El Editor Carlos A. Ycaza
El museo de la vida
El museo de la vida
“Mientras las multitudes domingueras pasean por los museos, los objetos lloran”, dice Orhan Pamuk (Premio Nobel 2006) en la novela que podría ser su obra maestra, El Museo de la Inocencia.
La obsesión de este gran escritor de Turquía es la creación de la ficción como parte de su propia experiencia de vida.
Esa línea es difusa en los creadores de mundos aparentemente invisibles. Lo que Pamuk construyó en un barrio de Estambul después de escribir su novela es el museo-catálogo viviente que registra la historia de amor recreada meticulosamente en el libro. No es un espacio donde se guardan obras de arte, sino toda clase de objetos que certifican la pasión entre dos seres, los protagonistas de la novela.
Para él, los verdaderos museos están en los corredores y la intimidad de nuestros propios hogares. De las páginas del libro surgen los prodigios de una realidad –seleccionada, adquirida, meticulosamente guardada– que podemos ver en el original museo, porque todas esas cosas tienen una vida propia que nos llevan al tema central de Pamuk: “La felicidad consiste solo en estar cerca de la persona amada”.