Autoestima y depresión

Por Lenín E. Salmon
21 de Mayo de 2017

Todos tenemos una percepción de lo que somos, de lo que representamos, de lo que valemos. Es el compendio de lo que sentimos hacia nosotros mismos. Es la forma en que nos presentamos al mundo, y será una profunda influencia en nuestra relación con los demás. Lo positivo y lo negativo que obtengamos dependerá en gran medida de esta opinión preconcebida con la que juzgaremos nuestro funcionamiento.

Cuando esta autoestima es alta la tendencia es hacia pensar positivamente, a ser optimista sobre el resultado de nuestras acciones, comportarnos con claridad y firmeza, respetar a (y esperar respeto de) los demás y, sobre todo, tomar cada experiencia como una oportunidad para afianzar nuestro amor propio. Es la forma en la que siempre quisiéramos funcionar. La baja autoestima, por el contrario, nos hace inclinar hacia el pesimismo, a sentir que no merecemos que las cosas salgan bien, a sentirnos torpes y observados críticamente por los demás (aunque esto sea muy improbable) y en general a esperar resultados negativos, lo que usualmente sucede debido a la actitud perdedora con la que nos presentamos a la vida, actuando de una manera tímida, pasiva, complaciente. Nos expone a una variedad de riesgos, como no desarrollar todo nuestro potencial, aceptar maltratos en la escuela o trabajo, someternos a la voluntad de los demás y en general fracasar en nuestros emprendimientos. Si bien la baja autoestima frustra y limita nuestras aspiraciones de superación, su peor daño es crear vulnerabilidad a la depresión, una seria e incapacitante enfermedad mental que todos queremos evitar. De allí la importancia de tratar y resolver tempranamente este problema.

Las causas usualmente radican en una infancia poco feliz (padres extremadamente críticos o abusivos, muy bajo desempeño escolar, haber sufrido bullying o abuso sexual, o vida muy conflictiva en el hogar, por ejemplo). En la adolescencia un factor importante es la imagen corporal (se estima que el 75% de las niñas y el 30% de los niños no están satisfechos con su cuerpo y se sienten inferiores a los demás). Para combatir exitosamente la baja autoestima es necesario cambiar nuestros patrones de pensamiento, empezando por enfatizar lo positivo, que sí existe en nuestras vidas; imponernos metas realistas y trabajar para alcanzarlas poco a poco, sin frustrarnos por no conseguirlas de inmediato, y no compararnos con los demás, cada uno tiene su propio camino que recorrer. (O)

salmonlenin@yahoo.com

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