Miedo a pedir el divorcio
Tengo una hija de un primer compromiso y una con el actual. Desde que me uní con él hemos atravesado muchos problemas, porque mi hija se parece al papá o porque tengo amigas y quiero trabajar. Mi actual esposo tenía problemas con el alcohol, es celoso, manipulador, nos hemos perdido el respeto y la confianza, además ha llegado a maltratarme. Ya estoy cansada de escuchar que va a cambiar y definitivamente ya no lo amo, pero tengo miedo ser yo la que pida el divorcio por el qué dirán y por la familia de él. Aconséjenme.
La lucha por enderezar su hogar debe haber sido titánica, más que todo porque usted venía de una relación quebrada. Mucho dolor y frustración habrá sentido al compartir su vida con una persona que no supo valorarla, respetarla y amarla; pero ese mismo dolor le ha enseñado y permitido apreciar con objetividad y justicia el valor de su vida y la de sus hijas, a tal punto que hoy es usted capaz de salir de ese torbellino y tomar el camino más adecuado para encontrar su felicidad.
El divorcio como cualquier fracaso produce dolor; sin embargo, la intensidad y la duración del mismo dependen de su actitud y los cambios a positivo que usted le dé al problema.
Según lo que usted da a entender, su matrimonio está irremediablemente terminado, más aún cuando su pareja sufre de alcoholismo, adicción que no se supera si no es por medio de un tratamiento que implica terapia psicológica, psiquiátrica, vivencial, teologal y familiar, que demanda de mucho tiempo, constancia y total colaboración del paciente y su familia.
Cada episodio amargo de la existencia trae de la mano experiencias que sirven para que el día de mañana se actúe con más firmeza y acierto. La persona que sale de una relación desastrosa puede sentir el sabor de la paz y la tranquilidad anhelada, no debe basar su decisión en el “qué dirán”, ni sentir que esta situación la convierte en una persona fracasada, puesto que está de por medio su futuro y el de sus niñas. Recuerde que todas las personas tenemos derecho a ser felices.
