La privacidad y los adolescentes
Es trabajo de los padres educar a sus hijos en el uso de la tecnología, de la misma forma que los educan cuando tienen que salir al mundo.
Ante la cantidad de amenazas que representa salir de casa actualmente, los adolescentes han encontrado en internet la vía para desarrollar sus actividades sociales: hacer amigos, compartir asuntos de interés, fotos, descubrir información sobre temas que llaman su atención, etcétera; esto a la vez supone riesgos, y por ello los padres se sienten tentados a “vigilarlos”.
Sobre ese tema trató el artículo ‘Apps para rastrear mensajes’ publicado el pasado 8 de febrero en esta sección. Sin embargo, ese afán de los padres de rastrear la interacción de sus hijos en las redes sociales, mensajes de texto, su ubicación geográfica para controlar “en qué andan”, supone un debate ético, pues por “protegerlos” de eventuales situaciones peligrosas irrespetan su privacidad.
Ante esto, ¿sería mejor no darles a los adolescentes acceso a internet o a teléfonos inteligentes?
La psicóloga clínica y consejera estudiantil Azucena Dillon Arias responde que esa no es la solución, pues la cultura actual demanda estar informados y tener los recursos necesarios para ser eficiente y eficaz.
Sin embargo, agrega, los padres están olvidando dar a sus hijos las bases fundamentales de la educación, para luego darles estos accesorios. Si a un niño se lo forma en disciplina y valores desde muy pequeño, cuando llegue a adolescente será más fácil que pueda responder a los riesgos de manera más asertiva.
Padres temen a la tecnología
Lourdes Serrano, directora de proyectos con perfil pedagógico inmersa en internet desde 1996, dice que prohibir causa ansiedad, la cual conlleva a conductas no deseadas.
Ella opina que los padres tienen miedo a la tecnología porque no la conocen, mientras que los chicos necesitan usarla para mantenerse conectados pues es su manera de comunicarse y relacionarse hoy.
Es necesario respetar la privacidad de los chicos si queremos que ellos aprendan a respetar a los demás, señala.
Considera que la mejor forma de que los padres se sientan seguros entregándoles un smartphone a sus hijos es que primero ellos aprendan a usarlo, pero para esto deben darse el tiempo necesario. Es su responsabilidad saber cómo usar dichos aparatos para que luego puedan entender por qué y para qué sus hijos los utilizan.
Derecho a la privacidad
Es real el peligro al que están expuestos los chicos que navegan en internet sin supervisión de un adulto: involucrarse con personas inescrupulosas, acceder a información para la cual todavía no han logrado un desarrollo adecuado, entre otros; por eso, muchos padres les espían el celular y la computadora. ¿Pero dónde queda el derecho de jóvenes y adolescentes a su privacidad?
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Serrano aclara que primero debemos saber de qué edad estamos hablando. Facebook determina que la edad mínima para tener una cuenta personal es 13 años, pero hay padres que les abren cuentas a sus hijos desde los 6 años. En ese caso, evidentemente, los padres tienen la responsabilidad de revisar las cuentas de sus hijos en toda red social y direcciones de correo, además de aplicar todas las condiciones necesarias en la seguridad. Pero en un adolescente, la violación a la privacidad es una falta de respeto a su individualidad.
Señala que la tecnología en sí misma no es buena o mala, es completamente neutral y su uso es determinado por nosotros. Es trabajo de los padres educar a sus hijos en el uso de la tecnología de la misma forma en los educan cuando tienen que salir al mundo. Los valores morales, éticos y sociales vienen determinados en un comienzo en la familia, por lo que si se habla de la tecnología desde la infancia, los niños estarán listos para usarla en su adolescencia.
Vigilancia y evasión
Los adolescentes suelen ser mejores que sus padres en el uso de la tecnología y aprenden a evadir los métodos de vigilancia... ¿qué consecuencia tiene esta dinámica en la formación de los menores cuando los adultos rechazamos todo tipo de ‘hackeo’ sobre nuestra correspondencia, ya sea por parte de piratas informáticos, jefes abusivos o incluso desde instancias gubernamentales?
Los chicos también rechazan todo tipo de hack en su privacidad, indica Serrano. Si nosotros como adultos los “saboteamos”, ¿cómo esperamos que ellos nos respeten? La formación empieza en casa, la tecnología no es el enemigo, sino familias desmembradas, chicos sin atención, padres que no se educan en el uso de los smartphones y se lo regalan al niño para que se “entretenga”.
Dillon recomienda que en lugar de enfocarse en métodos de control, sería importante que los padres se empeñen en crear un vínculo verdadero de confianza y respeto con sus hijos, así se sentirán amados y respetados, lo que a su vez se revertirá en autoestima y les permitirá ser personas con la capacidad de tomar decisiones inteligentes frente a situaciones de riesgo.
No prohibir, sino educar
Darles a los chicos herramientas formativas que los lleven a tener criterio para discernir lo correcto y detectar peligros es lo ideal.
Serrano señala que los puntos para trabajar primero son con los padres, luego con los chicos. Pensando en la generación Z, aquellos que nacieron luego del 2000, los padres están aún a tiempo de integrarse en el mundo digital de sus hijos. Con los chicos debemos hacer lo mismo que con los padres, educarlos en la responsabilidad que conlleva el manejo de un dispositivo tecnológico, sin prohibición, haciendo énfasis en la privacidad que depende solo de ellos y en la seguridad de su información para que sepan cómo protegerla.
Dillon señala que esta es una época en la que peligrosamente nos estamos acostumbrando a que predominen los antivalores, la corrupción y la vulnerabilidad de los derechos. Los padres que aún tienen hijos pequeños deben trabajar no tanto en proporcionarles “cosas materiales”, sino en darles la formación para hacerlos personas de bien. Los padres que no sienten la seguridad y confianza en la formación que les han dado a sus hijos deberían buscar orientación para restablecer una relación sana de comunicación con sus hijos adolescentes.
Los padres de hijos que ya han caído en los riesgos tan temidos deben emplear otros recursos para rescatar y devolverles la dignidad humana. En el caso de que la desesperación los haya llevado a vulnerar la intimidad de sus hijos, tengan mucho cuidado de no dejarse fascinar por el “poder” que les otorga controlar la vida de alguien, sino que inmediatamente tomen las acciones para corregir la situación detectada.