¿Me separo o no?

28 de Agosto de 2016

Éramos felices mi esposo y mis tres hijos, dos hijos adolescentes y una nena de 9 años. Mi esposo tiene 46 y yo 38 . Pero mi esposo me engañó con la amante de su mejor amigo y tienen un niño de 4 años. Él le da todo a ella y a mí y mis hijos a medias. Él trabaja duro y por más que trabaja, no alcanza el dinero.

En la actualidad él está conmigo y con ella. Dígame, ¿me separo o no? Estoy desesperada, me duele ver que mis hijos sufren. Mi hija mayor no le habla al papá, me dice que me separe. Los más pequeños lloran por él. No salimos juntos como pareja, pero con ella sí publica sus fotos de ellos y su hijo juntos. Esta mujer tiene 33 años, yo no.

Qué voy a hacer. Ya he conversado con él, solo dice que ama a las dos. Aconséjeme, yo le temo a la soledad, quisiera enamorarme otra vez, sentirme amada y valorada sin que sufran mis hijos. La familia de él me apoya, están conmigo.

El ave fénix,
Guayaquil

El amor –entre otras características– para ser reconocido como tal se manifiesta fácil, feliz y coincidente, como nos lo recuerda Joan Garriga en su libro El buen amor en pareja. Ha de ser congruente y honesto en sus expresiones. No solo es una manifestación sentimental. En ocasiones el sentimiento confuso proviene de carencias infantiles y esas carencias solo las puede resolver la persona que las vivencia. Nadie más lo puede hacer por el otro.

Así, el amor no se suplica, no se ruega, no se exige. Solo se lo toma porque está disponible o se lo suelta, porque se ha comprendido algo acerca del amor: debo amarme plenamente para luego estar disponible.

Hay un orden primero. El amor le sigue al orden. Desde la terapia de las Constelaciones Familiares de Bert Hellinger, comprendemos que el amor pasa por la madre. Por reconocer, agradecer y honrar a la madre.

Hay preguntas que nos hacemos, teniendo ya la respuesta en nuestra alma. La realidad es tal como es. Entre las condiciones del amor, la reciprocidad y el equilibrio son fundamentales. Vivir en el desequilibrio no es saludable para ninguno: hombre, mujer, hijos.

El amor, según Erich Fromm tiene una característica para ser tal: es exclusivo. Es un compromiso con el otro, que se ejecuta en el acto responsable y mutuo de atención, dedicación y servicio a un otro. Hay ocasiones en las que el amor termina y más allá de las razones, hemos de asentir a todo tal como es y ser capaces de decirle al otro, como nos recuerda Bert Hellinger: “Te amo en todo aquello que nos une... y también puedo amarte en aquello que nos separa… Tu camino diferente, tu destino, tu final anticipado… Estoy de acuerdo con todo”. Y en este reconocimiento, agradecer el amor que compartieron un tiempo, y con el corazón en paz, dejar que la vida fluya y que cada uno cumpla con su propio destino, desde un amor que se expresa diferente.

Los hijos lo agradecerán. Ellos no pueden cargar los conflictos de la pareja. Solo deben saber que son amados como lo que son, por el padre y la madre. En este amor distinto no hay lugar al resentimiento, al conflicto, a falsas esperanzas. Solo hay lugar al reconocimiento. Agradecer y asentir, es la base de toda felicidad, aun cuando lo que vivimos no sea lo que creíamos que debíamos vivir. Nadie tiene el poder de hacernos sentir felices o infelices. Agradezca lo que vive, y diga sí a todo tal como es… También a su vida presente, mirando hacia delante, hacia su propio destino. (F)

Óscar Nieto Barquet,
Psicólogo clínico.
Telf.: 099-849-6326.

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