El Editor Carlos A. Ycaza
El guardián silencioso
El guardián silencioso
Muchos se referían a él como el “enigma” de la literatura estadounidense.
Pero para los que tuvimos la suerte de leer The Catcher in the Rye (El guardián entre el centeno) en años de juventud, el novelista J. D. Salinger y Holden Caulfield, su adolescente protagonista, son parte de un oxígeno formativo de millones de seres alrededor del mundo.
Lastimosamente, poco se ha discutido sobre él en estas tierras y fue una grata sorpresa recibir el reportaje del escritor guayaquileño Fernando Balseca con la aparición de una biografía y un documental sobre Salinger hace pocas semanas. El hombre se retiró de la marquesina mediática casi medio siglo antes de su fallecimiento hace tres años, escribiendo mucho y sin publicar nada. Su silencio era total sin dar ninguna explicación formal a nadie.
Pero la riqueza que destila la gran novela de Salinger es eterna: allí no solo se registra la alienación de una juventud posguerra ante la insensibilidad de la voraz sociedad de consumo que dictaba las normas. El catcher -o guardián– de Salinger posee la magia que sale de grandes poetas: lo que se protege aquí es el espíritu de ese niño que habita en cada ser adulto, sus devociones, sus secretas y difusas esperanzas, un estado de gracia cuya desaparición es la verdadera muerte para J.D. Salinger.