Alerta especial a los jóvenes
La OMS recomienda no utilizar durante más de una hora los auriculares, y a un nivel bajo. A todo volumen, solo cuatro minutos.
La epidemia del ruido es paradójicamente silenciosa.
Es un fantasma que está presente cuando podemos escuchar la música que sale de los auriculares de alguien sentado frente a nosotros en el metro, mientras tomamos una bebida con amigos en un club o al gritar frenéticos junto a otros miles de personas en un estadio de fútbol.
Nadie está a salvo de ella, pero afecta especialmente a los jóvenes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que 1.100 millones de jóvenes de todo el mundo están en riesgo de sufrir pérdidas de audición debido a la exposición a ruidos que forman parte de nuestros hábitos cotidianos.
Más de 43 millones de personas de entre 12 y 35 años sufren ya de pérdidas auditivas discapacitantes en los países desarrollados.
En un informe publicado con motivo del Día Internacional de la Atención Ontológica (cuidados auditivos), celebrado el pasado 3 de marzo, la Organización Mundial de la Salud estima que un 50% de esta franja de edad está expuesta a riesgos debido al uso de reproductores MP3 y teléfonos inteligentes, y un 40% por los niveles de ruido nocivos en clubes, discotecas y bares.
¿Cómo saber cuándo estamos dañando nuestros oídos?
Los expertos consideran que 85 decibelios (dB) durante un máximo de 8 horas es el nivel máximo de exposición sin riesgos que el ser humano puede asumir. El espacio de tiempo admisible disminuye a medida que la intensidad del sonido aumenta.
La pregunta se responde mejor acudiendo a ejemplos concretos.
El volumen de salida de los dispositivos de audio personales, como los auriculares, puede oscilar entre los 75 dB y 136 dB a su volumen máximo.
El informe de la OMS recomienda no utilizar más de una hora a un volumen bajo estos dispositivos.
En clubes nocturnos, discotecas y bares, los niveles medios de ruido pueden oscilar entre los 104 dB y 112 dB, y según los parámetros que marca la OMS a partir de los 15 minutos ya no sería seguro. Lo mismo ocurre en las instalaciones deportivas, donde el nivel oscila entre los 80 dB y los 117 dB.
La exposición a estos ambientes provoca cansancio en las células sensoriales auditivas, lo que da lugar a una pérdida temporal de la audición o a acúfenos (esa sensación de zumbido en los oídos que se tiene, por ejemplo, al salir de un concierto).
La audición mejora a medida que estas células se recuperan, pero cuando “los sonidos son muy fuertes o la exposición se produce con regularidad o de forma prolongada, las células sensoriales y otras estructuras pueden verse dañadas de forma permanente, lo que provoca una pérdida irreversible de audición”, advierte la OMS.
Para hacerse una idea de la alta exposición que soportamos debido a nuestros hábitos culturales y de ocio, basta saber que en 15 minutos de música a 100 dB, una persona se expone a niveles de ruido similares a los que absorbe un trabajador industrial en una jornada de 8 horas trabajando en un entorno sonoro de 85 dB.
Tiempos de escucha seguros
Algunos ejemplos de tiempos máximos de escucha recomendados por la OMS son:
• 85 dB: nivel de ruido en el interior de un coche. Ocho horas.
• 90 dB: cortadora de césped. Dos horas y 30 minutos.
• 95 dB: ruido de una moto promedio. 47 minutos.
• 100 dB: bocina de un coche o un tren subterráneo. 15 minutos.
• 105 dB: reproductor de mp3 a todo volumen. Cuatro minutos.
Otros consejos
• Mantenga el volumen bajo.
• Hay que regular el volumen exento de riesgos en su aparato personal y no superar el 60% del volumen máximo.
• Es necesario la utilización de tapones para los oídos cuando se vaya a una discoteca o a un evento ruidoso.
Limite el tiempo que dedica a actividades ruidosas.
La duración de la exposición al ruido es uno de los principales factores a cuidar. Es aconsejable hacer breves descansos auditivos (por ejemplo, saliendo del club donde esté) y limitar a una hora diaria el uso de auriculares.
Vigile los niveles seguros de exposición al ruido.
Utilizar la tecnología de los teléfonos inteligentes para medir los niveles de exposición al ruido puede ayudar.
Preste atención a las señales de advertencia de pérdida de audición.
La OMS recomienda acudir a un médico si encuentra dificultad para oír sonidos agudos como el timbre, el teléfono o el despertador o para entender el habla por teléfono e, incluso, para seguir conversaciones en ambientes ruidosos.
¿Conocen los adolescentes sobre el ruido dañino? Coméntenos
Silencio, hecho por el hombre
Para quienes buscan un alivio absoluto para el ruido humano por un periodo indefinido, lo mejor son los cuartos específicamente construidos para ese propósito, llamados cámaras anecoicas. Son a prueba de sonidos y absorben ondas de sonido.
Esa fue la conclusión a la que llagó George Foy, un periodista y profesor de escritura creativa de la Universidad de Nueva York, al menos, tras visitar una cámara de esas en los laboratorios Orfield de Minnesota. El sonido promedio ronda los -9 decibeles, así cualquier sonido que exista estaría por debajo de lo que el oído humano puede detectar.
“Se supone que es el lugar más silencioso de la Tierra”, dice Foy.
Mientras que otros tienden a sentirse incómodos en el desconcertante silencio, a Foy le deleitó poder desconectarse de todo.
Pero unos minutos después de estar en la cámara, notó que el silencio se había roto.
Su propio cuerpo –su respiración, pulso, incluso el sonido que su cuero cabelludo al rozar su cráneo cuando fruncía las cejas– estaba arruinando su oportunidad de lograr la nada auditiva.
“La única vez en la que uno puede escuchar el silencio absoluto es cuando no lo puede oír, porque está muerto”, descubrió.
Los lugares más silenciosos del mundo, entonces, son los que hemos construido, pero mientras estemos vivos nunca nos escaparemos del ruido que hace nuestro cuerpo.
Por otro lado, dado cuán incómodos se sienten muchos cuando experimentan el silencio absoluto, quizás lo que nuestras almas anhelan son las melodías de la naturaleza.
Y todavía es posible encontrar bosques, playas o montañas en los que uno se puede relajar por quince minutos o más completamente libre de la bulla que provoca la existencia humana. (F)