos, recogía la información y transmitía la noticia por vía telefónica, enviaba los rollos en las cooperativas de transporte o ella misma acudía al periódico llevando su sangrienta exclusiva. Ganaba poco, pero le gustaba ver sus notas en primera plana. “Así estuve tres o cuatro años, y me retiré. Me gustó y me gusta, pero implica mucho peligro y responsabilidad”, comenta la exreportera del crimen.
De pedalear triciclo a reinar en moto
A su vida como conductora entró pedaleando. Cuenta que tenía un triciclo en el que paseaba a sus hijos pequeños, y cuando iba a comprar al mercado aprovechaba y hacía unas carreras de cachuelos. En esa época rodaban unos 100 triciclos por Samborondón, el valor de la carrera era según la distancia y la carga. En el 2005, Nora ingresó a una asociación de transportistas, fue elegida secretaria y en una asamblea planeó utilizar como vehículo la tricimoto de cadena –que ya rodaba en Pascuales–. Todos aprobaron su idea. Después de los consabidos malabares burocráticos lograron un crédito bancario y adquirieron las motos.
Actualmente, la asociación se ha transformado en la compañía Samboronmoto y por exigencia de la Agencia Nacional de Tránsito han empezado a utilizar motos homologadas –motocicleta tipo auto–. “Estos vehículos vienen de la India y atrás tienen un solo asiento para tres pasajeros. Aunque cuando son cuatro, yo ubico a uno a mi lado y siempre hago la broma: Siéntese al lado mío, pero no me pellizque”, cuenta entre risas.
Todos los días trabaja de 06:00 a 19:00, con sus debidos descansos. Recuerda que cuando comenzaron las motos eran una novedad y tenían tantas carreras que rodaban hasta la una de la mañana.
Dice con orgullo que en Samborondón es la única mujer que maneja este tipo de transporte público. “Otras quisieron seguir mis pasos, pero no continuaron, tiraron la toalla. Yo aquí sigo siendo la reina del volante”, asegura, y recuerda cuando José Delgado le hizo un reportaje en el que la mostraba manejando, y por sus siete nietos y su cabellera canosa la llamó Superabuela al Volante.
Cedeño no cree que las mujeres al volante son un peligro constante. Dice que a ella los choferes la han chocado y de chapa no han querido pagar los daños físicos y materiales. “Una vez un señor que manejaba una moto normal no respetó un pare y me chocó, dañando la parte frontal de la cabina de mi moto. Incluso me causó heridas en un brazo y una pierna. Estaba reacio a pagar. Cuando apareció el vigilante, me dijo: Ah, o sea que tú lo chocaste. Y yo lo aclaré: Corrección: me cho-ca-ron, no me choqué. Le expliqué cómo había sido el accidente y me dijo: Tú tienes las de ganar porque vienes en vía y tu documentación está al día. En cambio, la moto no tenía ni la partida de defunción y peor la de nacimiento. Todo fue favorable para mí”.
Así, Cedeño ha vivido algunas experiencias al volante, como cuando le chocaron a su Blanquita que estaba nuevecita, a tres días de andar rodando.
Como conductora no se limita a las carreras normales por Samborondón, sino que propone paseos turísticos a nacionales y extranjeros que visitan el pueblo. Los lleva a conocer un taller de alfarería, una panadería a leña, los talleres de los carpinteros navales a orillas del río y finalmente a un restaurante a probar comida típica.
En todo este ir y venir a Nora Cedeño por sus oficios la han llamado La Fotógrafa, La Reportera del Crimen, La Única, porque ese era el nombre de su primera moto, y la Superabuela. Pero nadie duda de que en Samborondón ella es la reina del volante.