Ricardo Velástegui: Lo suyo es el teatro
Tras una larga temporada en Quito, el actor Ricardo Velástegui regresa a su ciudad natal como parte del elenco de TOC, TOC. Esta obra tendrá dos funciones en el Teatro Centro de Arte.
Seis meses fue todo lo que duró en un trabajo de oficina. “¡Era como tener a un mono encerrado en cuarto! No podía... y me boté”. Esa fue la primera, y única, incursión de Ricardo Velástegui en un empleo alejado de la actuación. También quiso ser marino, pues se sentía atraído por el régimen y la disciplina militar, pero una vez más se dio cuenta de que no era lo que quería.
Para este actor guayaquileño de 28 años, la actuación siempre fue algo real. Un objetivo, un propósito, un futuro siempre ligado al teatro como la experiencia artística esencial. Y comenzó a programarlo, profesionalmente, desde que terminó el colegio, pues ya desde la escuela siempre era el elegido para participar en varias presentaciones.
Tras los fallidos intentos de escoger otro camino laboral, arrancó sus estudios en el Instituto Superior de Estudios de Televisión (ITV) donde se graduó en la carrera de Actuación y Dirección Escénica. Allí también conoció al actor Víctor Aráuz con quien formaría el grupo de teatro Actantes, junto con Luis Fernando García.
Ya en esa época, Ricardo sentía el gusto por escribir guiones y, precisamente, una obra de su autoría, fue su tesis de grado: Las fachas engañan. Se trataba de una comedia que escribió específicamente para que Aráuz fuera su personaje principal. “Era una obra sencilla, de pocos personajes, pero cuando se dio la oportunidad de presentarla como mi tesis, la trabajé más y ese fue mi proyecto”. Esta pieza también se presentó posteriormente en el Teatro del Ángel. “Queremos montarla nuevamente, pero tenemos que ver cómo estamos de tiempo”, comenta.
Esta faceta de guionista, dice Ricardo, ha sido vital dentro de su carrera. “Siempre he creído que el actor debe tener un poco de todo. Si eres director y actor es mejor. Si eres actor, director y libretista, es muchísimo mejor porque conoces cómo se desarrolla todo”.
Su encuentro con la televisión llegó al formar parte del elenco de algunas producciones de TC Televisión: Kandela (2009) y Fanatikada (2010) donde actuó junto a Adriana Bowen, su esposa, y madre de su hija Doménica, de 1 año y 2 meses. Hasta ahora, su primogénita parece seguir los pasos de su padre, pues a su edad ya ha grabado dos comerciales. “Solo falta que cuando crezca me diga que quiere ser veterinaria... ¡Allí sí me suicido”, dice, entre risas.
Más recientemente, Ricardo colaboró también como guionista en algunas producciones para Ecuavisa. “Escribí para Beto, el feo y luego pasé a la siguiente comedia que fue Así pasa, donde escribí toda la primera temporada junto a otros libretistas”, explica. Además, tuvo la oportunidad de aparecer frente a las cámaras en un episodio de Secretos y también grabó dos capítulos de Milagros, una producción aún por estrenar del mismo canal. Y aunque no descarta volver a trabajar en este medio, confiesa que por ahora no hay ningún proyecto en el que le gustaría participar. “Yo vivo encantado en el teatro, la televisión es otra cosa”, afirma. “Respeto mucho este medio y el trabajo de mis colegas, pero como actor hay muchas limitantes. Como artista siempre nos frenan y tenemos que trabajar bajo condiciones que el público propone, no podemos explorar más cosas, sobre todo en este medio en el que no arriesgamos por miedo al fracaso”.
Sobre las tablas
En los últimos meses Ricardo descubrió lo que significaba padecer un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Esta revelación llegó gracias a un taxista llamado Camilo, su personaje en TOC, TOC, una obra original del dramaturgo francés Laurent Baffie.
Camilo tiene que sumar todo lo que ve para poder vivir tranquilo. “¡Hasta las rayas que ve en el piso! Tiene una obsesión con los números, así que él cuenta todo y lanza una cifra”, explica el actor.
Esta pieza fue puesta en escena por la compañía quiteña El Teatro, bajo la dirección de Christoph Baumann en cartelera más de tres meses. Y esta semana llegan a Guayaquil para ofrecer dos funciones en el Teatro Centro de Arte, el jueves 17 y el viernes 18. Junto a Ricardo, estarán en escena, José I. Donoso (Fred), Sonia Valdez (Blanca), Cristina Rodas (Lili), Pancho Arias (Pepe) y Paty Loor (María).
