Más que entretenimiento
En el 2010, la ecuatoriana Cecilia Velasco ganó el Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma-Fundalectura por la novela Tony. Es una obra de 139 páginas que tiene como personaje central a Dewei Wang, un adolescente de ascendencia china que vive en Quito y a quien llaman Tony.
Fue su bautizo en el mundo de la literatura para jóvenes. Velasco había publicado un libro de poemas. Hasta entonces, parte de su tiempo lo dedicaba a la cátedra. Ejercía, asimismo, como crítica literaria y también como columnista de opinión de diario Hoy, actividades que hasta ahora realiza.
Ese mismo año (2010), Alfaguara Infantil le publicó el libro Selva de pájaros. Y dos años más tarde, Rosa Rosita. Ahora, Velasco tiene un nuevo libro: Domadora de leones, una novela juvenil publicada por Panamericana Editorial de Colombia, de reciente edición. En esta obra, que tiene como protagonista y narradora a una joven que creció solo con su padre, quien le contaba historias de El Quijote, la escritora inserta situaciones que son cotidianas, pero a veces difíciles de abordar en la literatura para niños y jóvenes. Una de ellas es la muerte, ese instante que a lo mejor a todos nos asusta o genera incertidumbre y desasosiego.
En Domadora de leones la muerte no es un doloroso final o una traumática desaparición, sino una serena despedida. Un alejamiento casi natural. El cumplimiento de un ciclo. Hay en esta obra un logrado y sensible abordaje. Una comprensión. Camila –así se llama la protagonista– pierde primero a su madre. Luego, a su padre. Y es ella quien desde sus 21 años ya cumplidos hace un repaso a su vida, a la de su familia y a la de la gente que conoció. También está el gato Tabú.
En las páginas de la novela habita, pese a las pérdidas, una cierta alegría. Tiene un tono cálido. Una luz. En la literatura de Velasco destaca la recurrencia de plasmar temas que a lo mejor otros podrían desestimar, por considerarlos, quizá, incómodos. O áridos. En Tony, por ejemplo, se propone, junto con la vida del adolescente, una mirada a las apariencias, al mundo de las discapacidades y a la muerte. Y la muerte coincidentemente aparece, de alguna forma, en Rosa Rosita, la historia de una mujer pequeñita, toda ella bondad. La de esta autora es una escritura que traspasa el entretenimiento. O que es más que eso.