“Mi aproximación a los clubes de ciclistas comenzó hace once años cuando recibí una invitación de Ciclistas sin Fronteras para pedalear en Galápagos”,  dice Moisés Pinchevsky, quien es el mochilero y viajero constante de La Revista. Y que no es ciclista regular.  “Corro más que pedaleo”. Su visión de los deportistas que rutinariamente transitan calles y territorios lejanos en su actividad nos contagia la inusitada adrenalina emotiva que genera en ellos el ejercicio (pág. 26).

Ellos son parte –un tanto minoritaria, lastimosamente– de lo que se vive en grandes urbes del primer mundo, donde el transporte en máquinas ha dado paso a una trepidante corriente humana de usuarios de todas las edades y razas. Todo se une también a una conciencia ecológica que va junto con el desarrollo urbanístico: la gran responsabilidad de los líderes de una era de calles congestionadas y asfixiantes, además de peligrosas.