100 años después
El 15 de octubre de 1917, la bailarina exótica y cortesana Mata Hari fue ejecutada luego de ser acusada y juzgada como espía. 100 años después, un museo de Países Bajos recuerda su historia y muchos medios reflexionan sobre su vida.
Alta, morena y no exactamente bonita, pero irresistiblemente atractiva. Una personalidad electrificante con ese truco para atraer publicidad. Margaretha Geertruida Zelle, nacida en una casa en De Kelders, un canal en Leeuwarden (Países Bajos) en 1876, fue una tremenda sensación en París antes de cumplir 30.
Ella hechizó la alta sociedad con sus bailes exóticos, los cuales usualmente la incluían a ella, quitándose lentamente su ropa. Los periódicos le dedicaron interminables columnas a la misteriosa Mata Hari, el nombre de Margaretha sobre el escenario.
Durante 10 años, el nombre Mata Hari fue sinónimo de entusiasmo, glamur y sensualidad. Pese a ello, sus numerosos y muy públicos affairs con hombres de uniforme, de varias nacionalidades, levantaron la sospecha de los servicios secretos y, durante la Primera Guerra Mundial, Mata Hari fue ejecutada por un escuadrón en los campos alrededor de París.
Una vida de aventura, sexo, suspenso y furor es el material perfecto para una película. Catorce años después de que fuera ejecutada, la compañía Metro Goldwyn Mayer (MGM) comenzó a realizar la investigación de base para hacer una cinta sobre su vida, protagonizada por dos grandes nombres en aquella época: Greta Garbo y Ramón Navarra.
Un joven empleado de MGM con ascendencia holandesa, Sam Wagenaar, llevó a cabo la investigación. Entrevistó a personas que habían conocido a Mata Hari y terminó conversando con su asistente personal en una pequeña población de Limburg. Esta señora, entonces de edad avanzada, había trabajado para Mata Hari en su apogeo, después de 1905. Al final de la conversación, ella le entregó a Wagenaar, un cuaderno grueso y pesado que había sido el álbum de recortes de Mata Hari durante sus viajes por Europa.
Wagenaar estaba fascinado por los recortes que eran el registro personal de Mata Hari de su vida pública, con muchas fotografías, volantes anunciando presentaciones, reseñas y telegramas. Y por supuesto, notas y cartas de famosos amantes y admiradores como el Barón Henri de Rotschildt, los compositores Massenet, Puccini, y Gaston Menier, cabeza de la compañía Menier de Chocolate. Mata Hari había agregado sus propias notas manuscritas.
Wagenaar llevó estos libros a Hollywood, donde fueron almacenados en las bóvedas del Banco de América, durante toda la Segunda Guerra Mundial. Wagenaar legó su colección ‘Matahariana’ al Museo Fries. Los recortes de los que Mata Hari estuvo más orgullosa están expuestos para que el público los vea en el salón dedicado a la hija más famosa de Friesland. También han sido digitalizados en su totalidad y los visitantes pueden navegar entre ellos, a través de sus versiones virtuales.
“En la colección tenemos sus notas del colegio y podemos ver que era muy buena en idiomas. Ya en su niñez tenía un sentido internacional de la vida y aprendió el arte de la presentación”, explicó a Efe el director del Museo de Frisia, Kris Callens.
La pinacoteca ha reunido decenas de sus objetos personales, fotografías, álbumes que ella misma hacía de artículos periodísticos alabando sus actuaciones e informes militares dando cuenta de sus trabajos para los servicios secretos.
“La idea de la exposición es que caminas con ella a lo largo de su vida. No era solo una espía o una bailarina”, puntualizó a Efe el conservador del museo Yves Rocourt. “También fue una pequeña niña de Frisia que tuvo una infancia feliz, que se convirtió en madre más tarde y que pasó por casi de todo en su juventud”, añadió.
Varios hechos hacia el final de su adolescencia truncaron esa idílica infancia debido a que en menos de tres años su padre se arruinó, sus padres se separaron y su madre falleció.
