No sé si la culpa la tuvo Jeannine Zambrano hace unos meses en una carta al director de este Diario, refiriéndose no a La Revista por alguna nota leída aquí, sino a la obra teatral Cock que yo acababa de dirigir en el Teatro Centro de Arte.

Jeannine utilizó la palabra ruptura para calificar positivamente mi aporte en esa propuesta artística. El término era empleado hace poco tiempo como una transgresión, algo negativo asociado a romper o violar estatutos y el orden establecido.

Ahora, en estos tiempos, la palabra ha sido reivindicada y es motivo de esta pequeña reflexión ligada a nuestra nota de psicología en la portada, ‘Ternura y toqueteos’. Viene a propósito de la celebración de San Valentín, uno de esos feriados donde siempre me pregunto ingenuamente si no se trata de una artimaña más de marketería global para hacer más negocios. Pero la ternura –algo que siempre implica afecto, cariño, amabilidad, hasta cortesía– yo la veo como una palabra y una conducta transgresora en tiempos del cólera y del divisionismo político. Más allá de eso, siempre va conectada a una sensibilidad femenina y no a las vociferantes percepciones de nuestros machomen de hoy. Entonces, invocarla y ponerla en práctica siempre es un ejercicio necesario y muy saludable. ¡Transgredamos!