Marcelo y Tania Tinoco
¿Por qué su mamá se enojó tanto cuando a los 15 años le participó su decisión de ser una periodista?
Ella decía, entre otras cosas, que a las periodistas les hacían ‘mala fama’. Y fíjese que tenía razón. Todos los sábados nos dicen mediocres, corruptos, parcializados, vendidos... puedo seguir.
¿Cuál experiencia fue más espantosa: su cobertura de la invasión norteamericana a Panamá para derrocar a Noriega o las cinco horas que estuvo detenida en Perú, acusada de ser una espía, durante la presidencia de Durán-Ballén?
El corazón casi se me sale en Panamá cuando me rastrillaron un fusil en la cara. Era un soldado y patrullaba las calles a oscuras y yo había desobedecido el toque de queda.
Veintinueve años en Ecuavisa. Saque de su anecdotario un episodio muy especial.
Para lograr una exclusiva me hice pasar por la esposa de un ministro. Al día siguiente se lo confesé al presidente. Eran épocas en las que uno podía conversar con los presidentes.
Alberto Borges se autodenominaba el Gallo del Cerro; y usted, que ahora dirige Telemundo, ¿con qué ave se identificaría y por qué?
Sin lugar a dudas con una lechuza. Tengo los ojos bien abiertos en las noches, especialmente.
A los 20 años lucimos el rostro que Dios nos dio; a los 40, el rostro que la vida nos dio. Próxima a cumplir 50, ¿con qué rostro entonces la mirará el espejo?
Con las arrugas que me he ganado por vivir con la conciencia tranquila.
Después de 20 años de matrimonio, ¿estaría de acuerdo en que nadie debe casarse con aquella persona con la que crea que puede vivir, sino que hay que casarse con aquella sin la cual no se puede vivir?
Podría vivir sin Bruce, pero una parte de mí habría muerto.
Amando tanto a Barcelona, ¿qué espera para lanzarse a la presidencia del club?
¡Que me entreguen las auditorías!... Ja, ja, ja… De fútbol y de cocina sé poco o nada, pero mi corazón se agita cuando grito “gooool de Barcelona”.
A usted, que ha confesado ser muy mala para los números, le pregunto: ¿Es verdad que los libros de matemática se suicidan porque están llenos de demasiados problemas?
Todavía me pregunto para qué me sirvieron las complejas ecuaciones del Álgebra de Baldor. Aún me da escalofrío cuando recuerdo ese libro.
¿Comparte el criterio de que la televisión es muy educativa, porque cada vez que algunos la encienden, se retiran a una habitación a leer un libro?
No sé por qué la gente quiere creer que la televisión educa. Hay programas buenos y otros no tanto.
Pero quién soy yo para calificarlos y confieso que también, a veces, con el televisor prendido leo a Tomás Del Pelo.
¿Qué quisiera que escriban en su epitafio?
Ya qué importa. No lo voy a ver.
¿Cuál será su alegato en el Día del Juicio Final?
Nadie regresó de Allá para decirme que hay un juicio. Los juicios están aquí. Vivimos en constante juzgamiento.
¿Qué piensa hacer después de muerta?
Intentar volver a vivir.
Hágase una pregunta y contéstela.
Pregunta: ¿Eres feliz?... Respuesta: Estoy en paz.