Precios del odio y perdón
Hablaba con mi amigo ‘J’ acerca de un místico. -Kenan Rifai dice que cuando los demás nos elogian, debemos prestar atención a nuestro comportamiento –comenta J.–, ya que eso significa que ocultamos muy bien nuestros defectos. Podemos terminar creyendo que somos mejores de lo que pensamos, y de ahí a dejarse dominar por un falso sentimiento de seguridad, que en realidad nos rodea de peligro, hay un paso.
¿Cómo prestar atención a las oportunidades que nos da la vida?
–Si tienes solo dos oportunidades, aprende a transformarlas en doce. Cuando tengas doce, se multiplicarán por sí solas. Jesús dice: “Al que tiene, más le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene le será arrebatado”.
Es una de las frases más duras del Evangelio. Pero con el pasar de los años, he comprobado que es absolutamente cierta. Sin embargo, ¿cómo puede uno reconocer las oportunidades? –Pon atención a los momentos porque la oportunidad, el “instante mágico”, está a nuestro alcance, aunque siempre lo dejemos pasar por nuestro sentimiento de culpa. Por lo tanto, no pierdas el tiempo culpándote: el universo se encarga de eso.
¿Y cómo me corregirá el universo? –No será a través de tragedias; estas suceden porque son parte de la vida, y no deben ser encaradas como castigo. Generalmente, el universo nos indica que estamos equivocados quitándonos a nuestros amigos.
“Kenan Rifai fue un hombre que ayudó a mucha gente a encontrarse a sí misma, y a alcanzar una relación armoniosa con la vida. Pese a ello, algunos resultaron ser muy desagradecidos.
–Son bellas palabras, pero no sé si yo podría perdonar la ingratitud con tanta facilidad. –Es muy difícil. Pero no hay elección: si no perdonas, pensarás en el dolor que te han causado, y este dolor no terminará nunca.
“No quiero decir que te debe gustar aquel que te hace daño. No quiero decir que vuelvas a vivir con esta persona. No estoy sugiriendo que la veas como un ángel, o como alguien que actuó inconscientemente, sin intención de herir. Tan solo digo que la energía del odio no te llevará a ninguna parte; pero la energía del perdón conseguirá transformar positivamente tu vida.
–Me han hecho daño muchas veces. –Por eso llevas aún dentro de ti al niño que lloraba escondido de sus padres, al niño más enclenque de la escuela, aquel que nunca enamoraba a las chicas, que jamás destacó en ningún deporte. No has logrado restañar las heridas de las injusticias que han cometido hacia ti a lo largo de tu vida. Y así, ¿qué has conseguido?
“Nada. Absolutamente nada. Solo un deseo constante de sentir piedad de ti mismo, porque fuiste víctima de los que eran más fuertes que tú, o de actuar como un vengador presto a herir a quien te ofendió. ¿No crees que estás perdiendo el tiempo?
–Creo que es humano.
–Por supuesto, pero no es inteligente ni razonable. Ten respeto por tu tiempo en este mundo, recuerda que Dios siempre te ha perdonado, y perdona tú también. (O)