El perdón y los cónyuges
En una relación de pareja es de suma importancia considerar el tema de la agresión, ya que la existencia de dicha relación dependerá de las decisiones que se tomen en el evento de ocurrir un acto de tal naturaleza. Cuando se produce una agresión, física o psicológica, ¿qué alternativas tiene la persona afectada?
El primer impulso puede ser terminar la relación. Otra opción es perdonar y olvidar. Una tercera puede ser trabajar con mecanismos que puedan producir un cambio favorable a la recuperación de la armonía conyugal.
¿Qué conviene hacer? Existen por lo menos dos posiciones. Por un lado, la teoría que invoca la norma universal de la reciprocidad propone que si la parte ofendida perdona a la parte ofensora, se producirá en esta una influencia positiva que neutralizará futuras tendencias agresivas. En contraposición, la teoría conductista expone que el comportamiento agresivo desaparecerá únicamente si la consecuencia es desagradable para el agresor (rechazo, separación, desprecio, alejamiento).
Existen numerosos estudios a mediano y largo plazo que demuestran que, para faltas relativamente menores, y temprano en la relación, perdonar a cambio de comprometerse a cambiar produce mejores resultados que la posición más drástica, la cual sería más aplicable para faltas más serias y reincidentes.
Cuando la decisión es perdonar, se debe recorrer un camino que no es corto ni es sencillo.
- El primer paso que debe dar la parte ofendida es curarse, sanarse emocionalmente, recuperar su autoestima, su independencia emocional, sus valores morales, su capacidad para tomar decisiones.
- La siguiente etapa es intentar reparar la relación, entender el porqué de la agresión; oír a su pareja y su explicación, trabajar con él para aprender formas alternativas de desfogar frustraciones, si es del caso con ayuda profesional. También analizar y corregir las fallas propias y eliminar factores precipitantes.
- El tercer nivel es la recuperación de la confianza, que es un proceso lento, basado en las experiencias del día a día, enfatizando lo positivo. Esta etapa es crucial, ya que los resultados que aquí se obtengan marcarán el rumbo definitivo de la relación.
- El último paso es el perdón propiamente dicho, que, si las etapas anteriores se han desarrollado de la manera adecuada, muchas veces no es necesario verbalizarlo sino sentirlo y compartirlo. (O)