Librerías y nostalgias
Estos antiguos locales que incentivan la lectura se niegan a desaparecer en la ciudad.
“Una librería es una de las pocas evidencias que tenemos en la actualidad de que la gente sigue pensando”, lo dijo Jerry Seinfeld (1954), comediante estadounidense. Y es que la existencia de estos negocios son una muestra de que aún hay interés por la lectura, de acudir para comprar la obra literaria, la edición que continúa o simplemente otra historia.
El olor a libro nuevo, la pasta dura y páginas blancas son detalles que el lector aprecia y recuerda cuando adquiere un libro. Las librerías son sitios del pasado porque nos recuerdan hechos históricos, personajes mundiales por su destacada labor y, sobre todo, nuestra identidad. También son del presente porque nos enseñan una realidad desde lo político hasta lo económico y social. Pero, además son del futuro, como por ejemplo las novelas literarias que trascienden en el tiempo, análisis socioeconómico, psicológico, para enfrentar un posible escenario, entre otros puntos.
Estas temáticas se encuentran en las antiguas librerías de Guayaquil, las cuales mayormente se sitúan en el centro de la urbe. La historia y fundadores de los negocios son y serán parte de los impulsadores de la lectura, cultura y educación.
Librería Selecciones (9 de Octubre y Boyacá)
Durante los 70 y los 80 del siglo pasado era una de las librerías más grandes de la urbe. Ofrecía publicaciones como los best sellers de autores como Ken Follet, Frederick Forsythe, Sven Hassell; clásicos y novelas más importantes del momento.
Selecciones mostraba enciclopedias de la editorial española Salvat y variados títulos del género cómic de editoriales argentinas como Columba, las mexicanas Edicol y Novaro, con productos como Fantasía, El Tony, Batman, El llanero solitario.
Librería Claridad (Villamil 209-211, sector de la Bahía)
El negocio tradicional mantuvo vínculos con el viejo Partido Comunista del Ecuador y su prestigio se debía más a la personalidad de su gerente, Juan Pío Narváez Garcés, cuyo lema era “los libros son para ser leídos”. Era la única que distribuía textos del área socialista, en especial de la editorial Progreso de Moscú. Además, obras de los clásicos del marxismo, revistas como la popular Sputnik y la infantil Misha. La atención de Narváez hacia que Claridad sea especial, se sabía el contenido de cada libro y lo explicaba al cliente. También, permitía que estudiantes de escasos recursos pudieran hojear por días enteros los textos.
Librería de la Casa de la Cultura (9 de Octubre y Pedro Moncayo)
En el 2002, se inauguró en la sala Araceli Gilbert de la Casa de la Cultura, núcleo del Guayas, la librería que contaba con 5.000 textos de obras literarias, turismo, administración y derecho. También, se vendían obras de autores ecuatorianos como (Jorge Adoum, Miguel Donoso y Alicia Yánez Cossío) y latinoamericanos (Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges y Pablo Coelho). La librería reabrió en el 2005. Actualmente no funciona. Rocío Urquizo, quien labora para el Núcleo del Guayas, cuenta que se vendían libros como la Colección Letras del Ecuador y que la literatura era la temática principal.
‘Las que permanecen’
Librería Científica (Luque y Chile). Desde 1930, un extranjero conocido como el señor Scott atendía una pequeña librería. Por unos años este establecimiento pasó a manos de otro propietario y actualmente Librería Científica es dirigida por Inés Bustos. Desde su apertura se ha caracterizado por la venta de libros en la parte técnica, literaria y demás temáticas. Además, se exhiben suministros de oficina, papelería y aparatos tecnológicos. Entre los textos más solicitados están Mi lucha, de Adolf Hitler; la serie de novelas Caballo de Troya, de Juan José Benítez, publicaciones de Paulo Coelho y Walter Riso, cuenta la encargada de la librería, Ana Tapia. También, la sección de autoayuda y superación es la más visitada por los lectores.
