Ayudar a un iracundo
Soy una chica de 19 años, tengo un novio de 20 y él tiene un problema terrible para controlar su ira; nunca me ha golpeado, pero cada cierto tiempo anda con muy mal humor, no habla por las mañanas, es impaciente en colas de supermercado, cuando algo le va mal golpea paredes o cajones con mucha fuerza, ha roto cosas y cuando se pone así, se distancia de mí. Me siento impotente, no sé cómo ayudarlo. ¿Necesitamos ayuda profesional? ¿Debo darle tiempo a nuestra relación?
Verito,
Guayaquil
La violencia es gradual y progresiva. La persona violenta es impulsada desde otro lugar –un lugar inconsciente– a la agresión, las más de las veces sin saber por qué y sin poder controlarse. Hay dos posibles raíces detrás de la ira y la violencia: el miedo que procede de la niñez y la ruptura de los lazos de amor con el padre; lazos de amor necesarios, independientemente, de cómo el padre haya sido para bien o para mal.
¿Cuál es el camino para sanar? Reparar en el corazón ese lazo de amor hacia el padre. Y así superar el miedo. Esto permite recuperar la autoestima y tener un comportamiento equilibrado, seguro y sostenido, en una fortaleza interior que solo puede venir del reconocimiento del padre. “Papá, tomo de ti la vida, tal como ha sido; y te tomo a ti en mi corazón, tal como eres. Dejo con respeto, en tus manos, mi violencia y mi temor, y te honro haciendo con mi vida lo mejor que yo puedo”.
Aunque si la violencia proviene de generaciones anteriores y alguna persona de la familia o de fuera de esta padeció en manos de otros o vivió un tiempo de guerra, habría que mirar a aquellos que sufrieron y darles un lugar en el sistema familiar y en el corazón, donde se puede unir con amor a las víctimas y a sus perpetradores, permitiendo la reconciliación. En ciertos casos, se pueden observar en el sistema familiar casos que derivan en psicosis, y que se van deteriorando de una generación a otra, lo cual señala un camino para comprender de dónde proviene la violencia.
Hay una posibilidad para sanar: mirar el sistema familiar, mirarlos a todos, incluirlos a todos, agradecerles porque a pesar de todo supieron pasar la vida y honrarlos tomando su permiso para vivir de una manera diferente, desde el reconocimiento y la reconciliación. Esa posibilidad es responsabilidad de la persona que sufre de esta condición y de su decisión de buscar ayuda para comprender. De nadie más. Pretender algo más trae consecuencias para las siguientes generaciones. (F)
Óscar Nieto Barquet,
Psicólogo clínico,
Telf: 099-849-6326.