Noviazgo restringido
Con mi novia tenemos un par de años, nos graduamos hace poco de la universidad y no contamos con trabajos estables aún. Nuestra relación se ha visto afectada por la posición de los padres de no dejarla salir casi a ninguna parte; una vez que fui a hablar con la mamá para presentarme como amigo, la señora se puso mal. Solo nos veíamos en la universidad y una que otra vez en la ciudad. Llegaron a decirle que se vaya de la casa si se veía con alguien a escondidas. No sé si la manipulan con su comportamiento o si son así por las malas experiencias de las hermanas mayores.
La última vez que fuimos a su casa fue en grupo de amigos, de sorpresa, para su cumpleaños. La mamá se portó bien al principio, pero al pedirle permiso para que la hija salga con nosotros, se enojó. A partir de entonces, mi novia me ha dicho que se rinde, que no quiere problemas en casa, y que es imposible tratar con los padres. Ella está mal, pues así me cuentan las amigas, y yo me siento igual. ¡Ayuda!
Anónimo,
Algún lugar del Ecuador
A pesar de que no proporciona información sobre la edad de cada uno de ustedes, se presume que son adultos jóvenes, “graduados hace poco de la universidad”. El tener un trabajo estable proporciona cierta seguridad y permite independencia. Continúen la búsqueda para ejercer la profesión que con esfuerzo han logrado culminar.
Parece que su novia pertenece a un hogar tradicional y conservador, en el cual la hija tiene que pedir permiso a sus padres para salir, para tener novio, etc. Su novia se “rindió, no quiere problemas, pues es imposible tratar con sus padres”, sin embargo, ambos “están mal”.
Sería conveniente que ustedes definan sus sentimientos y tomen decisiones con respecto a la relación, lo cual conllevaría a una actitud de personas adultas que asumen su responsabilidad. Tienen el derecho de conocerse, integrarse como pareja y disfrutar de la etapa del noviazgo, si es que así lo deciden. En ese caso, sería conveniente tener una comunicación frontal y amigable con los padres, aclarando dudas y participándoles su decisión. Los padres tendrán que aceptar que su hija ya creció y maduró. (F)
Pilar Villavicencio Mera,
Psicóloga clínica.
Telf.: 098–877–6097.