El Editor Carlos A. Ycaza
Lo número uno
Lo número uno
Confieso que mis editoriales revisteros a veces se acercan más a la columna que durante diez años mantuve semanalmente; allí, las pasiones cinéfilas, teatrales o literarias se mezclaban con vivencias personales en las que Marcelo Marchán nunca apareció. Ambos éramos cristobalinos casi de la misma edad –yo unos meses mayor– y siempre coincidíamos de manera inesperada en asuntos que parecían triviales, pero que terminaban en dimensiones mucho más profundas.
Él estaba sentado en mi oficina en octubre del año pasado, hablando de los Beatles, por esa poco recordada canción en su Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, Cuando llegue a los 64. Me faltaban dos meses para eso. A Marcelo, nueve. “¿Qué vamos a hacer?”, dijo. Yo miraba al techo, pensando en el sobrepeso, en proyectos con telarañas, en rutinas diarias atosigantes. “Lo número uno es no estar aburrido en cualquier pendejada que hagamos”, dijo, con esa sonrisa lacónica que solo era de él.
Con Marcelo viví algunas etapas de mi vida, especialmente en la televisión. Desde el colegio hubo más desencuentros que encuentros. Pero cuando estábamos cerca, el tiempo parecía no pasar porque uno siempre encontraba algo de él en EL UNIVERSO, con un humor tan típicamente guayaco y nuestro como el encebollado, la calle 9 de Octubre o Barcelona. Y este año su página en esta revista. Hoy traemos su último chateo, realizado con él mismo, cuando el 30 de agosto cumplió los 64. Cómo vamos a extrañar tu ardiente y libertaria irreverencia, Marcelo.