Un gallo cantor con voz de guitarra

26 de Agosto de 2012
Texto y fotos: Jorge Martillo M.

Historia de un agricultor que entre sembríos y gallos de pelea canta, emite los sonidos del requinto y la guitarra y compone sus canciones sin haber ido a la escuela.

Él nació con una guitarra adentro. Ocurrió hace 64 años en el recinto Boca de Caña, Samborondón. Sus padres lo bautizaron como Luis Moncada Miranda. Pero todos lo conocen como Gallo Giro.

Tras sus huellas acudí el pasado fin de semana. El sol incendiaba los arrozales de la zona. Ese día, el contiguo pueblo de Tarifa estaba de fiesta con desfile, pelea de gallos y artistas internacionales por la noche.

Por ese motivo, Luis Moncada lucía sus mejores galas. Sobre todo un sombrero de cuero adornado con las plumas de sus gallos.

Él vive con Zenaida Miranda, su madre de 104 años de edad, otros familiares y sus aves de riña. Desde los 15 años es aficionado a los gallos. Es pequeño de estatura, pero vivaz y con facilidad de palabra. Nunca se casó ni tiene hijos, dice que es estéril. Se gana la vida sembrando arroz en una media  cuadra que heredó de Alfredo Moncada, su padre, quien le enseñó a cultivar arroz y maíz.

“Cuando siembro, a las cuatro de la mañana ya estoy despierto, cojo mi machete y a las seis me voy a trabajar hasta las tres o cuatro de la tarde”, cuenta rodeado por sembríos de arroz ahora amenazados por la plaga del caracol que se mete en la tierra como una tortuga. “Usted lo fumiga y vuelve a salir”, se lamenta Gallo Giro. Él no sabe leer ni escribir, acepta que nunca le gustó ir a la escuela. Cuando tenía 12 años, su padre le dijo: “Bueno, mijo, si no quieres ponerte a estudiar, vamos a trabajar”. Desde entonces, como todo buen campesino, trabaja bajo el sol.

Gallo que no canta,
algo tiene en la garganta

A Luis Moncada de niño no le gustaba ir a la escuela. Pero sí acompañar a su abuelo José Moncada, quien era gallero. “De pequeño me empezó el gusto de andar con los gallos evoca emocionado– y aprendí a corretearlos, a cuidarlos”.

Cuenta que los alimenta con maíz, morocho, huevo cocinado; que todos días los entrena media hora; que para que tengan el cuero fuerte les frota limón y puro; que les da vitaminas; y que cuando los lleva a pelear es cuestión de suerte y nada más.

A los 15 años empezó a criar  sus gallos de pelea. Ahora solo tiene dos. Pero  no siempre fue así. “He tenido bastantes. En mi sombrero tengo sus plumas, cada vez que ellos ganan, les saco la guía y la pongo ahí”, dice mostrando esa prenda adornada con plumas de diversos colores y dejando visible su cabellera canosa.

Los fines de semana acude a las galleras Espuela Brava, en Samborondón; Cataplasma, en Tarifa; Gallito de Oro, en El Fortín, Guayaquil, entre otras. No solo va a jugar gallos y apostar. Entre pelea y pelea, canta. Porque de su padre también heredó el canto.

“Hace unos 30 años me llaman Gallo Giro por las plumas que le pongo a mi sombrero y porque canto. Cuando voy a las galleras me dicen: ‘Ya pues, Gallo Giro, tírate una’. Y de una empiezo a cantar, como yo mismo hago de guitarra, ni músicos necesito. La gente me aplaude y tira algún billete, a veces me hago 50 o 100 dólares y ya tengo para mantener a mi viejita”, cuenta Luis Moncada, el Gallo Giro que canta con voz de guitarra.

Él nació con los sonidos de la guitarra adentro. De muchacho, como todo cantante, quiso aprender a tocar este instrumento. Sus maestros fueron Luis y Adolfo Borges, guitarristas del recinto Monte Alto. “Ellos me enseñaron, pero como nunca pude aprender a tocar –explica Gallo Giro–, la música se me grabó en la mente y aprendí a tocar con la boca nada más”. Es cuando empieza con su voz a producir con bastante fidelidad los sonidos iniciales de guitarra y el requinto de un tema rockolero que después canta: “Desde que tú te fuiste/ yo me quedé llorando/  y no hallé consuelo para mi pobre corazón”.

Cuenta que también lo contratan para que cante acompañado por dos músicos: guitarra y requinto. Anima cumpleaños, fiestas y otros tipos de veladas interpretando de todo, pero especialmente pasillos, valses, boleros, música ranchera y rockolera.

Los que deseen conocerlo y escucharlo, hoy y mañana, Luis Moncada –junto con otros talentos montubios– se presenta en el festival internacional Un Cerro de Cuentos, que este año rinde un homenaje a la oralidad de Samborondón. 

“Él es la representación del montubio, que pese a las dificultades tiene capacidad para compartir, sonreír y cantar. Nos resulta asombrosa su capacidad musical, el oído que le permite pasar de la melodía de una canción al tono que requiere e imitar el sonido de la guitarra o del requinto con la boca”, refiere sobre Gallo Giro, Ángela Arboleda, narradora y organizadora de este noveno Encuentro Internacional de Narradores Orales 2012.

Pero además de ser tan curioso intérprete, Gallo Giro es compositor. “Cuando estoy trabajando en mi cuadrita, tirando machete, estoy componiendo, se me queda en la mente y de tarde, cuando llego a mi casa, me pongo a cantar y yo mismo le pongo música”, de esa manera es autor de los pasillos Por qué te fuiste, Como una flor, A mi linda Tarifa, Mujer infiel y el pasacalle Humilde agricultor.  No le gusta cantar sus composiciones ante una grabadora. Cuenta que una vez lo hizo y otro cantante grabó su tema como propio y él no ganó ni para las colas. Sueña algún día  grabar sus propias melodías.

Ese mediodía, el sol cae feroz sobre los arrozales de Boca de Caña que danzan agitados por el viento. Ante mi insistencia, Gallo Giro canta Humilde agricultor, tema que da cuenta de su trabajo en la siembra: “Voy a las seis de la mañana/ voy con rumbo a laborar/ con mi machete en la mano/ voy airoso a trabajar/ con mi machete en la mano/ voy airoso a trabajar./ Y cuando llegan las doce/ rumbo a mi casa llego bien/ donde me espera mi amada, mi madrecita también”. Después de esa primera estrofa, la voz de Gallo Giro se convierte en el sonido de la guitarra con la que nació por dentro.

 

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