La ropa infantil: Con famosos diseñadores

24 de Junio de 2012
  • Una niña viste un diseño de Burberry: el abrigo cuesta $ 375 en la tienda Bergdorf Goodman; la falda, $ 180 en Bloomingdales, y los zapatos Converse en $ 32.
  • Vestido del algodón de Rachel Riley ($ 120).
  • Traje de Milly ($ 300).
  • Vestido de Óscar de la Renta ($ 150).
  • En la tienda especializada en ropa para niños The Children's Place, se puede encontrar este conjunto de blusa y falda por $ 65.
  • Pantalón de la marca True Religion ($ 132).
  • Suéter de Stella McCartney ($ 104).
  • Vestido de seda de la afamada marca Gucci ($ 375).

Las nuevas tendencias de la moda neoyorquina apuntan a un mercado que estuvo relegado a pequeñas marcas de tiendas departamentales. Hoy grandes nombres de modistos aparecen en etiquetas de prendas creadas para niños y niñas.

En una mañana en el otoño de 1956, en un salón en el 12 de la calle 57 Este, el eminente modisto estadounidense Charles James presentó su primera línea de ropa para niños a un grupo de editores que incluía a Diana Vreeland. Se sirvieron jerez y galletas, y con una sensación de exageración que precedió en 50 años a Marc Jacobs, James hizo que damas vestidas con uniformes de enfermeras mostraran las diminutas prendas.

Quien encabezó el desfile, en brazos de una enfermera y vestido con una capa azul claro, fue Charlie Jr., de 8 meses de edad. La paternidad seguramente había afectado a James. ¿Qué más podía explicar por qué un genio del diseño se molestaría con una gama insignificante como la ropa infantil? Incluso entonces, era una industria difícil, llena de fabricantes con nombres como Cute Togs y Bo-peep que trataban de sacar una utilidad de un metro de algodón.

Por otra parte, la idea de James de las prendas para bebé, como todas sus ideas, estaba vinculada a un principio. “La mayor parte de la moda estadounidense se basa en mujeres mayores que tratan de lucir como bebés”, dijo a un redactor de The New Yorker, en un intento por criticar a Claire McCardell y otros que diseñaban prendas juguetonas para mujeres adultas. “Hemos revertido el proceso”.

Pero James no se refería a miniaturas. Lo que asombra de sus diseños (pueden verse en internet) es lo totalmente infantiles, en forma y detalles, que eran. Su magia estuvo presente en la ejecución.

Un diseñador condenado (su declinación comenzó poco después) probablemente no es el mejor tema introductorio para un artículo sobre el ascenso de las líneas infantiles de los diseñadores, aunque quizá lo sea.

Nuevos ‘accesorios’

En los últimos uno o dos años, Lanvin, Gucci, Stella McCartney y Marni han entrado en el mercado. Hace una década, el esquema de Ralph Lauren de una marca de estilo de vida selecta tenía pocos imitadores.

Dior tenía Baby Dior, fundada en 1967 (antes de eso, la casa hacía atuendos para algunas de sus clientas famosas, como Elizabeth Taylor, que ordenaba trajes de tweed que hicieran juego para ella y su hijita, Liza), pero la industria de los productos de lujo, con justificación, tendía a considerarse un mundo habitado solamente por adultos. ¿Puede imaginar una versión infantil de Gucci de Tom Ford? ¿Versace? Habría interrumpido la fantasía sexual. Y a fines de los noventa, estas compañías se enfocaban en las enormes utilidades cosechadas de los bolsos.

Ahora, los niños son el nuevo accesorio, conforme marcas anteriormente esnobs se disponen a complacer a millonarios de mentalidad conservadora mientras usan atuendos diminutos para fortalecer su poder de marca en regiones como Asia. El año pasado, Burberry vendió $ 91 millones en ropa para niños –desde recién nacidos, incluidas pañaleras cubiertas con el estampado beige de Burberry, hasta preadolescentes– para registrar un aumento del 23% respecto del año anterior. La mayoría de las 12 tiendas de ropa infantil independientes de Burberry están en Asia y Medio Oriente.

Al parecer de la noche a la mañana, marcas como Oscar de la Renta, Fendi, Marc Jacobs, Roberto Cavalli, Missoni, Milly y Phillip Lim se extendieron a las áreas infantiles de las tiendas, como la nueva en Bergdorf Goodman. Y aunque no están desplazando exactamente a fabricantes tradicionales, como Florence Eiseman basada en Milwaukee y Rachel Riley, una marca británica, pueden atraer la atención, así como establecer los elevados precios de los diseñadores.

Aunque hay demasiadas prendas de diseñador que pueden ser calificadas sencillamente como carnada para abuelas, un término minorista para los artículos de bebé costosos, las madres jóvenes no son bobas. “Horroroso”, dijo alguien en el blog UrbanBaby sobre el reciente enlace de Diane von Furstenberg con Gap Kids.

Ni es probable que se apacigüen por la noticia de que las ventas de ropa infantil aumentaron más rápidamente el año pasado que las de ropa de dama, indicó el NPD Group (empresa estadounidense encargada del estudio de mercado), con mucha tracción de las marcas de lujo. “Simplemente no puedo justificar los precios”, dijo Chantal Scott, madre de un niño de 5 años y que es dueña de Livie & Boo, una tienda de reventa de productos infantiles en Nueva York.

