No héroes, sino aprendices

Por Ángela Marulanda
21 de Enero de 2018

Hace unos años, ni siquiera muchos, los padres eran la autoridad suprema en la familia en todo sentido, entre otras razones, porque sobresalían como personas sabias e infalibles para sus hijos debido a que los superaban en todo.

Sin embargo, hoy por primera vez en la historia del mundo civilizado, los niños nos aventajan en el campo más importante de la vida actual: el de la informática.

Parece que las nuevas generaciones vinieran de fábrica con un microchip incorporado que les permite dominar innatamente todos los intríngulis de la tecnología y desempeñarse desde pequeños con una maestría sorprendente en el espacio cibernético.

Esto ha dado lugar a que los niños nos lleven la delantera. Por eso ellos ya no nos ven como los seres todopoderosos, a quienes ellos pueden recurrir para que les resolvamos todas sus dudas …sino que ahora somos nosotros los que, a menudo, requerimos de sus aptitudes para que nos solucionen los nuestros, como por ejemplo: que nos descongelen la pantalla, que nos configuren la computadora, o nos enseñen a escanear, a chatear, a ‘textear’… y nos indiquen cómo operar el iPhone (que heredamos de ellos).

Como consecuencia ya no somos los héroes de nuestros hijos, esos seres superiores que todo lo pueden y todo lo saben, sino que ahora somos sus aprendices y, por ende, sus servidores.

Si bien no podemos eludir la confusión que nos causan tantos avances, debemos tener presente que, aunque los niños nos superen en habilidades tecnológicas, nosotros siempre podemos ser su referente si los superamos en madurez y sabiduría, esas cualidades que si las cultivamos nos permiten pensar y obrar con la cordura, la entereza y la certeza que nos hace dignos de su admiración.

De tal manera que cuando actuamos como los adultos maduros que estamos llamados a ser, nuestros hijos acogerán nuestra autoridad gracias al respeto que les infunde la entereza, la sensatez y la integridad con que procedemos. (O)

angelamarulanda20@gmail.com

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