Libertad en la dinámica organizativa
Uno de los retos en el mundo empresarial es lograr cambios permanentes en la organización. Esto requiere ir creando una cultura que genere espacios de libertad sin caer en un modelo de coerción o miedo. Ningún sistema, por muy eficiente que sea, puede prescindir de la libertad como aspecto fundamental en la dinámica organizativa para lograr los resultados a largo plazo. La homogeneización de procedimientos o rigidez en las normas no garantiza que la persona haya asumido libremente los valores organizativos y los haya hecho parte de su accionar.
En uno de los diagnósticos realizados por la consultora Humane en seis diversos tipos de organizaciones constatamos que más del 60% de los entrevistados no considera que en su empresa existe un ambiente de libertad que promueva la generación de nuevas ideas, mientras que más del 50% cree que sus jefes no alientan a escuchar otras opiniones distintas a las suyas.
Las decisiones no deben brotar simplemente de normas externas o por el miedo de ser castigados, sino de convicciones e ideales personales, de tal forma que los trabajadores actúen conforme a principios y no motivados simplemente por factores extrínsecos como recompensas, evaluaciones, o la opinión de la mayoría.
Los líderes de las organizaciones deben promover un ambiente de libertad en la cual todos puedan aportar con soluciones y expresar sin temor lo que piensan respecto a temas trascendentales de la vida organizativa. Se trata de educar en ejercer la libertad con responsabilidad, diferente a la visión comúnmente entendida de hacer lo que nos provoque o convenga, o una falsa autonomía que busca hacer todo sin restricciones e impulsada por visiones egoístas.
La auténtica libertad se fundamenta en la verdad y se orienta hacia el bien; es decir, busca elegir entre lo bueno y lo óptimo. La libertad en la verdad aparta condicionamientos que recortan nuestra capacidad de obrar según el bien, incluso si implican sacrificios o dificultades.
Mientras más capaces seamos de actuar conforme a lo auténticamente humano, más libres seremos pues responderemos a lo que nuestra naturaleza necesita y anhela desde lo más profundo de nuestro ser.