Piezas transformadoras
El Museo de Arte Moderno (Nueva York) estudia el presente, pasado y futuro de la moda a través de 111 prendas con gran impacto en los siglos XX y XXI.
La ropa que usamos es la manera con la cual nos queremos presentar al mundo y ser percibidos. No es solo un asunto de quienes se consideran los más ‘fashionistas’, sino incluso de quienes huyen de este tipo de etiquetas.
Desde sus orígenes, la vestimenta ha sido parte de nuestros códigos de identidad, cultura y estatus. Por eso ese aspecto, aunque parezca cotidiano o hasta fatuo, absorbe tanto a historiadores, académicos, artistas, editores. Últimamente también es la discusión de la exposición ‘Ítems: ¿Es la moda moderna?’ que ha orquestado el Museo de Arte Moderno de Nueva York (Moma).
La exhibición explora el presente, pasado y futuro de 111 prendas, entre vestuario y accesorios, pertenecientes a los siglos XX y XXI que han tenido y aún mantienen un enorme impacto en el mundo. En la presentación hay piezas icónicas, como los jeans Levis 501, la camiseta marinera de rayas Breton, el famoso vestido negro corto; y aquellas con una carga histórica y cultural pesada, como el vestido sari, la kufiyya (pañuelo tradicional de Medio Oriente) y la kippa (pequeña gorra ceremonial judía).
Moma moda
El equipo a cargo de la muestra es liderado por Paola Antonelli, curadora sénior del departamento de arquitectura y diseño del Moma. No es la primera vez que esta institución, cuya misión es preservar y difundir importantes obras de arte moderno, se refiere a la moda recuerda Antonelli. Pero, ¿la moda es arte? Y de ser así, ¿es moderna?
El curador sénior Bernard Rudofsky fue el primero en hacerse estas preguntas hace siete décadas, cuando preparó la exposición ‘¿Es la ropa moderna?’ para el mismo museo. En esa época la intención de Rudofsky fue cuestionar la posición de la moda como una forma de arte, invitando a reflexionar su importancia y legado en ese sentido.
El propósito de Antonelli es mostrar estos ítems de moda para que diseñadores, industriales, productores reinicien esa conversación y al mismo tiempo planteen nuevos materiales, enfoques y técnicas para el tratamiento de esos artículos, extendiendo la discusión a futuros lejanos y cercanos.
111 ítems
Como se ha mencionado, la muestra está clasificada por conjuntos de objetos, no así por diseñadores, para poder trazar así su funcionalidad, su influencia cultural, política y económica, estética y tecnología.
Uno llega al sexto piso del Moma y lo primero que puede ver es la instalación de los vestidos negros cortos, explica Antonelli al The New York Times. Son las creaciones de Chanel, Scaasi, Dior y Givenchy. Luego sobre una gran pared, hay una vitrina donde están suspendidos un sostén Wonderbra, un par de calzoncillos blancos y una faja spándex. “Queríamos enfocarnos en el cuerpo, cómo lo preparas, cómo lo proyectas en el mundo y cómo se percibe”, describe Antonelli.
La miscelánea incluye también los vestidos con joroba de la colección Body Meets Dress, Dress Meets Body de Comme des Garçons (1997); vestidos saris con brocados bordados a mano en Varanasi (India); un enterizo dorado diseñado en 1974 por Stephen Burrows (como de fiesta disco); pantalones palazzo (acampanados), los cuales eran muy radicales y sugestivos para la TV de los 60s; chancletas plásticas Havaianas. Eso, como una revisión al presente y al pasado, porque el Moma también exhibe las visiones utópicas del vestuario. Entre ellas están las botas para Marte, un prototipo fabricado el año pasado por Liz Ciokajlo and Maurizio Montalti, a propósito de los sueños posibles de viajar al planeta rojo.
“Una de las áreas más fascinantes que examinamos fue las piezas que amplifican y expanden otro tipo de espacio, el metafísico, mucho más allá del volumen que define el ser físico”, dijo Antonelli, refiriéndose a dispositivos portátiles como Sony 1979. Walkman y prendas como la sudadera con capucha, cuyas interpretaciones han evolucionado radicalmente desde su uso original como una humilde pieza de ropa deportiva (G.Q.)
Fuentes: MoMA, New York Times