Una censura: Anunciada
“El grupo católico que se volcó contra la obra se jactó de ser el autor de la censura y de la clausura del teatro, ¿pero fueron realmente ellos o alguna autoridad?”.
Estaba por acabarse la segunda semana de enero y como es usual, yo ya tenía mi agenda programada. Había leído un run-run por redes sociales: que se convocaba el jueves 11 de enero a una manifestación fuera del Pop Up Café Samborondón, por una presunta obra “blasfema” y me resultaba atractivo ir y escribir algo sobre lo que iría a ver, ya que de este establecimiento aún no había escrito nada.
Al llegar vi a una multitud protestando fuera del teatro y rodeada de policías, lo primero que pensé fue si había sucedido algo grave, alguna emergencia, ¡un robo! Pues sí, algo grave había ocurrido: la clausura de un teatro, el robo de una noche de trabajo, y un sueño hurtado, el de que nuestra localidad ya estaba lista para dar rienda suelta al teatro.
Llegó a mis manos el guion1 de El Santo Prepucio y lo he visto como una sátira blanda. Por definición las sátiras le hacen muecas al poder ya sea religioso, estatal o de cualquier tipo y demuestra sus abusos a través del arma eficaz del humor. Eso es justamente lo que los totalitarismos no soportan, porque nos liberan a todos de nuestros miedos y también nos hacen pensar, criticar, cuestionar.
No es la primera vez que una institución religiosa interviene en la censura del contenido de una obra de teatro y que las autoridades de turno obedecen. En 1984, Teledeum, montaje del grupo catalán Els Joglars, causó polémica en el obispado segoviano los días de su función y se manifestaron en su contra, mas no hubo censura; lo que ocasionó fue que no fuera financiada.
En febrero de 2017 se presentaba en Croacia, donde el 90% de la población es católica, La maldición del croata Oliver Frljic. Obra en la que aparece la figura de Juan Pablo II junto a un cartel que rezaba “El defensor de pedófilos”; en abril del mismo año, Frljic presentó Nuestra violencia y su violencia, ahí se representó a Jesús en actos criminales. La poderosa Iglesia católica croata y varios sectores de la comunidad se pronunciaron en contra de las obras, catalogándolas como violentas, blasfemas y que incitaban al odio. En defensa al teatro se dijo que estas obras exploran la división entre Iglesia - Estado y la influencia de la religión en las sociedades. Lo que pasó acá no es cosa de tercermundismo.
El Santo Prepucio es un bebé al lado de las obras mencionadas. Es interpretada por Belén Idrovo como la novicia y Prisca Bustamante como la madre superiora; y, el buen Ricardo Velástegui la dirige. Obra escrita por José Ignacio Chascas Valenzuela y Julián Quintanilla.
El grupo católico que se volcó contra la obra se jactó de ser el autor de la censura y de la clausura del teatro, ¿pero fueron realmente ellos o alguna autoridad? Apenas estamos saliendo de un tremendo régimen político de censura a la libertad de expresión y nos cae otra cruz censuradora. Hay problemas más importantes localmente por los que hay que manifestarse, más que por una comedia de crítica light. ¿Dónde estaban los manifestantes frente a los abusos del poder político anterior?
El Santo Prepucio es una burla a quienes se aprovechan de la fe para conseguir algo a cambio y de quienes engañan para convencer. El teatro es eso: los actores satirizan y los ofendidos anatematizan al teatro (al arte), pero es inadmisible que censuren o violenten.
@_Mercucio_