Un sitio de encuentro: Con precios de combate
“Rindo mi homenaje a una mujer emprendedora, ejemplo para muchas personas empeñadas en abrir un restaurante. Sabemos que muchos quiebran por no tener la suficiente visión del mercado local”.
La ingeniera Hilda María Vargas Acunzo debe de haber nacido con una batuta mágica en manos porque todo lo que toca se transfigura, toma otro cariz. Después de convertir El Corte en el mejor sitio para saborear carnes importadas y otros platos gourmets, tomó a su cargo el Wine Bar (ambos negocios en Plaza Lagos), local algo abandonado donde ya iba poca clientela y del que escribí una vez que le auguraba un limitado porvenir. Los anteriores administradores hicieron lo que pudieron, pero no lograron vencer la inercia en que se había estancado el negocio.
Hilda María actuó con celeridad, remodeló, hizo cambios, se siente aquí una mano femenina delicada, convirtió Wine Bar en lo que podría ser un pub de Londres, aisló la parte de los baños con una puerta batiente de dos hojas otorgándole la necesaria discreción, puso entre las diversas mesas el espacio adecuado. Todo lo que se refiere a manteles, cubiertos o copas es de lo más conveniente. Tuvo que comprar ingente cantidad de botellas para establecer su excelente carta de vinos, dio a todo el personal de servicio las enseñanzas necesarias para que pudieran atender a los clientes de la mejor manera y cortesía. Un dispensador de vinos refrigerados permite proponer a la debida temperatura copas individuales de las mejores marcas, nosotros escogimos un Marqués de Casa Concha; tanto la nariz como el sabor resultaron muy expresivos con notas minerales, especias, toques afrutados sin llegar al exceso.
Aparentemente, la meta de Hilda María era traer a su nuevo local la clientela de El Corte. Después de una cena Wine Bar es el sitio ideal para una sobremesa, una tertulia entre amigos, socios, parientes. Actualmente la temperatura deliciosa permite escoger mesas al aire libre, aunque también podrán ustedes disfrutar de la climatización en la parte interior. Son dos ambientes totalmente diferentes hasta en su música ambiental. Ciertos días y los fines de semana hay música en vivo, artistas invitados.
Los precios constituyen para mí el mayor atractivo de tan distinguida aunque informal propuesta (así como suena). De entrada nos ofrecen un bien tratado pulpo a la parrilla ($ 17), trío de empanadas ($ 8,50), chorizo argentino sobre chifles ($ 6,50). Si tan solo desean servirse un plato fuerte, una langosta de 120 gramos solo les costará $ 25, los langostinos $ 24, un lomo fino de hermoso aspecto llega por $ 14, un bife angosto nacional pero sabroso $ 16. Los precios de la carta incluyen impuestos y servicios.
Ustedes optarán por carnes importadas desde Estados Unidos. Un rib eye (ojo de bife) $ 24, un New York strip $ 24 (mismo precio para la entraña). Ahora bien, hay combos que les permiten por un precio módico pedir su plato fuerte con una botella de vino, un espumoso francés como Château de La Tour. Una bien escogida gama de quesos incluye gruyere danés, canestrato siciliano, cacciota napolitana o calabresa, entre otros, servidos con miel y balsámico, aceitunas y uvas.
Lo que acabo de escribir acerca de las entradas, antipastos italianos franceses o españoles, carnes importadas bien escogidas, debería llamar la atención de los gourmets y gastrónomos, pero más aún de todos quienes desean relajarse lejos de la gran ciudad en el espacio adecuado para las más agradables conversaciones, son la brisa nocturna. Estefanía Plaza Ycaza, relacionista pública, se encargará de recibirlos. Estuve un día martes y el lugar estaba a full.
Rindo homenaje a una mujer emprendedora, ejemplo para muchas personas empeñadas en abrir un restaurante. Sabemos que muchos quiebran por no tener la suficiente visión del mercado local. (O)