Realidad virtual en el aula

Parece una tecnología lejana y compleja, pero los maestros de niños y adolescentes la vislumbran cada vez con menos temor.

Crear conocimiento a través de experiencias artísticas, sociales, profesionales y más es la meta del educador. Y para ello están poniendo los ojos en una herramienta hasta ahora considerada como puro entretenimiento: la realidad virtual.

¿Cómo llevarla hasta el aula sin perder el propósito de la clase y la atención de los alumnos hacia el programa de estudios? Elena Nieto, jefa de Ciencias del área de Educación Básica de la Unidad Educativa Delta, prepara el laboratorio para el momento en que sus alumnos reciban la primera clase con contenidos disponibles a través de un visor de realidad virtual.

¿Qué ventajas ha percibido? “El proceso de comprensión es mucho más rápido y también duradero. Los alumnos son protagonistas de las situaciones. Acceden a escenarios antes imposibles. Pueden revivir un momento histórico, explorar el cuerpo humano. Además, se estimulan las inteligencias múltiples, entre ellas, la espacial y experiencial. Las oportunidades de aprendizaje son mucho más profundas y completas. Se puede individualizar el aprendizaje, cada niño podrá detenerse en el pasaje o proceso que necesite reforzar”.

Los primeros alumnos

Antes de que el visor llegue al niño, es indispensable para los profesores haber hecho el recorrido antes. Conocer el equipo y también el software. Haber ido a las profundidades marinas a las que quiere llevar a su clase. “La idea es hacer más realista esto que antes se limitaba a una explicación con una foto o con palabras”, dice Roxana Castillo, directora académica.

Esto ha implicado replantearse desde lo básico. El primer aspecto a innovar ha sido la revisión del currículum. ¿Qué se quiere enseñar? “Una de las mayores competencias que tenemos que lograr en los alumnos es darles las herramientas para que sepan aprender por sí mismos. Les ofrecemos una serie de contenidos, pero con la meta de que ellos puedan adquirirlos de diferentes maneras”. El conocimiento es vasto, opina Castillo, y la tecnología permite acceder a tanta información que una de las habilidades que necesitan es la de distinguir entre lo real, lo falso y lo útil. Comprobar si la fuente es válida.

Otro de los ejercicios ha sido reflexionar en qué necesitan los niños para la sociedad en que les tocará vivir. Y para ello hubo que repensar las estrategias del educador. La clase expositiva no va a desaparecer por completo (el profesor sigue estando presente, hablando, guiando), pero tiene que reorientarse hacia un niño que participe libremente, investigue y trabaje en equipo.

La realidad virtual no es la única herramienta. Un clásico permanece: el aprendizaje basado en problemas, pero que tendrá que desencadenar en la producción de una solución, sea un objeto, un conocimiento, una obra artística. Y para eso tiene que haber identificación. “A medida que el problema sea más cercano a la realidad del niño y le sirva para su vida”, indica Castillo, “la motivación aumentará de forma exponencial”.

El desafío de desarrollar

El mundo de los profesores está cambiando. “El primer día en que empezamos a probar el equipo, apenas tuvimos un interesado. En posteriores experiencias hemos tenido hasta 20 docentes a la vez. No quieren dejar de ver la cantidad ilimitada de recursos que podrán ofrecer a sus estudiantes”, rememora Castillo.

Ellos aplicarán, inicialmente, contenidos desarrollados por cadenas como National Geographic y Discovery. El visor ha sido desarrollado por la compañía Oculus, que posee varios modelos de cascos de realidad virtual, entre ellos Rift, Go y Gear VR. Pero es evidente que mucho del material que se necesita no existe todavía. “Así que tenemos el plan de desarrollar contenidos propios”, expresa Castillo, como guiones de Historia, Ciencia y Literatura del Ecuador.