Los padres, el lente de los hijos
Somos el lente con que los hijos ven la vida. Con todas las dificultades y calamidades que hoy agobian al mundo, los padres de familia nos preguntamos qué podemos hacer para no contagiar a nuestros hijos del pesimismo que nos invade. Por difícil que sea presentarles a los niños un panorama más halagador, lo que ellos precisan es que les ayudemos a desarrollar una actitud positiva frente a los grandes desafíos que enfrentamos.
El lente con que los niños miren la vida será del color de aquel con que la veamos sus padres. Así, está en nuestras manos alimentar sus temores subrayando nuestras desgracias o fomentar su gratitud contando nuestras bendiciones.
Como padres podemos mostrarles a los hijos las calamidades que nos acongojan o las ventajas con que hemos sido favorecidos; podemos enterarlos sobre la incompetencia y deshonestidad de algunos de nuestros gobernantes o hacerles ver la valentía de nuestro pueblo que sigue adelante a pesar de sus penurias.
Podemos informarles sobre las calamidades que vive nuestros país o animarlos a que se preparen para contribuir a remediarlas; podemos atemorizarlos con los peligros que les acechan o ayudarles a reconocer las fortalezas con que cuentan para vencerlos; podemos animarlos a contribuir o solo enseñarles a recibir.
Podemos orientarlos a que busquen culpables y justifiquen sus errores o a que asuman responsabilidades y encuentren soluciones; podemos llevarlos a enfrentar los obstáculos como desafíos para mejorar y los fracasos como oportunidades para aprender; y podemos ser un modelo de todo lo bueno que queremos ver en ellos dándoles lo mejor de nosotros.
De eso dependerá que nuestros hijos se llenen de pesimismo y se conviertan en espectadores pasivos de los problemas o sean los protagonistas del cambio. Será en la medida que sembremos en los niños una profunda confianza en sus capacidades y una gran determinación a alcanzar sus ideales, que podrán asumir el reto de construir una vida con un propósito productivo y contar con la entereza para no ser parte del problema y sí ser parte de la solución. (O)