Costos

Tras trabajar alguna vez para una marca de lujo, añadió: “Sé cuánto cuestan las cosas realmente”. Se refería al margen de ganancia común, que para las marcas de lujo es de aproximadamente 7.5 veces el costo.

Así que si el precio de un vestido es $ 375, el costo es de $ 50. En comparación, un minorista vertical –como Children’s Place– usa un margen de ganancia de 3,5.

No hace mucho tiempo, una cliente llevó a Scott un vestido Marc Jacobs, esperando recuperar parte de los $ 400 que había pagado por él. “Le dije que lo más que podía pedir por él eran $ 50”, dijo. “Eso es lo que la gente está dispuesta a pagar por un artículo de reventa. Ella esperaba más”.

Es fácil sentir náuseas ante tales precios y ante la idea de que los niños, especialmente las niñitas, están siendo preparados para ser futuros compradores, aunque un babero Gucci es escasamente un antecedente de un bolso Gucci. Pero tampoco es una preocupación nueva, como han observado escritores y académicos como Daniel T. Cook, profesor asociado de estudios de la niñez en la Universidad Rutgers en Camden.

“Demasiado de las vidas de niños y padres, en comparación con principios de los sesenta, se centra en el comercio y los medios”, dijo Cook. “Es una especie de lengua franca”.

Lo que más le interesa a él es cómo marcas elegantes, con todo su resplandor de las celebridades y sus puntos de entrada fáciles (como la ropa infantil), alimentan una clase media transnacional, con la aparición de los mismos estilos en París, Beijing y Río de Janeiro.

“Hay una especie de niñez global que está empezando a surgir con las clases profesionales en el mundo”, dijo. “La ropa está relacionada con eso”.

Pese a las cifras impresionantes que los diseñadores dicen reciben de las líneas infantiles –Michelle Smith de Milly dijo que registró un millón de dólares en pedidos en su primera temporada–, la realidad es que la ropa de diseñador sigue siendo una insignificancia en la industria de ropa infantil de $ 32.000 millones.

Sosteniendo un vestido de seda estampada de 375 dólares de Gucci, Andrew Rosen, el respetado fundador de Theory y el catalizador detrás de otras varias marcas, dijo: “Esto está dirigido al 1%, o menos del 1%, de la población”.

Añadió, refiriéndose a los fabricantes de lujo con líneas infantiles: “Creería que ninguno de ellos lo hace para ganar dinero. Todo gira en torno de ser más relevante. Uno quiere mantener a los clientes involucrados con su marca”.

Le había llevado a Rosen el vestido Gucci, junto con otras prendas de competidores, para preguntarle lo que pensaba de la calidad. ¿Valía la pena el precio? Le mostré el abrigo y vestido Lanvin, un saco Moncler de 380 dólares y una túnica tejida de Stella McCartney. Por separado, Cindy Ferrara, una especialista en producción con años de experiencia en Liz Claiborne y Danskin, revisó esas y muchas otras prendas conmigo en el edificio del Times.

Después de todo, uno espera que haya una razón, más allá del comercio y hacer felices a los clientes, para producir ropa infantil y que alguien pudiera ser innovador, como lo fue James con sus pañaleros ligeros para clima caluroso. Al colocar las costuras y pliegues en una forma específica, realmente enfatizó la redondez del cuerpo de un niño.

Ni Ferrara ni Rosen se dejaron impresionar por el vestido Gucci. Señalando una costura lateral, donde el estampado no coincidía, Rosen dijo: “En su línea principal, nunca habrían hecho algo así”.

Ferrara dijo: “Todo habría coincidido”. Ella notó sitios en la parte interior donde las costuras estaban fruncidas, lo que se conoce como acordonado. “El manejo podía ser mejor”, dijo. (Un portavoz de Gucci, que produce sus prendas en Italia, dijo que el estampado que no coincidía era una decisión de diseño en vez de un defecto y que la compañía necesitaría ver el vestido para juzgar el acordonado adecuadamente.)

El saco miniatura de Moncler, hecho en Rumania, también se quedó corto. “No creo que hayan hecho un gran trabajo con esto”, dijo Ferrara. Hay fruncidos. Y es una cremallera antigua común. No creo que el color coincida bien. Parece gris”.

Rosen consideró el precio demasiado elevado. (Joseph Barrato, el presidente de Moncler Norteamérica, respondió: “Ocasionalmente pudiera haber una costura o una estética con la que alguien no esté de acuerdo. Sin embargo, hay valor en relación con el precio”.)

Los ganadores fueron una gabardina y una falda escocesa de Burberry (“auténticas”), la túnica tejida de Stella (realmente gastaría dinero en esto, dijo Ferrara) y, pese al costo y algunas fallas de costura, las piezas Lanvin “es alta costura”, dijo Rosen.

Pero si la calidad realmente le importan, los fabricantes de ropa infantil tradicional –Eiseman, Rachel Riley– y un vestido de Oscar de la Renta, hecho en Portugal, obtuvieron los mejores resultados en la revisión. No solo sus productos tenían características como costuras francesas y forros cosidos; también costaban menor. Rosen no se sorprendió. “Ese es su negocio”, dijo.

Fuente: The New York Times

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