Terror a hablar en público
Cuando era pequeña y me escogían para hablar en la hora cívica en la escuela, se me salían las lágrimas y la voz se me quebraba. Pensé que eran nervios, no le presté atención. Fui al colegio y fue peor, cuando daba exposiciones tenía que ser algo corto, porque si no, las ganas de llorar me invadían; por más que me hacía la fuerte, no resultaba.
Pararme en frente de todos mis compañeros o hablar en público frente a un micrófono me aterra, pero cuando estoy en grupo conversando con amigos no me pasa esto. No sé si es hereditario o es un tic nervioso, pero tengo 18 años y temo que esto afecte mi vida profesional.
Yosibell,
Guayaquil
En realidad la contraposición de valores emocionales causa siempre malestar, esta incomodidad se deriva desde un momento inicial en la infancia hasta con los años convertirse en algo que debe ser tomado en cuenta. Posiblemente nos dijeron que debíamos mantenernos en silencio por miedo al error que tenía nuestro joven ímpetu, tratando de graduar nuestra respuesta en una forma considerada para ese entorno difícil de agradar, un entorno al que no podíamos escapar y con el que tuvimos que coexistir. ¿Qué podríamos haber hecho de indecoroso en los escenarios públicos de nuestra infancia? (ya que no deseamos ver a nuestros padres molestos o avergonzados). La problemática es que algunos de nosotros tenemos pocos recuerdos claros de esos tiempos… entonces es mejor no hablar del tema y alejarnos de ese pasado incómodo, y al momento, ya convertidos en adultos, tratamos de superar cualquier situación pública con gran esfuerzo, sin hallar o determinar una salida a nuestra dificultad, cuando en realidad todo se deriva de esa inicial marca en la niñez…
Podríamos decir que los inconvenientes que causan la timidez acentuada provienen de una vivencia donde había carencia de confianza, debido a la inseguridad sentida por algunos de nuestros padres, que después proyectaron sus experiencias en el hogar. Los niños a esa edad son susceptibles, y por osmosis captan todo lo que ocurre, por esa razón ningún secreto en la intimidad del hogar es realmente un secreto, ya que los niños se sintonizan con la contrariedad no manifestada, que afecta su naturaleza… La timidez también ocurre como una característica de la personalidad, en la que los individuos desde temprana edad exhiben una necesidad de retiro continuo de las situaciones grupales o sociales, por las cuales se encuentran indispuestos, y suele ocurrir como un legado de nuestros antepasados, marcados por la línea genética, la cual nos impulsa a ese tipo de conducta, pero la disposición del carácter logra una mayor y más clara resolución en el comportamiento de los familiares o cuidadores que actúan como nuestros guías, y que nos muestran cómo desenvolvernos con sus ejemplos.
Por esa razón si somos aceptados y cuidados adecuadamente al inicio de nuestras vidas, la huella de esa ternura, siempre brindará una luz… esto significa que el medioambiente nos deja impresa una huella psicológica profunda, por lo que la psicoterapia es efectiva en casos así, ya que la “psique” es manejable y puede ser modificada, atenuando estos recuerdos cuando nos mantienen cautivos con su esencia melancólica; para que nuestro entendimiento y control de ella se desarrolle.
Por eso la terapia es la mejor forma de manejar ese miedo, de este modo a través de la consulta se comenzará a ver la manifestación de una mujer más segura, aislando esos temores que no nos dejan ser nosotros mismos, ya que en un momento dado posiblemente las características que crearon la timidez no eran parte de la personalidad, sino aditivos al comportamiento no deseados, de esta manera se obtendrá una proyección profesional más adecuada, porque el cambio que ocurre cuando se involucra la necesidad de “ser y mejorar” apunta hacia la cohesión personal… más allá de los gustos y disgustos naturales en nuestra forma de vida occidental. (F)
Balbina de Thoret,
Psicóloga clínica.
Telfs.: 234-5687, 099-504-2372.