Comedia con ácido
Por esta ocasión busqué representar a un típico guayaquileño: de vestimenta estándar y bastante genérico. Pero me encontré con una personalidad muy peculiar y única. Particular porque el guayaquileño promedio es bastante orgulloso de atributos que, en realidad, no tenemos y además no somos autocríticos. Bueno, este no es el caso: Peter aplica su derecho a disentir, con humor ácido.
¿Qué onda con tu facha?
Me encanta en los días ordinarios andar casual porque estoy haciendo negocios, visitando empresas, gestiones con otros compañeros artistas y también preparando trabajos para futuras presentaciones.
Normalmente, entrevisto gente con looks más llamativos, pero por las fiestas de Guayaquil me fui más por algo representativo de acá, algo menos particular.
Ser guayaquileño es como yo sé decir: no es cualquiera. Al guayaco se lo reconoce fácilmente por su temple, su parada, es luchador, trabajador, emprendedor.
Yo tengo una visión casi opuesta en la mayor parte de cosas que acabas de decir. ¡Pero te seguiré la corriente!
Es que esas son cosas que nosotros siempre tenemos que poner. ¡Pero bien sabes que la gente acá es vaguísima, hermano! Por Dios, esta es la mata de la vagancia. La gente vive esperando el feriado para irse a chupar. Yo te dije eso para poner algo más light, pero es la realidad.
Pero dicen que el ecuatoriano que sale del país es un trabajador excepcional, en cambio.
Sí, pero le toca. Porque en otro lado no le aguantan que llegue 30 minutos tarde como es costumbre acá. Tú le dices a alguien “quiero que estés a las 5 en tal lado” y ¡llega a las seis!
Esa es mi mamá, por lo visto la conoces.
No me digas.
Con mi hermano, cuando éramos niños, le adelantábamos los relojes. O le mentíamos. Decíamos que la reunión era a las cinco, para poder llegar puntuales a las seis (la hora verdadera).
(Risas) ¡Eso es lo típico de acá!
Ahora sí, cuéntanos un poco más de lo que haces.
Tengo casi 29 años haciendo comedia, humor. A nivel de lo que es espacios abiertos, salas, eventos y recorriendo.
El otro día, una amiga que vino de Honduras vio uno de estos shows y estaba fascinada, porque decía que allá no se puede ver esto porque hay demasiada inseguridad. Que era lindo que nosotros tengamos esto.
Nosotros ni siquiera exigimos que la gente nos pague, es voluntario. Somos parte del pueblo y el pueblo tiene que divertirse. Lastimosamente, no trabajamos en salas y las autoridades no nos permiten tampoco estar en un espacio adecuado.
Recuerdo que yo hacía pasantías en el San Francisco 300, cuando tenía 16 años, tipo 5 de la tarde, había un comediante en la plaza que me mataba de la risa.
¡Así es! Eran buenos tiempos con buenos comediantes. Aunque no lo creas, las personas no aceptan que los mejores comediantes salen de la calle y es la realidad. Imagínate, el Guardia Piguave, de la calle. La Vecina, de la calle. Lucho Aguirre, los hermanos Garzón, Osvaldo y su servidor Peter Olvera, de la calle.
¿Y tus shows, que los caracteriza?
Lo mío es la sátira de la realidad, la vivencia de lo cotidiano. Lo absurdo que a veces tenemos que ver: nos quejamos del ambiente, de nuestras mujeres, ¡de todo! Somos buenos para quejarnos, pero no para dar soluciones. Siempre tiene que haber un culpable. (E)
¿Qué le parece esta facha? Coméntenos