Abuso escolar
Soy madre y padre de un adolescente de 14 años, hemos vivido siempre en casa de familia con mi madre y un hermano, él siempre ha tenido lo que necesita, ha sido buen niño, obediente, cariñoso y responsable con sus obligaciones, pero desde que cumplió 14 años se ha vuelto un poco rebelde, hay momentos que es desobediente y contestón. En el colegio me han llamado a reunión por tres ocasiones por su indisciplina y, según me ha dicho la tutora, hace bullying a sus compañeros y estos ya no quieren compartir con él.
He hablado con mi hijo sobre este aspecto y me dice que lo hace por bromear y que no es el único, y que al fin y al cabo no le interesa la amistad de algunos, porque no vivirá eternamente con ellos.
Yo le hablo con amor, nunca lo he golpeado, se comporta bien pero reincide y eso me tiene muy preocupada porque creo que estoy siendo muy débil. Considero que no debo maltratarlo ni física ni psicológicamente, porque esto obviamente empeoraría la situación.
Mamá preocupada,
Guayaquil
Estimada madre, me permito nombrarla de esa manera como una primera orientación respecto a la manera en que se refiere a sí misma: “Soy madre y padre”. Usted, mi estimada señora, es madre. Su frase se sostiene de la noble intención de hacer lo mejor posible las cosas. Sin embargo, la atención profesional a diversos casos y problemáticas ha mostrado que una mujer no puede “hacer de padre”, porque no es hombre ni es padre.
La paternidad es una función que, a falta de un padre biológico, puede ser ocupada por otro que pueda normar, orientar, regular, guiar, proteger y transmitir una ley que forme. Por su parte, dicha función también transmite ciertos semblantes sobre lo que es “ser hombre” (lo masculino), algo complicado para una mujer que, repito, no es ni hombre ni padre.
Usted se cuestiona que tal vez está siendo “muy débil”. En un periodo clave como la adolescencia, su hijo necesita un referente varón del cual sostenerse (tío, abuelo, maestro) que le sirva de soporte, que dé normas.
Las conductas que refiere de su hijo podrían tener al menos 3 interpretaciones, y digo, al menos, ya que es su punto de vista y posiblemente escucharlo a él abrá otro abanico de perspectivas.
1. El cambio al que hace alusión responde a la transición de la niñez a la adolescencia, donde precisamente se llega a adolecer de muchos cambios. El niño vive en un “quiero ser bueno para otros” (madre, familiares), mientras que el adolescente experimenta un empuje a descubrir qué quiere ser por sí mismo, es decir, armar su propia identidad. No es de extrañarse lo que usted describe. Raro o preocupante sería que esto no pase.
2. Falta de límites. Ante todos los cambios que experimenta el adolescente y los tropiezos que en este proceso vive, es indispensable la función paterna que precisamente llega a regular. Por lo general, hijos que carecen de un referente paterno (no necesariamente el padre biológico) carecen de límites. ¿Qué ocurre con el padre de su hijo?, no menciona al respecto.
3. Demanda de atención. Por lo general muchos adolescentes presentan síntomas que funcionan como alerta de que algo les ocurre, estos síntomas pueden ser dificultades en su salud, alimentación, conducta, aprendizaje, relaciones interpersonales. Puede ser, a lo mejor, que su hijo esté realizando una demanda de afecto o límites.
Evidentemente, el maltrato no es la vía adecuada, ya que por un lado vulnera los derechos de su hijo y termina deformando más que formando. Un espacio de terapia psicológica le sería de mucha utilidad a su adolescente, para hablar sobre aquellas cosas que lo problematicen y pueda encontrar algunos efectos. Y usted, como madre, mujer y persona, requiere orientación para enfrentar estas vicisitudes.
Christian Arias Toscano,
Psicólogo clínico
Telf:: 098-887-4557.