¿Que si hay alguna diferencia entre el público de Guayaquil y el de Quito? Ricardo cree que se trata más de un asunto de costumbre. “Allá existe el hábito de ir al teatro, así como ir al cine o a diferentes partes, allá destinan un espacio de su tiempo para ir al teatro”.
Este hecho, dice, resulta beneficioso para que las obras puedan mantenerse y presentarse durante varios meses. Algo que, a su vez, enriquece el trabajo del actor.
“Te permite llevar un proceso en el que puedes realmente construir un personaje”, dice. “Porque el momento en que un actor goza realmente de su personaje, es cuando está el público en frente. Puede irle quitando o agregando cosas, pero si una obra queda en tres o cuatro funciones, ese proceso no logra completarse”, asegura. “Para mí es un desastre y es una pena. Es un atentado hacia el actor y a su preparación de varios meses para la obra”.
Entre las figuras más importantes dentro de su formación actoral, Ricardo destaca al cubano Leopoldo Morales, quien fue su profesor en el ITV, y también al estadounidense Steven Ditmyer.
Este último estuvo en el país en el 2011 para dictar un taller relacionado con la técnica Meisner en el Teatro Centro de Arte.
“Creo que su llegada fue una gran influencia para Guayaquil, fue el empujón que necesitaban algunos grupos de teatro para salir de donde estaban escondidos”, comenta. “En sus talleres nos conocimos entre varios actores que no nos habíamos visto antes y coincidió con su visita que el teatro en Guayaquil comenzó a moverse. Fue una gran motivación”.
La participación de Ricardo en los escenarios es amplia. Hizo teatro clásico en Las Burladas por Don Juan, una producción del 2013 del Teatro Sánchez Aguilar en la que fue dirigido por la española Lucía Miranda. “Trabajar en un teatro grande, con una obra en verso, implica mucho más trabajo”, expresa. “Yo era Don Juan y no paraba en todo el día, fueron realmente aproximadamente dos meses de trabajo a full”, expresa.
Unos meses antes, se acercó a la obra del dramaturgo estadounidense Tennessee Williams en el Zoológico de Cristal. Al rememorar este papel, Ricardo lo califica como una obra mágica, a la que recuerda con una sensibilidad especial, pues la trama logró conmoverlo, incluso sobre el escenario. Es por eso que lamenta las pocas funciones que tuvo la obra. “Fue muy breve”, confiesa. “Fue muy triste dejar tanto trabajo en siete funciones y me habría gustado poder hacer una temporada más larga”. Siguiendo con la obra de Williams, admite que Stanley Kowalski, de Un Tranvía Llamado Deseo es otro rol que le gustaría asumir.
En el 2012, Ricardo tuvo la oportunidad de interpretar “uno de esos papeles que siempre se esperan como actor”, dice al referirse a H, su personaje en Cock, obra en la que actuó junto a Luciana Grassi y Juan Pablo Asanza y que también fue llevada a Quito, Cuenca y Manta.
“Fue el rol que terminó siendo un reto pues no se trataba de un estereotipo. Mi personaje era un homosexual muy cercano a la realidad y no a lo que las personas puedan ver en la televisión”, comenta.
Tampoco ha dejado la comedia y la improvisación. Así formó parte del elenco de Actores en desespero (2012), dirigida por Luisa Cuesta y también Shuaaaa! (2013), creada por Actantes.
Siempre actor
Ricardo no imagina un mañana en donde no tenga que subirse a un escenario o pararse frente a una cámara y darle vida a un nuevo personaje. Ha hecho de la actuación, no solo su carrera, si no su vida. “Es lo que quiero hacer hasta que muera”, afirma. “Como en cualquier otra profesión, solo dependerá de ti, en esforzarte hasta conseguirlo”.
El cine es su única área pendiente por ahora, pero ya se encuentra en proceso de financiar la película que escribió y que, a futuro, prevé comenzar a rodar.
“Es lo que quiero hacer (actuar) hasta que muera. Como en cualquier otra profesión, solo dependerá de ti, en esforzarte hasta conseguirlo”, Ricardo Velástegui