Librería Cervantes (Aguirre 606 entre Escobedo y Boyacá)
“La amiga de los estudiantes”, bajo ese eslogan nació Librería Cervantes en 1959 en Vélez y Boyacá. Su nombre es en honor al escritor español Miguel de Cervantes (1547-1616), autor de la afamada obra Don Quijote de la Mancha. Su fundador Alfredo Torres López, de 80 años, admite que el negocio se sustenta en la papelería, tarjetería y muy poco de libros, como lo era antes. Frente a ese panorama, confiesa que seguirá en la lucha para que su librería no desaparezca y seguir fomentando el amor por la lectura.
Librería Montalvo (Clemente Ballén y Lorenzo de Garaycoa)
Funciona desde 1985 en las calles bajo la dirección de José Montalvo y la administración de su hija, Soraya. Ambos descendientes del escritor Juan Montalvo.
Se venden textos como: Casi una novela, de Megan Maxwell; Crónicas lunares, de Marissa Meyer, entre otros. Además, de papelería y libros para escuelas y colegios. Soraya Montalvo considera que los audiolibros son un complemento, aunque no llenan el espacio de la lectura, “cuando se lee hay creatividad, imaginación, una serie de procesos que no se hacen cuando usted escucha y la gramática se pierde”, dijo.
Otras tradicionales
Librerías y editoriales que mantuvieron popularidad en el siglo pasado: Progreso, de Martínez & Castagneto; Sucre, de Bonifacio Muñoz Hnos. y Gutenberg, de Elico Uzcátegui.
Primera Feria del Libro
En agosto de 1985, los ciudadanos acudían a la avenida 9 de Octubre para disfrutar de la Primera Feria Nacional del Libro y la Cultura ‘Guayaquil 85’, en homenaje al cuadragésimo aniversario de fundación de la Casa de la Cultura, núcleo del Guayas.
El evento tuvo como objetivo incentivar el gusto por la lectura. Los guayaquileños asistían de 09:00 a 21:00, desde el 26 de agosto hasta el 4 de septiembre del año antes mencionado. En rústicos mesones de madera, decenas de librerías no solo de la urbe porteña sino de Quito, ofrecían sus novedades.
Las personas adquirían libros de arte, docencia, técnicas, científicos, religiosos, cocina, enciclopedias y novelas. Los ciudadanos, de aquella época, disfrutaban de estas exposiciones culturales al aire libre.
Cambios para sobrevivir
Los establecimientos consultados están conscientes de que los avances tecnológicos han minimizado la concurrencia de los ciudadanos a las librerías.
Y es por eso que estos negocios han apostado por la papelería, artículos de oficina y hasta aparatos tecnológicos para lograr sobrevivir actualmente.
Sin embargo, no dejan de lado su esencia (libro) con la cual surgieron en el mercado y por eso sienten el compromiso de seguir incentivando la lectura a través de promociones, exponerlos en vitrinas y recomendarlos. Todos los entrevistados leen, práctica que impulsan no solo a su familia sino a quienes los visitan. (I)
Centros comerciales
Con la apertura de Mall del Sol, en diciembre de 1997, Guayaquil inició un boom de los centros comerciales, que hasta ese momento tenían al Policentro como su mayor exponente.
Estos complejos brindan grandes comodidades a los clientes de sus negocios inquilinos, como Mr. Books (Mall del Sol), quizás la librería más grande y reconocida para las nuevas generaciones, que tiene otro local en Village Plaza (Guayaquil). Los aficionados a los libros tienen en sitios así un mejorado escenario para realizar sus compras.
Otro espacio “libresco” muy popular en la ciudad es Libri Mundi, que nació en Quito en 1971 y que tiene en Guayaquil dos concurridos locales en San Marino y Riocentro Los Ceibos, confirmando la popularidad de las librerías en los centros comerciales.
Vida Nueva, con locales en el c.c. Las Terrazas y Plaza Quil, aumenta la lista de las librerías con tinte ‘moderno’ que promueven la cultura en nuestra ciudad.
Fuente histórica: Archivo del Diario El Universo.