Cuentos ‘políticamente incorrectos’
Convencido, como buen latinoamericano, de que el cuento “da prestigio” y es “un arte mayor”, el peruano Fernando Iwasaki rescata sus dos primeros libros de relatos en Papel carbón, una obra “predigital y políticamente incorrecta”, porque en los años ochenta y noventa “todo lo era”.
Los relatos reunidos en esa nueva obra (editorial Páginas de Espuma) son los de Tres noches de corbata (1987) y A Troya, Helena (1993). “Ahora tendrán una segunda vida”, dijo ‘ilusionado’ Fernando Iwasaki (Lima, 1961). También habló de estos relatos, escritos a máquina y con copias de papel carbón, que son “las partituras de una forma de escribir que ha sido abolida por siempre”.
Esa máquina era de su padre y estaba en su casa de Perú, “arrumbada en un rincón”, e Iwasaki se la ha traído recientemente a Sevilla, la ciudad donde reside desde hace años. Publicar ahora estos cuentos es “como un homenaje a aquel estilo de vida”, y no es porque crea que “el tiempo pasado fue mejor; pero hay que ser justos con la melancolía”, señaló Iwasaki.
El escritor hace, en el prólogo, “un guiño” a la era de internet y recuerda que en los correos electrónicos “existe la posibilidad de enviar copia a otros destinatarios haciendo clic sobre las siglas CC (carbon copy).
Es que cuando los escritores miran hacia atrás y releen sus primeros libros, “lo normal, y lo sano, es verlos así, porque eso quiere decir que se ha cambiado y madurado”. Los de Papel carbón son cuentos “sin adherencias cinematográficas y cuyas bandas sonoras remiten a discos de vinilo; donde se fuma y se maltratan animales y –lo admito– con lamparones de prejuicios patriarcales y eurocentristas. Lo peor de mi educación sentimental, caramba”, afirmó.
Esos relatos pertenecen a una época en la que los escritores no se molestaban en ser “políticamente correctos”, y en sus páginas hay “personajes homófobos y machistas”, dijo y agregó que “el cuento da prestigio. La prueba es que los primeros libros de García Márquez, Borges o Donoso fueron de cuentos, y el prestigio de escritores como Monterroso, Ribeyro o Cortázar está construido sobre ellos”, concluye. Efe