Padres desbordados
Son muchos los padres que se quejan hoy en día porque los hijos exigen mucho, ayudan muy poco y siguen indefinidamente viviendo en su casa y demandando todo, sin aportar nada. Pero ¿cómo creen que ellos se van a ir de ese hotel de cinco estrellas en el que están a cuerpo de rey? ¿A quién se le ocurriría renunciar a tener habitación propia con baño privado desde que nacen, cama doble desde que salen de la cuna, chofer (alias mamá) a lo largo de la infancia y juventud, además de carro a su disposición en la adolescencia y uno nuevo con que los premian por graduarse del colegio?
Parece que hoy los padres resolvimos becar indefinidamente a los hijos y responder por sus obligaciones y gastos para siempre, jamás... amén. Y por eso, a pesar de que son mayores de edad, tienen barba, roncan, se devoran todo lo que hay en la refrigeradora y viajan por el mundo con la pareja de turno, siguen viviendo a costillas de sus padres.
Como resultado, llegan a la mayoría de edad sin poder ser autónomos y dependiendo de que nosotros respondamos por todos sus gastos y hasta por sus deudas.
Lo curioso es que ese no fue el ejemplo que nosotros tuvimos. Nuestros padres lo que pretendían es que fuésemos obedientes y responsables y por eso fueron estrictos y exigentes. Sin embargo, hoy nos dedicamos a facilitar tanto la vida a los hijos que lo que aprenden es a demandar todo lo que se les antoja, aunque no se lo merezcan. Y por eso tienen mucho amor propio… pero poco para dar a los demás.
A pesar de nuestras buenas intenciones, lo que logramos con tantos esfuerzos por complacer a los hijos y darles lo que no se merecen, no es que tengan una buena autoestima sino una gran ‘egoestima’. Y por eso, no saben dar ni contribuir sino solo exigir lo que no se merecen.
¿Qué hacer entonces con esos hijos egoístas, recostados y desagradecidos? Se me ocurre que lo urgente es exigirles mucho y darles muy poco. Hay que enseñarles a vivir de acuerdo con sus posibilidades –no con las nuestras– ¡para que aprendan que en la vida todo hay que merecerlo! (O)