Solo mensajes positivos
Aunque no lo puedan creer, todo este proceso de escoger una carrera universitaria comienza desde la infancia. Es más, me atrevería a decir, desde el vientre materno. Inclusive, muchas veces bastante antes, cuando los novios hablan de sus futuros hijos y de sus profesiones, y también cuando los futuros padres lo hacen en los meses cuando la señora está embarazada.
Cuando el niño es pequeño, los padres “siembran” en su mente una profesión. Ellos “imprimen” en la mente (hipocampo) de su hijo paradigmas como estos: “Tendrás que ser abogado como mi abuelo, mi padre y yo”, “todos en la familia somos médicos”.
Cuando el estudiante termina la secundaria, tiene varios paradigmas y creencias grabados en su mente, y si a estos le agregamos la, a veces, desastrosa influencia de los “tests” de orientación vocacional del colegio, tendremos tal grado de confusión en la mente del estudiante, que a la hora de escoger una carrera no sabrá qué estudiar.
¿Pueden imaginarse ustedes el viacrucis que los estudiantes deben pasar, hasta que por fin comienzan a estudiar una carrera universitaria? Todo lo anotado provocará un gran éxodo y fracaso universitario. Además, terminará produciendo profesionales mediocres entre aquellos que, sin tener claro su panorama, permanecieron en las aulas universitarias.
Entonces, ¿cuál es el camino para escoger una carrera universitaria? Neurocientíficamente hablando, el camino es la “vocación y la pasión”. La explicación que las neurociencias brindan para este importante asunto es que el cerebro toma decisiones importantes, la gran mayoría de las veces, exclusivamente desde el cerebro emocional (sistema límbico) y lo hace con el único afán de “sobrevivir”.
El cerebro emocional decide y ordena al cerebro racional que ejecute dicha decisión. Casi todos creemos que la hemos tomado desde el cerebro racional, pero lo que ignoramos es que, este último, lo único que hace es justificar tal decisión, como si la decisión tomada hubiese sido suya.
El cerebro emocional, mucho más viejo que el racional, evolutivamente hablando, ha adquirido dicha responsabilidad, por tener más experiencia.
El cerebro emocional, límbico o mamífero, utiliza todos los acontecimientos e información grabados en su “archivo”, “disco duro” o memoria, a los cuales consulta cada vez que debe decidir, sean estos asuntos triviales o los más trascendentales. Así también registra los paradigmas y creencias “impresos” y grabados en ese archivo, llamado hipocampo.
Por lo anteriormente explicado, debemos asegurarnos de grabar en la memoria de nuestros hijos pequeños y adolescentes solo “material útil” que les sirva y no les boicotee sus decisiones más importantes, de las cuales dependerá el éxito futuro de sus vidas, en todos los campos del quehacer humano. Y eso incluye el momento de escoger una carrera universitaria. (O)