Huyó del esposo

13 de Septiembre de 2015

Tengo 34 años, soy una mujer profesional, hace 6 años me casé con un hombre divorciado, 10 años mayor a mí, con 2 hijos adolescentes. Yo he pasado por una infancia y adolescencia difícil, no me crie con mis padres, me educaron mi abuela y mis tías maternas. Fui hacer un curso en Quito y lo conocí, me atrajo su inteligencia, era muy intelectual, me conquistó con sus detalles.

Nos casamos sin el consentimiento de mi familia, tuvimos un hijo, pero chocábamos en nuestras ideas y costumbres. Somos muy diferentes, yo alegre, extrovertida, amiguera, el alma de la fiesta, y él introvertido, callado, no fumaba, no bebía, no iba a fiestas. Me separé de él hace 6 meses porque me prohibió trabajar, quería que me quede en casa cuidando a nuestro hijo, no me dejaba viajar a ver a mi familia, intentó golpearme. Me apoyé en varias amigas que me decían que no merecía vivir así, huí de casa, regresé con mi abuela, conseguí trabajo. Trato de seguir mi vida, pero me invade la soledad, me deprime el sufrimiento de mi hijo que pregunta por su padre. Él no quiere vernos, no llama al niño, dice que está dolido porque lo hice quedar mal con todos. Me siento abandonada, pero lloro todos los días. Él empezó los trámites del divorcio por mutuo acuerdo, mi hijo es el que más sufre y la culpa me atormenta todos los días, no sé si hice lo correcto.

La desesperada,
Manta

Realmente su situación no es tan sencilla de resolver, ya que necesitamos trabajar con muchos elementos que están incomodando en el interior. Si solo vemos las necesidades de los demás, y nos olvidamos de nuestro centro emocional para desprotegerlo, podríamos llegar a ser víctimas de las circunstancias (que a veces cumplen una elaboración inconsciente), y todos sabemos que nada es estable en este mundo de movimientos continuos, a veces bruscos, que nos toca experimentar tanto en los escenarios emocionales como en los físicos de nuestra vida.

Lo que necesitamos es desligarnos de la problemática, hasta adquirir objetividad en el asunto, en realidad deberíamos darnos un tiempo, para relajarnos y pensar adecuadamente, hasta volver a sentir autonomía personal.

La culpa es una emoción negativa, y genera esa inquietud que la está molestando. Si esa culpa que tanto le aflige podría transferirla en una actitud consciente hasta utilizarla como energía oscilar y elegir un nuevo estilo de vida realizando las correcciones necesarias, puede restablecer su equilibrio, el sentimiento de culpa cesa, eso es lo que conocemos como la ‘culpa funcional’, adaptativa, (porque se adapta a nuestras características fallidas, las que son parte de la personalidad, acrecentando la soledad e inseguridad personal) a veces es necesario flexibilizar, contextualizar, y modificar el sistema de creencias y normas que establecen el ‘complejo’, un término utilizado en psicología para hablar de las realidades anímicas cuando se vuelven una carga, aunque aquí se lo entiende como el factor real que causa el sufrimiento a través de los estados de culpa.

La culpa está relacionada con la baja autoestima, pero esto no es innato en las personas. La emoción básica nos recalca que detrás de la culpa podrían estar la tristeza y la rabia, generalmente esta ira no ha sido reconocida ni expresada, porque fue elaborada y somatizada u ocultada en los años de la niñez, son emociones profundas. En el fondo de la problemática se oculta o podría estar el miedo, y en este caso es el miedo al abandono.

Las terapias a realizar podrían estar vinculadas a: la facultad de decisión como factor a cosechar, a actuar y manejarse lejos del ‘trauma’, análisis de la función de la culpa, trabajo emocional creativo y corporal o simbólico en la relación terapéutica.

Las necesidades emocionales son distintivas del entusiasmo en corazones jóvenes, y las circunstancias a veces son implacables con las vulnerabilidades, por eso debemos controlar y entendernos mejor, especialmente en el manejo de las emociones, para lograr una compostura arraigada a la naturaleza individual, una vez fortalecida, donde ya no tenemos que sentirnos como ‘hojas al viento’, por hablar de nuestra verdadera sensación y expresión de libertad, la que buscamos experimentar para sentirnos íntegros y honrados en el trato y sentimiento. (F)

Balbina de Thoret,
psicóloga clínica
Telf.: 234-5687, 099-504-2372

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