Una parte de la muestra, que se enmarca dentro de las celebraciones de Leeuwarden como Capital Europea de la Cultura en 2018, está dedicada a la niñez y juventud de Mata Hari. Un álbum de poesía, un informe escolar o poemas escritos por ella misma, nos llevan a rememorar la feliz juventud de la pequeña Margaretha en su Leeuwarden natal. Asimismo, fotografías, cartas y objetos como un álbum que muestra la evolución de sus hijos, arrojan luz sobre su vida en las Indias Orientales y su papel como madre.
La exposición estará abierta hasta abril de 2018.
La idea de la exposición es que caminas con ella a lo largo de su vida. No era solo una espía o una bailarina. También fue una niña feliz, que se convirtió en madre y que pasó por casi de todo en su juventud”.
Yves Rocourt
Nueva evidencia
En la mañana del 15 de octubre de 1917, un vehículo militar gris salió de la prisión Saint-Lazare, en el centro de París. En él, acompañada por dos monjas y su abogada, iba una mujer holandesa de 41 años, con un abrigo largo y un amplio sombrero.
Una década antes, esta mujer tenía a los teatros de las capitales de Europa rendidas a sus pies. Fue una legendaria femme fatale, conocida por sus bailes exóticos, y entre sus amantes había ministros, empresarios y generales. (El Museo Guimet ha donado para esta muestra una estatua de Shiva y catorce marionetas wayang que formaban parte de la decoración durante sus actuaciones).
Pero cuando se inició la Primera Guerra Mundial, el mundo cambió. Ella pensó que podría seguir cautivando a toda Europa. Pero ahora, los hombres con sombrero de copa querían algo más que sexo. Querían información. Y eso significaba espiar.
¿Su crimen? Ser una agente pagada por Alemania, recopilar secretos de los oficiales aliados con los que se acostaba, y dárselos a los alemanes. Los periódicos sensacionalistas publicaron que era responsable de la muerte de miles de soldados aliados.
Pero las evidencias presentadas en su juicio, y otros docuttmentos, mostraron otra cosa: ella era una doble agente y pudo haber sido un chivo expiatorio. Ahora, exactamente 100 años después, el Ministerio de Defensa francés publicó documentos hasta ahora secretos que arrojan una nueva luz sobre la espía más famosa de todos los tiempos.
Entre los documentos liberados se incluyen las transcripciones de sus interrogatorios por parte del servicio de contraespionaje francés en 1917. Algunos se exhiben en una muestra en el Museo Fries de su ciudad natal, Leewarden, en Holanda.
También está el telegrama enviado a Berlín de un agregado militar alemán en Madrid que condujo al arresto de Mata Hari en un hotel en los Campos Elíseos, y que más tarde sirvió como prueba clave en su breve juicio.
A través de los años, muchos historiadores salieron en su defensa. Ella fue sacrificada, sostienen algunos, porque los franceses necesitaban encontrar un espía para explicar la sucesión de reveses en la guerra. Para las feministas, ella fue el chivo expiatorio perfecto porque el “libertinaje” hacía fácil etiquetarla como una enemiga de Francia.
Fue el telegrama de Arnold von Kalle, agregado militar alemán, el que la llevó a la ruina. En él, el oficial da a sus jefes en Berlín los detalles de un agente H21. Da direcciones, detalles bancarios y incluso el nombre de la fiel sirvienta de Mata Hari. Nadie que lo leyera tendría duda de que Mata Hari era el agente H21. Pero según algunos historiadores, el episodio completo del telegrama es sospechoso.
Después de la ejecución, nadie reclamó el cuerpo de Mata Hari. Fue entregado a la escuela de medicina de París, donde se usó en clases de disección. Su cabeza se preservó en el Museo de Anatomía, pero durante un inventario hace unos 20 años se reportó que había desaparecido. Se presume que fue robada.
En la colección tenemos sus notas del colegio y podemos ver que era muy buena en idiomas. Ya en su niñez tenía un sentido internacional de la vida y aprendió el arte de la presentación”.
Kris Callens
Fuentes: friesmuseum.nl, EFE, holland.com, BBC Mundo.