La dinastía Faber-Castell

10 de Abril de 2016
  • Anton-Wolfgang von Faber- Castell, como portada de un suplemento de negocios, en 2001.
  • Foto con el personal en Stein, por los 250 años de Faber-Castell.
  • Los caballeros medievales son parte de la imagen de la empresa.
  • El conde Anton-Wolfgang von Faber-Castell y su esposa, la condesa Mary, con sus hijos Katharina, Sarah, Charles y Victoria (2011).
Moisés Pinchevsky

La marca alemana Faber-Castell tiene 255 años. Su último gran líder fue el conde Anton-Wolfgang von Faber- Castell, fallecido el 21 de enero, a los 74 años.

Era 1758. El aprendiz de carpintero Kaspar Faber (1730-1784) se instaló en la pequeña localidad de Stein, situada al sur de la ciudad alemana de Nuremberg, y contrajo matrimonio con María Hopf (1718-1783), hija de un maestro artesano carpintero que se dedicaba al floreciente oficio de la fabricación de lápices.

El trabajo de su suegro quizás influyó en la decisión de Kaspar para realizar la misma actividad, en la cual adquirió tanta habilidad que se independizó tres años después, en 1761.

Así nació la empresa Faber-Castell, según narra el libro que el conde Anton-Wolfgang von Faber-Castell elaboró entre 2011 y 2013 para recopilar la historia de esta marca alemana con motivo de la celebración de sus 250 años de trayectoria.

Ese empresario, que durante 40 años fue presidente de la compañía, destacó la historia de su familia como portadora de una gran tradición. Pero también fue innovador. “Basándome en instrumentos de escritura de mis antepasados, para mí fue un desafío personal redescubrir dichos productos del pasado y transportarlos al presente con diseño atemporal y moderna tecnología”, señaló Von Faber-Castell en el texto, recordando que, por ejemplo, introdujo en el mercado el primer lápiz de mina fina con recarga automática.

Los primeros Faber-Castell

El legado que comenzó con Kaspar Faber continuó con su hijo Anton Wilhelm Faber, quien adquirió la propiedad donde hasta la actualidad funciona la matriz de la empresa, en Stein, en el estado de Baviera.

La tercera generación fue liderada por Georg Leonhard Faber, quien durante su gestión brindó importancia a la educación como medio para progresar. “Aprendan todo cuanto puedan aprender, ninguna suma de dinero será demasiado alta para ello”, indicó a sus hijos, Lothar, Johann y Eberhard.

El hijo mayor, Lothar, vivió tres años en París para aprender sobre métodos modernos de producción, presentación de productos y estrategias de venta. Luego de la muerte de su padre, en 1839, Lothar regresó a Stein para convertir a la fábrica en un moderno centro de producción, el cual empezó a imprimir la firma A.W. Faber sobre los lápices. Así nació el primer instrumento de escritura con marca.

Las nietas de Lothar provocaron la unión con el apellido Castell, ya que debido a la muerte de sus dos hermanos menores, el apellido corría riesgo de desaparecer. En 1898 la baronesa Ottilie von Faber se casó con el conde Alexander zu Castell-Rudenhausen, quedando autorizada la unión de ambos apellidos por por la Casa Real Bávara. Y cinco años después se casó su hermana menor, la baronesa Hedwig, con el conde Wolfgang, hermano de Alexander.

Elogios históricos

Esos son algunos datos de los inicios de Faber-Castell, cuyo lápiz recibió elogios de personajes relevantes de la historia, por ejemplo, del pintor Vincent van Gogh: “También quisiera comentarte acerca de cierto tipo de lápiz de Faber que hallé… Posee el grosor exacto; muy suave y de calidad superior a la de los lápices de carpintero, de un intenso color negro, y muy apropiado para trabajar en grandes estudios”, escribió el artista holandés a su amigo y mentor Anthon van Rappard en una carta fechada 14-15 de abril de 1883.

Otro importante elogio –más reciente– provino de la canciller alemana Ángela Merkel con motivo de los 250 años de Faber-Castell. Por mensaje audiovisual, ella dijo: “(Faber-Castell) Siempre ha confiado en el lema –y cito– ‘Hacer cosas ordinarias extraordinariamente bien’. Otra cosa inusual fue también la filosofía corporativa de ver la economía y la ética como dos carasde la misma moneda, y que mucho antes de que se inventara el término economía social de mercado, mucho antes de que la meta de la sustentabilidad estuviera en boca de todos, y aun mucho antes de la reciente crisis financiera y económica, ha subrayado claramente la importancia de la gestión económica responsable”.

Compromisos

Merkel alababa así los compromisos sociales de la empresa, los cuales llenaban de orgullo al conde Anton-Wolfgang, quien brindó importancia al ganar dinero de forma “decente”, con estrategias éticamente justificables.

Por ello, firmó en el 2000 un acta de compromiso laboral que dispone la prohibición del trabajo infantil, la igualdad de oportunidades y de trato para con todos los empleados, sin tener en cuenta religión, raza, sexo ni nacionalidad, la garantía de brindar condiciones de trabajo higiénicas y humanas y el pago de sueldos adecuados.

También inició programas de capacitación y alfabetización gratuitos entre sus colaboradores, y mantuvo con ellos un programa de voluntariado que, desde el 2001, se ejecuta en Brasil para la construcción y saneamiento de escuelas y orfanatos o la tutoría de niños procedentes de familias necesitadas. En Brasil y Colombia también financia programas de reforestación y protección de bosques, con lo cual invierte en restauración ecológica y, a la vez, se asegura de contar con madera de calidad para la fabricación de sus lápices.

“Nuestra marca es un sello de aprobación de productos del ámbito de la escritura, el dibujo y las formas creativas, que se destaca por la capacidad y la tradición, la calidad extraordinaria, la innovación y la creatividad, así como también la responsabilidad social y ecológica”, indicó el conde Anton-Wolfgang en aquellas memorias familiares, que ahora trasladan las competencias máximas de la empresa a sus hijos: Charles, Katharina, Victoria y Sarah, la novena generación Faber-Castell.

Todo esto convierte a un simple lápiz, a una marca, según el fallecido empresario, en “un acompañante para la vida”. (I)

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