La Sombrerera no-tan-loca
La conversación comienza con antecedentes de su procedencia argentina, sobre su barrio y la localidad de donde viene (Berazátegui). Luego cuenta que lleva ocho años en nuestro país, de los cuales vive cuatro en Salinas (esposo e hijo ecuatorianos). Luego nos adentramos en el mundo del marketing de las artesanías.
Tu sombrero me recuerda a cierto personaje.
El Sombrerero de Alicia en el País de las Maravillas. Es ese estilo, a pesar de mi edad.
Cualquiera que te escucha piensa que tienes 68, no 38.
No, yo me siento como una niña todavía. Pero en fin, es una onda playera. Es alto a propósito, para poder meter todo el pelo ahí y que no me dé calor. Es completamente hecho a mano.
Hace un rato me dijiste que estabas apurada, antes de comenzar la entrevista. ¿Igual que otro personaje de Alicia?
No, iba a la playa a vender. Me encontré con un pana que me dijo: “Ándate para allá (San Lorenzo) que hay unas señoras”.
Señoras = víctimas. ¿Los tatuajes son argentinos o ecuatorianos?
Uno es ecuatoriano, otro chileno, el resto son argentinos. Igual, me haré más tatuajes ecuatorianos en Ambato. Ahí hay un tatuador muy bueno, es quiteño.
¿Peregrinas a Ambato para tatuarte?
Mi esposo es ambateño, visitamos a la familia, conocemos al tatuador y luego me tatúo.
Bueno, ¿artesana verdad?
Sí. Pero hay varios tipos de artesanos. Los que viajan y venden cosas. Luego están los que son artesanos, que sí lo son de verdad. Además, si te vas a la feria de acá, ahí todo es chino. Todo compran en la Bahía. Esos son comerciantes, no artesanos. Un artesano hace cosas. Yo, por ejemplo, me hago mi propia ropa.
De todo lo que haces, ¿cuál es tu artesanía preferida?
¡A mí lo que más me gusta es vender la más cara! Es con la que más saco plata.
Ok, no repito esa pregunta jamás en mi vida.
No, todo bien. Mira, yo hago lo que me gusta. Si me dicen: “¿Tenés aretes?” Digo que no, porque no me gusta usarlos. Si no me gusta, no lo hago. Igual, hago cosas para todos los bolsillos. Acá en San Lorenzo me compran cosas un poco más caras. En Chipipie, en cambio, tengo mis clientes que me preguntan: “Mónica, tenés un collar así...?”.
Nunca había conversado sobre marketing de artesanías.
Es que si vos no estás en el tema, no lo vas a conocer. Lo comprás y ya. O buscas lo más barato porque no sabes que las cosas elaboradas a mano son más caras. Este sombrero, por ejemplo, me tomó todo un día armarlo. Un día entero de trabajo. Luego me preguntan: “¿Por qué tan caro, no lo querés vender?”.
Si me sé esa historia. Como fotógrafo me dicen siempre: “¿Tanta plata por un clic?”.
La gente piensa que porque uno está ahí brevemente, es fácil y barato. Yo como vendo en la calle me regatean. Para lo que tengo aquí invertí mucho dinero.
Súmale el hecho de que a veces tienes días de vacas flacas y días de vacas gordas. Pero nunca sabes cuándo serán.
Así es. Es como cualquier trabajo: tienes un sueldo fijo y de repente a fin de mes ya no te alcanza. Acá si no es feriado o temporada, ¡agárrate!
El artesano es como el freelance. Mismos problemas y ventajas.
Exacto. Pero a mí me gusta. Salgo a la hora que quiero, en mi casa trabajo y hago taller hasta la madrugada. ¡Y lo hago porque me gusta!
¡Así es! Hagamos un gremio entre los freelancers y los artesanos, y nos vamos de fiesta todos juntos.
¿Qué le parece esta facha? Coméntenos